domingo, 20 de septiembre de 2020

La buena suerte, Rosa Montero

Una tarde de camino al trabajo, tuve la oportunidad de escuchar una entrevista a la autora de “La ridícula idea de no volver a verte”. Leerla y escucharla es a la par una gozada, de manera que aunque ya esperaba la salida al mercado de la “La buena suerte”, me apunté en mi frágil memoria la tarea pendiente de adquirirla lo antes posible. Creo que la compré el mismo día que llegó a la librería de María.

Algo que me llamó poderosamente la atención, fue la sinopsis tan extensa que deja ver más en la misma que en la propia novela, me hubiera gustado algo más breve y no tan explícita…, pero bueno, es solo un detalle que me ha parecido oportuno comentar.

 “¿Qué impulsa a un hombre a bajarse anticipadamente de un tren y ocultarse en un pueblo de mala muerte? ¿Quiere recomenzar su vida o pretende acabar con ella? Tal vez esté huyendo de alguien, o de algo, o incluso de sí mismo, y el destino le ha traído a Pozonegro, un antiguo centro hullero que ahora agoniza. 

Por delante de su casa pasan trenes que pueden ser salvación o condena, mientras los perseguidores estrechan el cerco. La perdición parece estar más próxima cada día.

Pero este hombre, Pablo, también conoce gente en aquel lugar maldito, como la luminosa, incompleta y algo chiflada Raluca, que pinta cuadros de caballos y tiene un secreto. Allí todos arrastran algún secreto, algunos más oscuros y peligrosos que otros. Y algunos simplemente ridículos. También hay humor en ese pueblo triste, porque la vida tiene mucho de comedia. Y gente que finge ser quien no es, o que oculta lo que planea. Es el gran juego de las falsedades.

Un mecanismo de intriga hipnotizante desvela poco a poco el misterio de ese hombre, y al hacerlo nos muestra el interior de lo que somos, una radiografía de los anhelos humanos: el miedo y la serenidad, la culpa y la redención, el odio y el deseo. Esta novela habla del Bien y del Mal, y de cómo, pese a todo, el Bien predomina. Es una historia de amor, de amor tierno y febril entre Raluca y el protagonista, pero también de amor por la vida. Porque después de cada derrota puede haber un nuevo comienzo, y porque la suerte sólo es buena si decidimos que lo sea”.

Bueno, ahora no os quedará duda de a que me refería con una sinopsis tan extensa. Yo os diría que es una historia de casi trescientas páginas que se leen en el trayecto de un viaje en tren, siempre que no sea de Extremadura, y que empezando en el origen al llegar al destino lo habréis cerrado sin esfuerzo alguno.

Para convenceros de su lectura os diré que es una novela de amor a la vida que nos recuerda que, a pesar de todo, hay razones para creer en el ser humano, para no perder la esperanza. Una novela brillante y luminosa sobre la alegría de vivir, lo que no quiere decir que me terminará de convencer. La historia es muy tranquila y de reflexiones que es lo que más me gusta de esta escritora, pero por momentos me ha parecido que la escribió con prisas o como un relato que tuviera en su memoria y fuera urgente transcribir…, una sensación muy rara.

“La buena suerte” es un libro fácil de leer, sencillo y ágil, aunque un poco rancio. La historia gira en torno a Pablo, que se acaba comprando un piso en un pueblo desangelado, Pozonegro, donde empieza a trabajar de reponedor en un supermercado mientras intenta reordenar su vida. Allí será donde conozca a Raluca, una mujer que fue abandonada de pequeña por sus padres, y que se ha ido haciendo a sí misma. Con todo esto sobre la mesa, el thriller empieza a tomar forma, el resto casi lo cuenta la sinopsis, sobra repetirlo.

No son los únicos personajes, un abanico de lo más variopinto conforman el elenco de protagonistas a los que no les faltan sus propias historias de vida, vamos que la mayoría “tienen lo suyo”. A todos les acompañan un sinfín de topicazos propios de personajes femeninos y masculinos.

Me gusta la forma de narrar de Rosa Montero, eso no se cuestiona, la manera en la que plantea una situación y poco a poco la va encajando como piezas de un rompecabezas que permite disipar el problema inicial, resolviendo los misterios que envuelven a sus personajes.

