domingo, 30 de octubre de 2016

Diez mujeres, Marcela Serrano

Nuevamente, he elegido una novela de Marcela Serrano, siempre que lo he hecho he quedado satisfecha por esta manera tan particular de contar historias de vidas ajenas, historias que resultan tan próximas y con las que se difícil no sentirse identificada. Es el retrato de diez mujeres al “desnudo”, expuestas ante el lector en un ejercicio por compartir sus experiencias de vida, buscando desesperadamente aliviar el peso y las cargas que las acompañan.
Una terapeuta que tiene la firme convicción de que las heridas empiezan a sanar en la medida en que se liberan del silencio, reúne a nueve mujeres muy distintas entre sí con la finalidad de que todas compartan sus historias. Sin importar clase social, edad, profesión, apariencia, todas cargan sobre sus hombros el peso del miedo, la soledad, las dudas y las inseguridades. A veces, ante un pasado que, como Sísifo, llevan a cuestas; otras, se contemplan ante el espejo del presente que parece lejano de aquel que siempre desearon. O bien, insisten en fijar la mirada emocional en un futuro que, de tan incierto, parece encerrar la soledad y el vacío.
Ante las presiones sociales, se enfrentan a cargas autoimpuestas o a las mismas convenciones de un mundo salvaje, pero, entre más se van abriendo, más se van dando cuenta de que la única manera de deshacerse de todo el peso es tomando las riendas conscientes de que al final vence el coraje.

Tal y como nos tiene acostumbrados, la escritora latinoamericana, utiliza una narrativa clara y sencilla para dar oportunidad a diez mujeres que en sesiones guiadas por Natasha la terapeuta del grupo, verbalicen todas sus preocupaciones y miedos y puedan en esas confesiones aliviar sus pesadas cargas emocionales. Dividida en diez capítulos, uno por mujer, el último reservado a Natasha, con el que se cierra la novela. Sin duda Marcela ha confeccionado un retrato social de Chile; cada capítulo se cierra y en los siguientes no se vuelve a referir nada de la vida de las anteriores.
Son historias individuales en primera persona, es por tanto una novela de personajes, mujeres de toda condición social, económica, cultural, edades diferentes; todas con denominadores comunes como los miedos, fracasos, soledades, preocupaciones, todas deseosas de “volver a empezar”.
El lenguaje es sencillo pero con las expresiones chilenas muy frecuentes en Marcela y que le otorgan ese sello personal de la autora. Ritmo bastante ágil y asequible, aunque algunas de las historias llegan a ser algo densas. Muy realistas y sin faltar las dosis de humor, no están privadas de un tono agridulce. Cada relato es un pedazo de alma con nombre propio, una invitación a una reflexión profunda acerca de la condición femenina.
Me llamó mucho la atención el perchero de la portada. Todas comparte este artilugio para quedar colgados sus abrigos, todas a la misma altura, pero unas prendas sobresalen más que otras, pero todas se quedan en la antesala de la reunión, todas quedan expuestas por igual; y al salir recuperan sus prendas que tapan sus cuerpos y esconden sus almas. Curioso objeto de extremada sencillez que puede llevar a muchas interpretaciones, una metáfora que plantea sin duda la autora y que no ha pasado inadvertida.
Cuando se elige a Marcela Serrano, sabemos que vamos a disfrutar pausadamente de una lectura de recreo, donde no existe la prisa, que no será el libro inolvidable, pero que muchas de sus reflexiones nos harán pensar y en ciertos momentos, se convierte en la lectura adecuada para estados de ánimos que “siempre no son los mismos”.
Recomendable al igual que, “Nosotras que nos queremos tanto” y “Lo que está en mi corazón”.

