“El
aire que respiras”, “Deseo de chocolate”, “Habitaciones cerradas”, “Media vida”
y “Todo el bien y todo el mal”, son algunas de los títulos que he leído de esta
escritora catalana autora de doce novelas y que hasta ahora nunca me ha decepcionado.
Es la segunda parte de la bilogía empezada con “Todo el bien y todo el mal”, la
autora es fiel a su estilo destacando por la facilidad de lectura y una trama
que engancha desde la primera página. Un relato que nos lleva del presente al
pasado bajo el marco de la Guerra Civil española. Lo mejor es que termina por
desvelar misterios que se quedaron sin resolver en la primera entrega.
Historia muy bien escrita que se puede
leer independientemente de si se ha leído la primera parte, hay que echar
paciencia a la hora de enfrentarse con este relato algo enrevesado que te lleva
lo mismo a un pasado inmediato que lejano, a un regreso al presente y a
momentos intermedios…y así toda la novela. Es sencillamente diferente, más que
la historia de Reina, es la historia de su padre, de ahí los treinta años de
viaje en el tiempo con el único propósito de conocer la juventud de sus padre,
su paso por la guerra y su actividad como comerciante en la España de posguerra
tras la victoria franquista.
Que
nadie tema lo peor, no es una novela de la Guerra Civil Española, es una
historia de amor obsesivo de un hombre que sigue los pasos de una mujer en esos
años de dolor de nuestra España. Es por ello que nuestra protagonista es
desplazada por su padre con quien tiene que compartir un protagonismo no
negociable. Aunque nada tiene que ver el tema y el tratamiento entre ambas novelas,
las dos conforman una unidad y tanto en una como en otra, los personajes están bien trazados no son ni buenos ni malos, sino que tienen de
todo un poco, lo que hace tan creíble esta historia que no te queda más remedio
que reconocer lo buena que es.
Es por ello que uno de los puntos
fuertes de esta novela, como en todas las
de Care Santos, son los personajes muy reales y profundos, cargados de vivencias que dejan tras
ello una historia única de vida.
La novela se estructura en dos tramas, la del presente que nos habla de
Reina en la actualidad, de su viaje a Conques y de lo que averigua de su padre.
La del pasado que nos retrotrae a la juventud de su padre, su llamamiento a
filas, el estallido de la guerra y su prematura muerte. Dividida en cien capítulos
de extensión aceptable, más una especie de epílogo. En ambas tramas un narrador
omnisciente es el encargado de hacernos llegar los hechos que van dando cuerpo
a una historia intimista, con fuertes dosis de misterio, intriga y secretos
familiares, incorporados con mesura hasta llegar a conformar un libro
entretenido e inolvidable.
Ambientación impecable, con detalles que nos sitúan con precisión en los
lugares donde transcurre la historia, utilizando un estilo sencillo, sin largas
descripciones y un ritmo un tanto pausado que potencia la lectura ágil. Todo
esto unido a la esa forma que tiene la autora de alimentar nuestra curiosidad hizo
posible no solo terminarlo sino disfrutarlo desde principio a fin.
Podríamos estar ante una novela coral
bastante creíble, donde tanto los recuerdos como los personajes silenciosos
luchan por salir a la luz mediante palabras escritas o mediante cartas o
mediante la memoria.
Care, no nos cuenta nada novedoso o
que no sepamos, pero sí que nos recuerda las miserias que pasaron muchas
personas y lo bien que supieron aprovecharlas otros.
Quiero terminar diciendo que “Seguiré
tus pasos” es una novela que rinde tributo a la memoria y a la necesidad de no
mantenernos ajenos a nuestro pasado, con sus luces y sombras, pero con la
exigencia de conocerlo. Os la recomiendo para aquellos momentos en los que
queráis disfrutar de una historia emotiva y cargada de sensibilidad, que no “sensiblona”.
Os gustará.
“La vida no cuenta los pasos que has dado, cuenta las huellas que has dejado”,
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