Tal es así que sin contar la vida del personaje en cuestión, cuenta historias diferentes, dramas familiares, trucos de supervivencias, malos tratos infantiles, reflexiones sobre el suicidio y la muerte, la ausencia de un padre, las relaciones de pareja o el inestimable amor por los animales.

Los aires de melancolía, los toques de romanticismo y las dosis de humor bien administradas logran la narrativa sólida y la prosa impecable de esta autora, a la que a pesar de todo no le puedo otorgar mi sentir como la historia que me esperaba.

No se me ocurriría decir que es malo, pero siempre los finales marcan la nota final y atenúan la flojedad que podamos haber percibido en sus páginas y personalmente me ha parecido tan feliz y utópico que no me lo acabo de creer.

Quiero encontrar la razón de mi reseña, no es bueno esperar siempre aquello que una vez marcó nuestra lecturas; “La ridícula idea de no volver a verte” es tan especial en mi bagaje de lectora que siempre que leo a Rosa Montero quiero lo mismo o más, en el fondo es injusto y las comparaciones restan objetividad al comentario; de manera que como digo a estas alturas, es solo mi humilde opinión, la leí con entusiasmo, para nada se me pasó por la cabeza abandonarla y la he recomendado porque es una gran novela que crece página a página de forma modesta, tal como es su narración, lo que sería muy osado descalificar por mi parte. Os gustará.

“La suerte es lo que aparece cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Las fiebres de la memoria, Gioconda Belli

Es la primera vez que leo algo de esta escritora nacida en Nicaragua. Me llegó por casualidad y me atrajo su portada que me hizo pensar en una historia cargada de leyendas y viajes exóticos que hacía tiempo que no leía.
Al parecer la autora tenía grandes deseos de explorar lo concerniente a la vida de su abuela Graciela Zapata, en un intento por conectar esta figura con los escándalos de la corte francesa del siglo XIX y los orígenes de su propia familia.
Puede sonar a biografía pero no lo es. En el prólogo de la novela nos describe la fuerte y entrañable personalidad de su abuela, así como los misterios que rodearon su apasionante vida.

“Corre el año 1847. Charles Choiseul de Praslin, un noble de la corte de Luis Felipe I de Orleans, rey de Francia, se ve acusado de un crimen pasional. A instancias del propio rey, gran amigo suyo, De Praslin finge su suicidio y, en su huida, embarca con destino a Nueva York. Conoce allí al poderoso magnate Cornelius Vanderbilt  quien lo invita a acompañarlo en la Ruta del Tránsito, a través del río San Juan y el lago de Nicaragua. Seducido por la vegetación tropical y la exótica belleza de ese país, decide quedarse, atraído por la idea de ese lugar remoto donde nadie podrá reconocerlo. En Matagalpa, ciudad de las brumas, su destino se cruza con el de una mujer cautivadora, la joven viuda Margarita Arauz, a quien llaman la Rosa Blanca”.

En la novela se cuenta el periplo de un noble de la corte de Luis Felipe I de Orleans, que ayudará a nuestro personaje a desaparecer fingiendo un suicidio, es en este desafío donde reside la trama de la historia. Su capacidad y afán de superación en mundos y ambientes diferentes serán su salvación por muy tortuosa que esta resulte.
Es una novela histórica fácil, ágil y con la que se puede disfrutar un par de tardes. Me gustó la psicología del protagonista, por momentos lo comprendía. Me hizo reflexionar mucho sobre el deber y el deseo. Y el final me dio una gran sorpresa Gioconda mezcla en este libro la investigación y la imaginación, haciéndolos indistinguibles, en su intento por reconstruir la historia de su lejano familiar. Crea una historia entretenida, que atrapa (aunque los primeros capítulos son tediosos y algo difíciles de seguir), y muy consistente en la que presenta todo un universo y deja ver el drama y el dilema eterno de la construcción y el cuestionamiento de la propia identidad.
Escrita en primera persona, bajo la óptica del duque, no es una novela romántica, a pesar que la historia no está exenta de pasión y narra los avatares de un romance. Aborda las segundas oportunidades que tienen los seres humanos al verse forzados a migrar, como fue el caso de nuestro duque que reconstruye su vida en Matagalpa, hace cosas buenas, trabaja de médico. Fue un hombre muy dedicado a la población, a su familia, pero también misterioso.
Os la recomiendo por las descripciones de los viajes y la aventura en sí, no dudo del trabajo de documentación que hay detrás, pero el misterio y el romance no me parecieron tan bien trabajados. La etiquetaría entre novela histórica y biográfica con una narrativa de lujo y belleza, aunque para animaros os diré que no le falta amor y misterio. Os gustará.