“Y así seguimos remando contra corriente, empujados sin pausa hacia el pasado. Es una maravilla, que representa la condición humana. El pasado es un refugio seguro, una tentación constante y, sin embargo, el futuro es el único sitio donde podemos ir”.

martes, 25 de octubre de 2016

Lo que mueve el mundo, Kirmen Uribe

Novela breve de esas que se leen en un par de tardes, narra la historia de un exilio contada con gran ternura en una mezcla de realidad y ficción, de prosas y diálogos intercalados, basada en hechos reales, sencilla y clásica…, de las que al final gustan a todos.
En mayo de 1937, tras el bombardeo de Gernika, miles de niños vascos partieron del puerto de Bilbao rumbo al exilio. Entre ellos se encontraba Karmentxu, una niña de ocho años que fue acogida en Gante, Bélgica, por el escritor Robert Mussche. La vida de Robert cambiará con la llegada de la niña, su implicación en la resistencia durante la Guerra Civil y el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial.
En doscientas cuarenta páginas Kirmen Uribe, nos cuenta la vida de Robert Mussche, y lo hace a modo de retazos de vida de una persona compleja y a la vez de una integridad y sencillez admirable. Es un canto a la solidaridad, el amor, la amistad, el compromiso y las decisiones tomadas en momentos concretos de nuestras vidas. El tema de los exiliados está duramente tratado a través de las infancias marcadas y el desarraigo al que fueron condenados miles de niños como Karmentxu.
Una ambientación histórica como la Guerra Civil y La Segunda Guerra Mundial, sirven de escenario para que nuestro autor homenaje a héroes anónimos, en un estilo algo desordenado y con numerosos saltos en el tiempo y en el espacio. Historia de memorias y resistencia de personajes bien tratados, que llega a nosotros a través de un lenguaje llano y coloquial bajo una narrativa cercana y próxima que no tiene pereza en dirigirse al lector.
Francamente este escritor de Vizcaya me ha sorprendido gratamente por la delicadeza demostrada al tratar un trasfondo tan doloroso como el los héroes mudos de nuestra Historia más cercana.
Muy recomendable, sin olvidar que sobre “gustos no hay nada escrito”.

“El exilio es parte de mí. Cuando vivo en el exilio llevo mi tierra conmigo. Cuando vivo en mi tierra, siento el exilio conmigo. La ocupación es el exilio. La ausencia de justicia es el exilio”.

jueves, 20 de octubre de 2016

Cuando todo cambió, Donna Milner

Siempre me dejo llevar por portadas atrayentes,en esta ocasión la sencillez y naturalidad de “Cuando todo cambió”, me atrajo hasta volver el libro y leer su argumento; sin ser nada excitante, decidí dar una oportunidad a Donna Milner, escritora de la que no había oído hablar nunca y que tampoco aseguro volver a leer; cierto que no es suficiente para aparcar esta obra, pero sí para sopesar el repetir.
Natalie Ward es una mujer de unos cincuenta años. Vive desde que era joven en Vancouver y va a su pueblo natal, Atwood, lo mínimo posible. Y es que cuando era muy jovencita pasó algo, relacionado con un americano objetor de conciencia llamado River que se alojó en la granja de sus padres, como trabajador.
Pero su madre se está muriendo y Natalie tiene que volver. Tendrá que enfrentarse a su familia, con la que apenas guarda relación y tendrá que recordar aquellas cosas que hubiera preferido que quedaran relegadas en el rincón más oscuro de su memoria. Pero el larguísimo viaje en autobús que le lleva a Atwood le dará tiempo para eso y para mucho más.
Resumiendo mucho, nos encontramos ante una historia de familia con secretos del pasado que reaparecen en el presente; la memoria y su potencial recupera los recuerdos y remordimientos que asaltan continuamente a madre e hija a lo largo del relato. Sin duda estos dos personajes absorben el protagonismo de la novela, el de Natalie muy trabajado y el resto tratados de forma superficial. Ambientada en Canadá, con descripciones perfectas tanto del ambiente físico como del marco temporal. En los momentos referidos al pasado, la escritora nos presenta un retrato detallado de la América Hippie de los años 60, así como de los movimientos de protesta antimilitaristas que marcaron una época.
Narrada en primera persona, dividida en capítulos, bien escrita, con un lenguaje simple y cuidado. Cuando hablo de primera persona me refiero a Natalie, tras un buceo personal a lo más íntimo de sus experiencias, pasa de estar en guerra con su pasado a reconciliarse con él.
Le falta emoción y eso que desde el principio se intuye un sucio secreto, pero es muy previsible, el ritmo de la narración es lento en casi todo el argumento, llamando la atención que sin saber como, se encaja un final de forma atropellada y casi inesperadamente. Aún así es fácil de entender las emociones y sentimientos que describe la escritora canadiense en lo referente a Natalie, de ahí que me halla resultado algo sosa pero agradable de leer.
Me ha descolocado el desorden lineal de los acontecimientos, algo caótico y excesivo en las idas y venidas a través del tiempo.
Para ser sincera, me ha desilusionado un poco el final, pero se deja leer siempre y cuando nuestras pretensiones no sean excesivas. Lo mejor que tiene es su extensión, la justa para no haberla privado de mi “final”.

