Una
tarde de camino al trabajo, tuve la oportunidad de escuchar una entrevista a la
autora de “La ridícula idea de no volver a verte”. Leerla y escucharla es a la
par una gozada, de manera que aunque ya esperaba la salida al mercado de la “La
buena suerte”, me apunté en mi frágil memoria la tarea pendiente de adquirirla
lo antes posible. Creo que la compré el mismo día que llegó a la librería de
María.
Algo que me llamó poderosamente la atención, fue la sinopsis tan extensa que deja ver más en la misma que en la propia novela, me hubiera gustado algo más breve y no tan explícita…, pero bueno, es solo un detalle que me ha parecido oportuno comentar.
“¿Qué impulsa a un hombre a bajarse anticipadamente de un tren y ocultarse en un pueblo de mala muerte? ¿Quiere recomenzar su vida o pretende acabar con ella? Tal vez esté huyendo de alguien, o de algo, o incluso de sí mismo, y el destino le ha traído a Pozonegro, un antiguo centro hullero que ahora agoniza.
Por delante de su
casa pasan trenes que pueden ser salvación o condena, mientras los
perseguidores estrechan el cerco. La perdición parece estar más próxima cada
día.
Pero este hombre, Pablo, también conoce gente en aquel
lugar maldito, como la luminosa, incompleta y algo chiflada Raluca, que pinta
cuadros de caballos y tiene un secreto. Allí todos arrastran algún secreto,
algunos más oscuros y peligrosos que otros. Y algunos simplemente ridículos.
También hay humor en ese pueblo triste, porque la vida tiene mucho de comedia.
Y gente que finge ser quien no es, o que oculta lo que planea. Es el gran juego
de las falsedades.
Un mecanismo de intriga hipnotizante desvela poco a
poco el misterio de ese hombre, y al hacerlo nos muestra el interior de lo que
somos, una radiografía de los anhelos humanos: el miedo y la serenidad, la
culpa y la redención, el odio y el deseo. Esta novela habla del Bien y del Mal,
y de cómo, pese a todo, el Bien predomina. Es una historia de amor, de amor
tierno y febril entre Raluca y el protagonista, pero también de amor por la
vida. Porque después de cada derrota puede haber un nuevo comienzo, y porque la
suerte sólo es buena si decidimos que lo sea”.
Bueno, ahora no os quedará duda de a que me
refería con una sinopsis tan extensa. Yo os diría que es una historia de casi
trescientas páginas que se leen en el trayecto de un viaje en tren, siempre que
no sea de Extremadura, y que empezando en el origen al llegar al destino lo
habréis cerrado sin esfuerzo alguno.
Para convenceros de su lectura os diré que es
una novela de amor a la vida que nos recuerda que, a pesar de todo, hay razones
para creer en el ser humano, para no perder la esperanza. Una novela brillante
y luminosa sobre la alegría de vivir, lo que no quiere decir que me terminará
de convencer. La historia es muy tranquila y de reflexiones
que es lo que más me gusta de esta escritora, pero por momentos me ha parecido
que la escribió con prisas o como un relato que tuviera en su memoria y fuera
urgente transcribir…, una sensación muy rara.
“La
buena suerte” es un libro fácil de leer, sencillo y ágil, aunque un poco
rancio. La historia gira en torno a Pablo, que se acaba comprando un piso en un
pueblo desangelado, Pozonegro, donde empieza a trabajar de reponedor en un
supermercado mientras intenta reordenar su vida. Allí será donde conozca a
Raluca, una mujer que fue abandonada de pequeña por sus padres, y que se ha ido
haciendo a sí misma. Con todo esto sobre la mesa, el thriller empieza a tomar
forma, el resto casi lo cuenta la sinopsis, sobra repetirlo.
No
son los únicos personajes, un abanico de lo más variopinto conforman el elenco
de protagonistas a los que no les faltan sus propias historias de vida, vamos
que la mayoría “tienen lo suyo”. A todos les acompañan un sinfín de topicazos
propios de personajes femeninos y masculinos.
Me
gusta la forma de narrar de Rosa Montero, eso no se cuestiona, la manera en la
que plantea una situación y poco a poco la va encajando como piezas de un
rompecabezas que permite disipar el problema inicial, resolviendo los misterios
que envuelven a sus personajes.
Los
aires de melancolía, los toques de romanticismo y las dosis de humor bien
administradas logran la narrativa sólida y la prosa impecable de esta autora, a
la que a pesar de todo no le puedo otorgar mi sentir como la historia que me
esperaba.
No
se me ocurriría decir que es malo, pero siempre los finales marcan la nota
final y atenúan la flojedad que podamos haber percibido en sus páginas y
personalmente me ha parecido tan feliz y utópico que no me lo acabo de creer.
Quiero
encontrar la razón de mi reseña, no es bueno esperar siempre aquello que una
vez marcó nuestra lecturas; “La ridícula idea de no volver a verte” es tan
especial en mi bagaje de lectora que siempre que leo a Rosa Montero quiero lo
mismo o más, en el fondo es injusto y las comparaciones restan objetividad al
comentario; de manera que como digo a estas alturas, es solo mi humilde
opinión, la leí con entusiasmo, para nada se me pasó por la cabeza abandonarla
y la he recomendado porque es una gran novela que crece página a página de
forma modesta, tal como es su narración, lo que sería muy osado descalificar
por mi parte. Os gustará.
“La suerte es lo que
aparece cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”.
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