“Cuando recordar no pueda, ¿dónde mi recuerdo irá? Una cosa es el recuerdo y otra cosa es recordar”.

sábado, 12 de septiembre de 2020

Fin de temporada, Ignacio Martínez de Pisón


Nombrar todas las novelas de este autor daría para un único comentario. Mejor repito lo que tantas veces digo, hay escritores que son garantía de disfrute y Martínez de Pisón, entra en esa categoría de acierto en la que la elección no peligra y nuevamente puedo decir que así ha sido. No es que sea su mejor libro, pero su narrativa fiel lo hace entretenido y ameno, lo justo para dedicarle un par de tardes.

“Una carretera junto a la frontera de Portugal, junio de 1977. Juan y Rosa, apenas adolescentes, tienen cita en una clínica abortista clandestina, pero un accidente les impedirá llegar a su destino. Casi veinte años después, Rosa y su hijo Iván comienzan el que será el proyecto de su vida, la recuperación de un camping en la Costa Dorada, en el otro extremo de la península. Desde que Iván nació han vivido en diferentes lugares, siempre de forma provisional, siempre solos, huyendo de un pasado que no tardará en alcanzarlos”.

Asistimos a una novela basada en la historia de una madre con un hijo en exceso protegido que al llegar a la mayoría de edad se plantea su independencia. La trama gira alrededor de un secreto del que se entera el protagonista en un intento por reconstruir su infancia y su juventud, algo que su madre ha guardado celosamente a lo largo de su vida. Una novela sobre la fuerza, a veces envenenada, de los lazos de sangre; sobre secretos familiares que hacen que cada generación se vea abocada a repetir ciertos errores, y sobre cómo saber nos transforma en otras personas.

Una historia que se traza gracias a personajes memorables, sencillos, reconocibles y una relación madre e hijo extraordinaria que recorre casi un cuarto de siglo y nos descubre que el pasado no resuelto es una trampa vital aunque intentemos ignorarlo, o precisamente por ello.

Tengo que reconocer que me enganchó desde el principio pero que fue perdiendo fuerza a medida que avanzaba el relato, me parecieron que muchos cabos quedaban sueltos, como si la historia no acabara de cerrarse y al final  se quedara inconclusa.

La mayor parte de la historia transcurre en un camping, un lugar original y con aire de provisionalidad, bastante alejado del concepto tradicional de hogar, el papel de este espacio es tan relevante que llega a convertirse en un personaje más.

Es una radiografía de las relaciones materno-filiales entre una madre soltera posesiva y su único hijo, marcos familiares en los que el autor se mueve como pez en el agua, el impacto de los lazos de sangre, los secretos escondidos y el peso de un pasado que siempre vuelve por muy enterrado que esté.

Narración fluida, lenguaje asequible y prosa cuidada no faltan en una ficción redonda en la que todo acaba encajando a la perfección.

Os la recomiendo por la sencillez de lectura, por su sentido atemporal y porque te hace plantearte la necesidad de abordar las conversaciones pendientes, las tengas con quien las tengas. Os gustará.

“Un gran error es arruinar un presente, recordando un pasado que ya no tiene futuro”.


miércoles, 9 de septiembre de 2020

Seguiré tus pasos, Care Santos

“El aire que respiras”, “Deseo de chocolate”, “Habitaciones cerradas”, “Media vida” y “Todo el bien y todo el mal”, son algunas de los títulos que he leído de esta escritora catalana autora de doce novelas y que hasta ahora nunca me ha decepcionado. Es la segunda parte de la bilogía empezada con “Todo el bien y todo el mal”, la autora es fiel a su estilo destacando por la facilidad de lectura y una trama que engancha desde la primera página. Un relato que nos lleva del presente al pasado bajo el marco de la Guerra Civil española. Lo mejor es que termina por desvelar misterios que se quedaron sin resolver en la primera entrega.

