Estamos en diciembre de 1917, en un pueblecito al norte de
Francia que se sitúa cercano a un frente de batalla en plena Guerra Mundial.El cadáver de la pequeña Belle de Jour, la hija
de ocho años del dueño del restaurante, aparece flotando en el canal. En la
escena del crimen, cañones de fondo, tenemos al policía que lleva el caso
-quien ejerce de narrador-, del que también asistiremos a su duro drama
personal; al fiscal Destinat y al juez instructor entre otros.Dicho suceso, levanta antiguas rencillas,
desenterrando rencores, sospechas y sobretodo, haciendo surgir dudas y
desconfianza. En medio de todo este desaguisado en dicha
atmósfera opresiva, llega a la aldea una joven maestra, por la que más de uno
suspira, que le dará bastante vidilla al ambiente., hasta que aparece
asesinada.Todos los indicios apuntan al fiscal Destinat, un rico
aristócrata ya jubilado, pero el juez designará como culpables a dos desertores
apresados en las cercanías del lugar del crimen. Sin embargo, la crónica de los
hechos, escrita por el policía veinte años después del suceso, invita al lector
a descubrir una realidad inesperada.
Aunque la sinopsis sea tan
extensas, nos encontramos ante una novela corta de escasas doscientas páginas,
escrita por el autor de “La nieta del señor Linh” y “El archipiélago del perro”,
la primera sin duda impactante y difícil de olvidar.
“Almas grises” fue ganadora
del prestigioso premio Renaudot y
elegida Libro del Año por los libreros franceses y la revista Lire, esta novela
posee una belleza sombría y seductora que emana tanto del clima misterioso que
envuelve la historia como del profundo y descarnado retrato de los personajes
que la componen.
Este libro empieza algo disperso
con muchos personajes y saltos temporales pero a medida que transcurren las
páginas, la historia va cobrando cada vez mayor calado para un final brillante.
En su implacable relato, donde la emoción aparece
retenida por el pudor del narrador, nadie es inocente, y los culpables, de una
forma u otra, son también víctimas. El gris es el tono dominante, pero no el
gris de la muerte, ni el del duro clima invernal, ni siquiera el de la
cobardía, sino el gris en que se desenvuelve la condición humana: la ausencia
de certezas absolutas, las sombras, los claroscuros, en suma, el peso rotundo
de la duda.
Ni policial ni novela
negra. Nos cuenta esta historia monocromática un policía que asistió a la
tragedia que se convierte en el hilo conductor de la novela. Pero para ello,
nos remontamos a veinte años antes.
La historia en si es la convergencia
de pequeños dramas personales, que de no
ser contados pasarían tal vez desapercibidos por el gigantesco horror de la
guerra que se encuentra tras la colina, ahí llega el impacto de una pequeña
población donde ha ocurrido un crimen atroz, inconcebible aún en el ámbito del
gran conflicto bélico. Pero no es lo más destacable, para ello hay que
remitirse a la conducta de cada personaje, a sus hábitos, manías, sus vidas
íntimas, lejos de la vista de la sociedad que frecuentan.
Hay un elemento principal
en el relato, corresponde al olor...el olor que por la descripción tan puntual
de los mismos, convierte al lector en partícipe de la cotidianeidad de los
personajes... el sudor, el ajo, la sangre, las hierbas frescas, el alcohol y la
comida el barro, la nieve, llegan por momentos a tomar el verdadero rol
protagónico . Otorgando una poderosa veracidad a la novela.
Por mucho que se traten e
investiguen ambos asesinatos, no catalogaría la novela como “negra”, sino más
bien como “drama”, pues son simplemente el hilo conductor de todo.
El autor nos narra los
hechos con amargura y desesperanza, mediante capítulos cortos, entre saltos
temporales donde habla de todos y cada uno de los pintorescos personajes,
perfilados a la perfección, y su participación en los casos, haciéndoselos al
lector realmente cercanos. Se cuentan las costumbres del lugar, las relaciones
entre unos y otros, en un contexto bélico, lo que viene a ser “historias dentro
de la historia”.
Escrita en primera persona
por un personaje del que desconocemos su identidad hasta bien avanzado el
libro, y que es a la vez testigo y protagonista de los hechos que se suceden,
descubriendo los hechos que sucedieron gracias a los testimonios de los demás
personajes. La descripción de los mismos nos muestra que ninguno es del todo
inocente, pero sí verdaderas víctimas de un mundo que se descomponía a escasos
kilómetros de sus casas y que eliminó de un plumazo la inocencia del mundo.
Me encanta su forma de
contar las historias, esas tramas bien ligadas, al principio no entiendes bien
lo qué está pasando pero poco a poco el engranaje empieza a rodar y todo va
encajando. Casi siempre con el telón de fondo de la guerra, sus novelas ahondan
en los recovecos del alma humana, no hay buenos ni malos, hay personajes
profundos, con sentimientos complejos y secretos.
Para convenceros de su
lectura os haré un resumen y os diré que es un relato crudo, sórdido y cruel
que se desarrolla en el contexto de la Primera Guerra Mundial, en el que se nos
cuentan dos historias, un asesinato y un suicidio, en un intento de ser
resueltos tras veinte años por el policía que narra y describe los hechos, todo
junto a la descripción ruda de los personajes del pueblo donde tuvieron lugar…muy
“gris”, todo muy “gris”. Os gustará por su fuerza intimista y perturbadora; no
deja indiferente a nadie.
“Las heridas tardan en
cerrarse y se infectan a su antojo en las veladas del recuerdo y el rencor”.