La edad solo la padece el cuerpo. El espíritu no tiene edad. Lo que eres hoy lo serás siempre. Lo que no eres hoy nunca lo serás”.

domingo, 16 de octubre de 2016

Vidas ajenas, Emmanuel Carrére

Paseando en un centro comercial por la zona dedicada a los libros, allí entre montones de estos depositarios de historias, encontré un título muy sugerente que me recordó a un refrán que yo habitualmente recito:“El que habla de la vida de los demás, es que la suya es muy aburrida”, es tanto como hablar de “vidas ajenas”, y es por esta relación anecdótica que me detuve en esta novela de las que ahora llaman “no ficción” para comprobar si valía la pena saber de otras vidas a sabiendas de que la mía aún no es aburrida.
“En cuestión de pocos meses, fui testigo de dos de los acontecimientos que más temo en la vida: la muerte de un hijo para sus padres y la muerte de una mujer joven para sus hijos y su marido. Alguien me dijo entonces: eres escritor, ¿por qué no escribes nuestra historia? Era un encargo, y lo acepté. Empecé, pues, a contar la amistad entre un hombre y una mujer, los dos supervivientes de un cáncer, los dos cojos y los dos jueces, que se ocupaban de asuntos de sobreendeudamiento en el tribunal de primera instancia de Vienne”.
Reconozco que me pareció una sinopsis desgarradora y macabra, pero igualmente sentí la necesidad de saber si el autor había sido capaz de abordar las desgracias humanas de manera cotidiana o sensiblera y puedo decir que lo descubrí gratamente.
El punto de partida de la novela es brutal, las consecuencias del Tsunami del Índico y sus efectos sobre Ceilán, marcan el pistoletazo de salida de una crónica de sucesos estremecedores entorno a la muerte y el dolor que ésta deja a su paso. Al principio el escritor aborda el final de la vida de manera colectiva y conforme avanza la obra lo hace de forma individual; tanto una como otra refleja la fragilidad de los seres humanos ante las desgracias.
Lectura provocada por la pérdida del hijo de un amigo y de una compañera de trabajo, ambas dejan un impacto en el escritor que se plantea narrar esas “vidas ajenas” de quienes son supervivientes de un destino cruel e injusto. Es una mezcla de historias en las que se cuestionan permanentemente las relaciones humanas. Aunque las tristezas juegan un papel importante en la novela, los verdaderos protagonistas son las personas, los recursos que muestran para gestionar el dolor, asumir las desgracias, superar las pérdidas y enfrentarse a la crueldad de la vida cotidiana, ser en definitiva supervivientes de su suerte.
Narración sencilla desprovista de adornos, lenguaje ameno, estructura simple, con un repertorio de temas muy variados, la muerte, la vida, la enfermedad, la precariedad de la justicia, el amor…, emociones marcadas por la tristeza que confecciona para los lectores un inteligente retrato de la dignidad humana. Algo más de doscientas páginas que se leen solas, que no provocan llanto sino reflexión llegando a convertirlo en canto al coraje y al valor. El autor hizo participe a los protagonistas de su relato, invitando a su lectura y critica algo totalmente original y generoso.
Recomendable porque se aleja de la intención de provocar dolor en el lector, Emmanuel Carrére es un cronista de hechos acerca de la crueldad de la vida, es el modisto que desnuda la condición humana y nos la presenta tal como es, no deja mal sabor de boca y al menos a mí me ha permitido saber que ser superviviente es solo una opción de vida, pero sin duda la más acertada.