 “Reina, una mujer acostumbrada a tomar sus propias decisiones, recibe una llamada inesperada que puede cambiarlo todo: ha aparecido una carta repleta de secretos que su destinataria nunca leyó y que revela una nueva verdad. Al mismo tiempo, alguien pretende abrir la tumba de su padre, José Gené, muerto en extrañas circunstancias hace más de cuarenta y cuatro años en un pueblo de los Pirineos. La historia de su padre, y de aquellos que lo rodearon, llevará a la protagonista hasta Conques, una pequeña localidad de la provincia de Lleida, pero también a un día de un pasado lejano, el 26 de enero de 1939, cuando las tropas de Franco tomaron Barcelona. Un día de vencedores y vencidos después del cual nada volvió a ser como antes”.

Historia muy bien escrita que se puede leer independientemente de si se ha leído la primera parte, hay que echar paciencia a la hora de enfrentarse con este relato algo enrevesado que te lleva lo mismo a un pasado inmediato que lejano, a un regreso al presente y a momentos intermedios…y así toda la novela. Es sencillamente diferente, más que la historia de Reina, es la historia de su padre, de ahí los treinta años de viaje en el tiempo con el único propósito de conocer la juventud de sus padre, su paso por la guerra y su actividad como comerciante en la España de posguerra tras la victoria franquista.

Que nadie tema lo peor, no es una novela de la Guerra Civil Española, es una historia de amor obsesivo de un hombre que sigue los pasos de una mujer en esos años de dolor de nuestra España. Es por ello que nuestra protagonista es desplazada por su padre con quien tiene que compartir un protagonismo no negociable. Aunque nada tiene que ver el tema y el tratamiento entre ambas novelas, las dos conforman una unidad y tanto en una como en otra, los personajes están bien trazados  no son ni buenos ni malos, sino que tienen de todo un poco, lo que hace tan creíble esta historia que no te queda más remedio que reconocer lo buena que es.

Es por ello que uno de los puntos fuertes de esta novela, como en todas las de Care Santos, son los personajes muy reales y profundos, cargados de vivencias que dejan tras ello una historia única de vida.

La novela se estructura en dos tramas, la del presente que nos habla de Reina en la actualidad, de su viaje a Conques y de lo que averigua de su padre. La del pasado que nos retrotrae a la juventud de su padre, su llamamiento a filas, el estallido de la guerra y su prematura muerte. Dividida en cien capítulos de extensión aceptable, más una especie de  epílogo. En ambas tramas un narrador omnisciente es el encargado de hacernos llegar los hechos que van dando cuerpo a una historia intimista, con fuertes dosis de misterio, intriga y secretos familiares, incorporados con mesura hasta llegar a conformar un libro entretenido e inolvidable.

Ambientación impecable, con detalles que nos sitúan con precisión en los lugares donde transcurre la historia, utilizando un estilo sencillo, sin largas descripciones y un ritmo un tanto pausado que potencia la lectura ágil. Todo esto unido a la esa forma que tiene la autora de alimentar nuestra curiosidad hizo posible no solo terminarlo sino disfrutarlo desde principio a fin.

Podríamos estar ante una novela coral bastante creíble, donde tanto los recuerdos como los personajes silenciosos luchan por salir a la luz mediante palabras escritas o mediante cartas o mediante la memoria.

Care, no nos cuenta nada novedoso o que no sepamos, pero sí que nos recuerda las miserias que pasaron muchas personas y lo bien que supieron aprovecharlas otros.

Quiero terminar diciendo que “Seguiré tus pasos” es una novela que rinde tributo a la memoria y a la necesidad de no mantenernos ajenos a nuestro pasado, con sus luces y sombras, pero con la exigencia de conocerlo. Os la recomiendo para aquellos momentos en los que queráis disfrutar de una historia emotiva y cargada de sensibilidad, que no “sensiblona”. Os gustará.

“La vida no cuenta los pasos que has dado, cuenta las huellas que has dejado”,

viernes, 4 de septiembre de 2020

El murmullo de las abejas, Sofía Segovia

Sin más remedio hay que ir diciendo adiós al verano. Cerrar la etapa estival resulta de lo más penoso por la implicación de retorno a la realidad, que en su descanso temporal, nos espera a la vuelta de unos meses que nos han parecido demasiado breves. Tenía esta novela reservada para este momento con la finalidad de hacer del regreso algo “dulce” como la miel y creo que lo he logrado.

