miércoles, 20 de febrero de 2013

Testigo invisible, Carmen Posadas

Me atrajo enormemente la portada del libro, la cara de un niño que asoma su mirada escondido con ojos de temor y la recargada decoración de la puerta que impide ver la totalidad del rostro ya me provocó curiosidad suficiente como para leer la sinopsis y decidir si mi primera impresión era acertada o por el contrario era eso, una curiosa portada.
Rusia!!!, estaba todo dicho, un relato de Historia, un momento histórico impactante la decadencia del gigante imperial ruso y los momentos previos al estallido de su revolución... como yo digo “no era negociable”, había que leerlo con el entusiasmo que las novelas históricas despiertan en mí y más en el elegido y atrayente tema de la familia Romanov sobre la que tanto se ha escrito y especulado.
No quiero desvelar la trama de la novela, pero algo debo contar para que no se os ocurra despreciarla. Quince años tiene el protagonista de la novela en el momento en el que se convierte en “testigo invisible” de uno de los acontecimientos más impactante del final de la Rusia de los emperadores. En la actualidad cuenta con algo más de noventa años y decide en un viaje al pasado confeccionar un relato de aquella experiencia que ha marcado su vida, sus recuerdos y el peso de aquel secreto que le ha acompañado toda su existencia.
Etiquetada de novela histórica la autora nos presenta un desfile de personajes de lo más varipinto que abarca desde la realeza rusa hasta el personal a su servicio, sin olvidar protagonistas de la vida política de estos momentos, tanto del lado de los bolcheviques como de los que tuvieron alguna implicación en el devenir de la llegada de la Revolución Rusa.
El relato se detiene en la figura de Rasputín y el papel que desempeñó en palacio y en el entorno de los Romanov.
A mi juicio bien documentada, no hay que considerarla una tesina sobre el tema, es una narración entre la realidad y la ficción perfectamente engarzada, apasionante, con emociones aseguradas y tensión literaria que no disminuye al avanzar la misma. La carga recae sobre Leonid, al que reconocemos una vida fascinante, única y tremendamente interesante.
La clave de la novela es un principio de “arpón” y un final esperado, que no decepciona lo que la hace un relato apasionante. Mezcla del pasado y el presente se recrea en los hechos históricos sin despreciar los humanos.
Gracias a la autora nos encontramos ante un edificio perfectamente levantado por un arquitecto (Leonid) en base a los pilares de su recuerdo y con las grúas de la reflexión de lo narrado siempre en primera persona, con elegancia, suspense, notas aleccionadoras y sin perder la intencionalidad de entretener al lector.
Las opiniones que he compartido con quienes la han leído coinciden con mi visión de la misma y la hace recomendable para todo tipo de lector y en especial para los seguidores de la Historia del “gigante de pies de barro” que algunos historiadores llamaron a la gran Rusia Imperial. Espero que no pase “invisible” delante de vuestros ojos.

No hay en el mundo nada tan apasionante como estudiar a las personas, sobre todo cuando creen que nadie las está observando, y ser algo así como un testigo invisible”.