Hace
ahora algo menos de un año que este libro se cruzó en mi camino, es
imposible no detenerse ante una portada tan atractiva y elegante; por
entonces no podía relacionarla con nada que no fuera una novela de
la Segunda Guerra Mundial, y como no estaba pasando por un buen
momento, la abandoné literalmente en la librería de Cáceres, donde
ella se me había aparecido sin más.
No
son pocas las veces que descartamos lecturas porque como se dice
coloquialmente, “no
está el horno para bollos”,
y ese era un momento, que hablando de
“hornos”,
evité caer en la tentación, por eso “Momo
y Marie”
se quedaron atrás, pero siempre ha estado en la lista de los
“pendientes”
a leer. Pasado un tiempo más que prudencial, lo he buscado
desesperadamente y curiosidades de la vida, de Cáceres me ha
llegado, para cumplir la tarea que un día dejé inconclusa.
La
he terminado en cuatro días, no me gusta decir que la he devorado,
ese concepto no le hace justicia a los libros que se leen deprisa
pero se disfrutan, ha sido así como la he leído, pausada y sin
prisas, con una lectura ágil y generosa, de manera que no requiere
esfuerzo, solamente...”dejarse
llevar”.
Al parecer está basada en hechos reales, el marco histórico ya lo
he nombrado, el París de 1941 es la ciudad elegida para dar vida a
una historia de superación y crecimiento, que tiene a dos niños
como absolutos protagonistas en lo que es sin duda un relato en el
que afortunadamente, el Holocausto pasa desapercibido deslizándose
de puntilla por la novela, lo que es de agradecer.
Momo
y Marie abandonan su piso con dos o tres cosas en un pequeño saco,
casi como ladrones, dejando todo lo demás en orden, con la esperanza
de volver. Es de noche aún en el París ocupado por los nazis. Sus
padres han sido arrestados y ellos deben esconderse en una buhardilla
y ocultar que son judíos. Bulle, la vecina de la habitación de
enfrente, los acoge y, con su amor a la vida, los inspira para salir
adelante. Así, por las mañanas Momo da clases a Marie, y al
atardecer se sumerge en el bullicioso mercado de Les Halles donde se
ofrece a ayudar a cambio de comida. A su alrededor parece que el
mundo se derrumba, pero su astucia y deseo de superación lo
convierten en el pequeño príncipe de Les Halles.
Philippe
Hayat, es el autor de esta novela coral en la que al margen del papel
estelar de Momo, aparecen una galería de personajes muy
representativa de la Francia Ocupada, sin duda su ambientación la
sitúa en el género de novela histórica, pero muy lejana de todos
los tópicos de las obras del genocidio nazi.
Cuando
el argumento gira entorno a las capacidades y destrezas de un niño
de 13 años para ser un superviviente en una jungla de miseria, el
alma se nos encoge al imaginar que Momo ha caído de bruces en la
madurez, sin recordar si algún día gozó de niñez y lo peor de
todo si llegará a la vejez. Edades de hombres que pelean en un
escenario muy parisino, el Mercado de Les Halles, en esos entornos,
cualquier cosa puede pasar y la novela se recrea en muchos momentos
vividos por Momo de la mano de quienes le enseñan y aprovechan de su
situación.
Tengo
que decir que es ese tramo de la novela el que acaba siendo algo
repetitivo y me obligó a saltar algunos pasajes donde “todos
los días eran iguales”. A su favor defender la
extraordinaria labor de documentación de esas practicas del
estraperlo, frecuentes en momentos de carestía y posguerra, y que
curtió a nuestro joven superviviente, llegando a depararle una
suerte nefasta que abre la parte más puramente “nazi”
de “Momo y Marie”.
Salvo
este tirón final, muy agónico y cruel, el resto se hace llevadero.
Narrada en primera persona, va contando la vida de cada uno de los
personajes que tejen la trama; es una novela de “vidas
anónimas” “con nombres propios” con las que estamos
familiarizados por otras lecturas, lo hacen con un lenguaje sencillo
y delicado, con ciertos cambios de ritmo y amenizada por diálogos
que suavizan los momentos más tensos del relato.
Cualquier
novela en este marco histórico, resalta los valores de la amistad,
el compañerismo, la solidaridad y el compromiso para demostrar que
no todos formaron parte de la misma sinrazón.
No
quiero olvidar el papel de Bulle, la mujer francesa que acurrucaba a
Marie y cuyo destino se intuye en el libro, a sabiendas del fin que
les depararon a las colaboracionistas francesas en la Francia
ocupada. Su generosidad es una lección muy bien lograda.
Prefiero
no desvelar el final, es diferente pero muy realista y fue una opción
obligada por los que contaban en su árbol genealógico con
ascendentes judíos.
Hoy,
miro la portada con esos zapatos y tras un viaje a Budapest, me
acuerdo del puerto y la hilera de zapatos que permanecen allí como
homenaje a los ahogados en el río, víctima de una de las prácticas
más crueles de los ejércitos alemanes en las ciudades durante su
dramática permanencia.
Con
sinceridad quiero decir que no es la mejor que he leído de este
género y que tal vez mis expectativas eran mayores, pero es muy
buena y merece ser leída. Espero que os guste.
“La
vida es una negociación perpetua con las condiciones más duras y
adversas de la realidad”.
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