“En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo”.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Momo y Marie, Philippe Hayat

Hace ahora algo menos de un año que este libro se cruzó en mi camino, es imposible no detenerse ante una portada tan atractiva y elegante; por entonces no podía relacionarla con nada que no fuera una novela de la Segunda Guerra Mundial, y como no estaba pasando por un buen momento, la abandoné literalmente en la librería de Cáceres, donde ella se me había aparecido sin más.
No son pocas las veces que descartamos lecturas porque como se dice coloquialmente, “no está el horno para bollos”, y ese era un momento, que hablando de “hornos”, evité caer en la tentación, por eso “Momo y Marie” se quedaron atrás, pero siempre ha estado en la lista de los “pendientes” a leer. Pasado un tiempo más que prudencial, lo he buscado desesperadamente y curiosidades de la vida, de Cáceres me ha llegado, para cumplir la tarea que un día dejé inconclusa.
La he terminado en cuatro días, no me gusta decir que la he devorado, ese concepto no le hace justicia a los libros que se leen deprisa pero se disfrutan, ha sido así como la he leído, pausada y sin prisas, con una lectura ágil y generosa, de manera que no requiere esfuerzo, solamente...”dejarse llevar”. Al parecer está basada en hechos reales, el marco histórico ya lo he nombrado, el París de 1941 es la ciudad elegida para dar vida a una historia de superación y crecimiento, que tiene a dos niños como absolutos protagonistas en lo que es sin duda un relato en el que afortunadamente, el Holocausto pasa desapercibido deslizándose de puntilla por la novela, lo que es de agradecer.
Momo y Marie abandonan su piso con dos o tres cosas en un pequeño saco, casi como ladrones, dejando todo lo demás en orden, con la esperanza de volver. Es de noche aún en el París ocupado por los nazis. Sus padres han sido arrestados y ellos deben esconderse en una buhardilla y ocultar que son judíos. Bulle, la vecina de la habitación de enfrente, los acoge y, con su amor a la vida, los inspira para salir adelante. Así, por las mañanas Momo da clases a Marie, y al atardecer se sumerge en el bullicioso mercado de Les Halles donde se ofrece a ayudar a cambio de comida. A su alrededor parece que el mundo se derrumba, pero su astucia y deseo de superación lo convierten en el pequeño príncipe de Les Halles.
Philippe Hayat, es el autor de esta novela coral en la que al margen del papel estelar de Momo, aparecen una galería de personajes muy representativa de la Francia Ocupada, sin duda su ambientación la sitúa en el género de novela histórica, pero muy lejana de todos los tópicos de las obras del genocidio nazi.
Cuando el argumento gira entorno a las capacidades y destrezas de un niño de 13 años para ser un superviviente en una jungla de miseria, el alma se nos encoge al imaginar que Momo ha caído de bruces en la madurez, sin recordar si algún día gozó de niñez y lo peor de todo si llegará a la vejez. Edades de hombres que pelean en un escenario muy parisino, el Mercado de Les Halles, en esos entornos, cualquier cosa puede pasar y la novela se recrea en muchos momentos vividos por Momo de la mano de quienes le enseñan y aprovechan de su situación.
Tengo que decir que es ese tramo de la novela el que acaba siendo algo repetitivo y me obligó a saltar algunos pasajes donde “todos los días eran iguales”. A su favor defender la extraordinaria labor de documentación de esas practicas del estraperlo, frecuentes en momentos de carestía y posguerra, y que curtió a nuestro joven superviviente, llegando a depararle una suerte nefasta que abre la parte más puramente “nazi” de “Momo y Marie”.
Salvo este tirón final, muy agónico y cruel, el resto se hace llevadero. Narrada en primera persona, va contando la vida de cada uno de los personajes que tejen la trama; es una novela de “vidas anónimas” “con nombres propios” con las que estamos familiarizados por otras lecturas, lo hacen con un lenguaje sencillo y delicado, con ciertos cambios de ritmo y amenizada por diálogos que suavizan los momentos más tensos del relato.
Cualquier novela en este marco histórico, resalta los valores de la amistad, el compañerismo, la solidaridad y el compromiso para demostrar que no todos formaron parte de la misma sinrazón.
No quiero olvidar el papel de Bulle, la mujer francesa que acurrucaba a Marie y cuyo destino se intuye en el libro, a sabiendas del fin que les depararon a las colaboracionistas francesas en la Francia ocupada. Su generosidad es una lección muy bien lograda.
Prefiero no desvelar el final, es diferente pero muy realista y fue una opción obligada por los que contaban en su árbol genealógico con ascendentes judíos.
Hoy, miro la portada con esos zapatos y tras un viaje a Budapest, me acuerdo del puerto y la hilera de zapatos que permanecen allí como homenaje a los ahogados en el río, víctima de una de las prácticas más crueles de los ejércitos alemanes en las ciudades durante su dramática permanencia.
Con sinceridad quiero decir que no es la mejor que he leído de este género y que tal vez mis expectativas eran mayores, pero es muy buena y merece ser leída. Espero que os guste.