“Una mañana cualquiera un hombre de avanzada edad toma un taxi en la ciudad de Monterrey rumbo a Linares, su ciudad natal. El viaje solo llevará unas horas, pero el viejo habla y no para, como si delante de él se desplegara todo su pasado. Así, el taxista y los lectores vamos a conocer la historia de una familia mexicana de terratenientes, los Morales Cortés, desde el principio del siglo XX hasta hoy. De repente, en el fluir de las palabras, asoma el rostro amigo de un niño sabio que no puede hablar, pero oye lo que otros no saben o no quieren oír, y anda rodeado de abejas. Ellas son sus aliadas y las que sabrán guardar los secretos del caserón de Linares, un lugar donde viven mujeres hermosas y tercas y las naranjas tienen un sabor especial. Incluso la muerte es distinta en Linares, y el hombre lo sabe. Por eso viaja, habla, recuerda...”

Este libro es una entrañable historia a medio camino entre el realismo mágico latinoamericano y la novela histórica, mezcla de ficción y realidad en un marco como fue la revolución mexicana y la reforma agraria de comienzos del siglo XX, cuyo protagonista será Simonopio, quien dejará huellas de amor, polen y miel en los miembros de la familia Morales. Son casi quinientas páginas cuya estructura se nos presenta dividida en cien capítulos, narrados por voces diferentes que usara la autora en un esfuerzo por contarnos todos los detalles de esta historia tan singular.

La narrativa en principio me resultó un poco compleja (nunca me había topado con alguna de este estilo), cada personaje es protagonista de su propia parte en la historia, con el paso de las paginas resulta justificado todo lo que nos cuenta, para poder comprenderlos un poco mejor y conocer sus motivaciones y sentimientos.

El murmullo de las abejas cuenta con dos narradores que más o menos conforman dos líneas argumentales, pasado y presente, no muy delimitadas entre sí pero si distinguibles. Uno de ellos es una tercera persona que prácticamente es la que conduce toda la historia. Y una voz en primera persona para enlazar pasado y presente que nos da un punto de vista más subjetivo.

Respecto a los personajes están extraídos de la realidad con sus preocupaciones, pasiones, obsesiones, miedos, inquietudes como la familia Morales Cortés, conformada por Francisco, su esposa Beatriz, sus hijas Consuelo y Carmen, más adelante por el pequeño Francisco. El protagonista que guía la acción será Simonopio, cuyo origen es desconocido, fue encontrado por otro personaje, llamado la Nana Reja, abandonado al nacer, y cubierto de abejas. Físicamente tiene una deformidad en su boca y esto hace que no pueda comunicarse verbalmente con nadie, solo con sus abejas. Las sigue en sus largos viajes y ellas se comunican con él.

La ambientación está tratada con todo lujo de detalles, es un viaje en el tiempo y en el espacio. Los detalles del paisaje que nos brinda Sofía Segovia a medida que leemos y viajamos junto a los personajes me ayudó a imaginarme todo, a sentir aromas, sonidos, texturas y colores. Esta atmósfera sirve para dar cuerpo a las historias, cuentos y anécdotas de las vivencias del viejo Linares que la autora nos regala en cada párrafo de esta novela, sin sacrificar el bello realismo mágico que nos recuerda a escritores como Isabel Allende, Laura Esquivel o Gabriel García Márquez.

En la novela dos pilares fundamentales son la tierra y la familia como dos elementos que dan sentido a la vida. La tierra es nuestro hogar, a ella que nos aferramos, en ella echamos raíces y es testigo mudo de diferentes generaciones. Estas generaciones las forman la familia, alrededor de la cual todo gira y no necesariamente compuesta por vínculos de sangre porque también hay personas que llegan cualquier día y de cualquier forma para quedarse y compartir nuestros peores y mejores momentos.

La elección de esta novela coincidió con un cierre de mes y casi de temporada de verano y tiempo libre, es la ideal para evadirse hacia tierras llenas de olores y sensaciones que superan el drama y la tragedia que contienen sus páginas, lectura que deja momentos de paz que aligeran las futuras preocupaciones, solo queda disfrutarla sin más pretensiones y como siempre digo, sin ser jueces del trabajo de la escritora entre otras razones porque yo solo soy una lectora que nada sabe del arte de escribir. Os gustará.

“La vida no da garantías. A nadie. No espera a nadie. No tiene consideración con nadie”.