La vida es una negociación perpetua con las condiciones más duras y adversas de la realidad”.

sábado, 8 de octubre de 2016

El libro de los Baltimore, Joel Dicker

Mira que me duele tener que hacer una mala critica de un libro, de vez en cuando me suceden estas situaciones del todo difíciles de superar por mi persona..., pero como dice el refrán: “Mejor caer en gracia que ser gracioso”. Nunca mejor dicho. Desde el dos de agosto que hice la reserva en la Biblioteca, estoy esperando ansiosa el “Libro de los Baltimore” como si no hubiera un mañana, y hasta hace unos días no me avisaron de que estaba disponible, estuve tentada de comprármelo, habida cuenta de lo exigente que soy para esto de la lectura. Menos mal que no lo hice, después de Ruiz Zafón, Joel Dicker es el tío con más “gracioso” de la Literatura Universal.
Sus anteriores novelas no cuentan entre mis lecturas inolvidables, pero fueron aceptables; los cohetes, los tenía reservados para la tercera haber si por fin iba la vencida..., seguirán guardados, la decepción ha sido tan grande que solo es comparable a la espera sufrida todo el verano por una llamada que no llegaba. Aprovecho ahora que nombro la estación del verano, porque ojalá la hubiera leído tirada en la playa, casi que en la reseña habría tenido más condescendencia, pero el otoño es más implacable y no tengo margen para contemplaciones, está claro que me siento decepcionada y que vuelve a ser un misterio los éxitos de “escaparates” y portadas “repetitivas” que no contienen una “historia inolvidable”.
Hasta que tuvo lugar el Drama existían dos ramas de la familia Goldman: los Goldman de Baltimore y los Goldman de Montclair. Los Montclair, de los que forma parte Marcus Goldman, autor de La verdad sobre el caso Harry Quebert, es una familia de clase media que vive en una pequeña casa en el estado de Nueva Jersey. Los Baltimore, prósperos y a los que la suerte siempre ha sonreído, habitan una lujosa mansión en un barrio de la alta sociedad de Baltimore.
Ocho años después del Drama, Marcus Goldman pone el pasado bajo la lupa en busca de la verdad sobre el ocaso de la familia. Entre los recuerdos de su juventud revive la fascinación que sintió desde niño por los Baltimore, que encarnaban la América patricia con sus vacaciones en Miami y en los Hamptons y sus colegios elitistas. Con el paso de los años la brillante pátina de los Baltimore se desvanece al tiempo que el Drama se va perfilando. Hasta el día en el que todo cambia para siempre”.
La antesala de esta de la sinopsis es una invitación a la lectura del “Libro de los Baltimore” por el autor del mismo, Marcus Goldam, conocido y recuperado personaje de la anterior novela del joven escritor suizo. Durante algo menos de quinientas páginas, Marcus nos narra en primera persona la historia familiar de los Baltimore en clave folletinesca y televisiva, para ello pone el epicentro en un acontecimiento que tuvo lugar en el pasado y al que nombra como el “Drama”. Esta continua referencia, mantiene nuestra atención al menos en las primeras cuarenta páginas, para acabar más que saturados de la palabrita pudiendo llegar a imaginar de qué se trata.
Demasiado predecible, dos familias con secretos compartidos y un acontecimiento puntual que las destruyó. Simplista e infantil. El hilo argumental se desenvuelve en idas y venidas al pasado, se convierte en un relato de recuerdos que abarcan desde la adolescencia hasta la actualidad. No hay emociones, ni sobresaltos, los flashbacks son abundantes y tantos giros Y vaivenes temporales, acaban cansando.
Respecto a los personajes ninguno es potente e impactante, no hay a quien atribuir el peso de la historia salvo a Marcus, pero es lógico no en vano es el narrador, no se asiste a una evolución que enriquezca el relato y el hecho de remover continuamente el pasado, acabó llevándome a saltarme páginas con la necesidad de acabarlo y no dejarlo a medias..., ya sabéis que esa es mi última opción.
No puedo criticar el lenguaje por ser tan sencillo como el argumento, es ágil su lectura, en mi caso por las ganas de acabarlo y el final muy predecible y aburrido. Si alguien decide leer a Joel que lo haga y avisar que no es necesario leer las publicaciones anteriores ya que son aisladas a pesar de la coincidencia del personaje principal.
Quiero terminar como siempre hago cuando la reseña no es halagadora, diciendo que escribir es un arte muy difícil de desempeñar, que a mi no me haya llenado no quiere decir que no sea bueno; pero me da rabia de los cientos de libros bien escritos que no gozan de las oportunidades que les sobran a otros, o como en este caso son mal aprovechadas. Es una fortuna tener editoriales detrás y blogs de compañeros que adulan ciertas novelas que dejan bastante que desear en cuanto a calidad literaria, pero para gusto los colores, lo mejor es ser valiente y atreverse a leerla y así sabré si esta visión es sólo una más de mis malas elecciones. Ánimo y espero que os guste.

Así es los recuerdos nos atan al futuro, porque solo la memoria tiene la capacidad para hacerse presente y negociar con nuestro pasado”. 

lunes, 3 de octubre de 2016

El elefante desaparece, Haruki Murakami

Aunque estoy convencida que no es el autor preferido de muchos lectores, a mí no me deja de entretener la capacidad para imaginar situaciones surrealistas y esperpénticas, que tiene este japonés en edad de jubilación y con aspiraciones a un Nobel que no llega.
Murakami nos presenta un repertorio de relatos con grandes dosis de ocurrencias, misterio y exclusividad muy del estilo al que nos tiene acostumbrados; no quiero comparar otras publicaciones de este autor, que siguen estas líneas imaginativas, porque cada creación suya es un microuniverso que solo entiende él y un número de seguidores entre lo que me incluyo, no muy amplio, pero nada despreciable. Entiendo que hay que ser muy “Murakaniano” para disfrutar con estos escritos y no niego que se necesitan “dos pases” para entender y reflexionar sobre ellos, a fin de encontrar el propósito que persigue nuestro narrador nipón.
Un hombre que se obsesiona con la insólita y misteriosa desaparición del elefante de un zoo, un abogado en paro que recibe el encargo de su mujer de encontrar a su gato, una pareja de recién casados que deciden atracar un MacDonald’s en plena noche, una curiosa digresión sobre los canguros, un enano diabólico que baila, un joven empeñado en burlarse de su futuro cuñado, un pirómano confeso...
Diecisiete relatos nos presenta el autor de Tokyo Blue, en todos encontramos un denominador común, la fuerza del destino; sus protagonistas sin excepciones, esperan la intervención del azar para modificar sus vidas. Por si fuera poco, la confianza que los personajes depositan en el destino le llevan a protagonizar situaciones absurdas y descabelladas. Para ello, Murakami no escatima en utilizar un amplio abanico de temas que van desde la soledad, la confusión, el dolor, las tragedias y los valores en crisis hasta el amor y la incomprensión.
Lleva el título del último de los relatos y no puedo contar nada de ninguno, porque todos ellos son de una brevedad muy agradecida. La ventaja de este formato es que se pueden leer de forma aislada y sin orden; narrados con prosa sencilla, amena, aceptable y bastante menos imaginativos que otros que he leído. He notado que no sigue las pautas narrativas utilizadas por el japonés, es decir, creo que no todos pueden que estén escritos de un tirón, es como cuando escribes cartas y pasan años hasta que escribes otras y la forma y las expresiones son diferentes, vamos que los tiempos reales no coinciden; es posible que su publicación sí haya coincidido, pero no el momento en el que se escribieron.
Son escasamente trescientas páginas, siempre queda la oportunidad de elegir al “azar” y esperar tener tanta suerte como la que esperan encontrar los protagonistas de estos relatos sólo apto a los que hace tiempo aceptamos a Haruki como es, un escritor “fuera de lo normal”.
  "El tiempo corre hacia nosotros como una manada de búfalos y aunque no venga en estampida hay que escurrir de vez en cuando el bulto, moverse de un lado para otro para evitar que algún minuto nos atropelle".