lunes, 30 de noviembre de 2015

Dos años, ocho meses y veintiocho noches, Salman Rushdie

Si nos entretenemos en sumar las cantidades de años, meses y noches del título, saldrá la mágica cifra de “Mil y una noches”; esta, es la primera de las curiosidades de la novela del angloindio Salman Rushdie. Nacido en Bombay tiene como nombre verdadero, Anis Khaliqi Dehlavi, y aquí llega la segunda curiosidad; su actual nombre lo adoptó en honor de Ibn Rushd, conocido en occidente como Averroes, filósofo y médico cordobés por el que profesa una auténtica devoción.
Quiero avisar que aquellos seguidores de este controvertido escritor, encontrarán la novela muy de su estilo, pero no garantizo que la entiendan ni la acaben los que no son asiduos a la manera tan original y exclusiva de escribir de Salman. Ahora bien, está muy ajustada a los amantes de lecturas tipo a “El señor de los Anillos” y “Juegos de tronos”.
Para que nadie se llame a engaño os pongo la sinopsi:
Hace siglos, Dunia, princesa del Peristán (mundo féerico), se enamoró de Ibn Rushd, el filósofo aristotélico y le dio una amplísima prole, cuya descendencia se distinguía por unos curiosos lóbulos de las orejas. Cuando se rompen los sellos que separan el Peristán del mundo físico y los yinns oscuros, en connivencia con el rival de Ibn Rushd, Al Ghazali, tan muerto como él, planean sembrar de miedo y caos la tierra para que los hombres conserven a sus dioses, Dunia tendrá que regresar a la tierra y hacerse cargo, junto con sus mágicos descendientes, de la amenaza.
Desde el inicio, queda evidente la manera fantástica de relatar propia de este enemigo del radicalismo islámico. Nos presenta una mezcla de historias mágicas engarzadas, con una imaginación delirante, mitología y amores eternos, dentro de la “Historia de la Era de la Extrañeza”. Para narrar los acontecimientos despliega todos los recursos literarios conocidos por el autor.
He entendido que era un cuento moderno acerca de los conflictos que aquejan a la Humanidad; las raíces de este estilo narrativo, empleado con los niños, se remonta a la antigua India, donde como aquí, los relatos se contaban sin orden convencional ni en el tiempo ni el espacio, pero con una lógica aplastante.
A lo largo de las cuatrocientas páginas, Salman, confecciona una novela con un repertorio incalculable de personajes al estilo de las novelas corales del más puro realismo mágico; estos personajes, entran y salen, avanzan y retroceden, desaparecen y dejan de ser parte de la historia sin previo aviso; ninguno de ellos está lo suficientemente desarrollado como para dejar marcas en el lector... son las licencias de Rushdie.
Está de más, que cuente que su literatura está plagada de temas que defiende abiertamente y por los que ha estado perseguido durante décadas; referencias al integrismo, homosexualidad, defensa del feminismo, lucha entre la razón y la fe, dogmatismo y tolerancia; estos últimos, pilares de la historia a modo de cara y cruz de los dilemas éticos y morales de los hombres.
Una tercera curiosidad es el hecho de comenzar la narración en Lucena hace 900 años y terminarla mil años después con la destrucción de la ciudad de Nueva York. El narrador que lo cuenta se encuentra en un futuro muy lejano, relata lo que supuestamente ocurrió en esas mil y una noches, la llegada de fenómenos insólitos y paranormales y como terminó enfrentando a dos mundos capitaneados por seres mágicos contra los humanos.
Auténtico viaje al pasado y al futuro con continuas referencias culturales a oriente y occidente. No es necesario decir lo abstracta que resulta su lectura, es de gran dificultad, si no se está metida en esta dinámica de creatividad exclusiva de algunos escritores, teniendo la sensación de que escriben solamente para ellos.
Estoy asustada de la reseña, casi tanto como del hecho de haber podido terminar su lectura, no me gusta la ciencia ficción y esto se le parece bastante. Aunque me gustaron “Los hijos de la medianoche”, no recomiendo en exceso “Dos años, ocho meses y veintiocho días”; mi opinión más sincera es que “no es apta para todos los públicos”.

Nadie cuenta o contamos la realidad totalmente al pie de la letra; inventamos o maquillamos lo que vivimos para hacerlo un poco más interesante”.

lunes, 23 de noviembre de 2015

La isla de Alice, Daniel Sánchez Arévalo

Hacia mucho tiempo que yo no me equivocaba tan estrepitosamente con la elección de una novela; bien, pues en esta ocasión, he dado de pleno en el “chasco” más monumental “del mundo mundial”. Yo quiero descargar mi culpa diciendo que una portada tan actrativa me sedujo tanto, que caí como una “pardilla” ante una sinopsis que no parecía mala, pero que ha resultado como historia ser catastrófica.
Con esto habré desganado a cualquiera que tuviera intención de leerla, lo que realmente pretendo es que nadie haga un gasto que pueda evitarse,por otra parte, si alguien quiere corroborar mi desaliento, se la presto y al menos así la amortizo.
Ahora, otorgándole esa oportunidad de la que yo siempre presumo, voy a comentar las impresiones que me ha causado este finalista del Premio Planeta, siempre con la gran incógnita de saber quiénes fallan estos galardones para darles mis más “sentidas” felicitaciones.
Daniel Sánchez Arévalo, es el padre de la criatura, él es la pluma que ha escrito más de seiscientas páginas de una historia rocambolesca, de personajes insostenibles, de trama inexistente, con descripciones agotadoras, de estilo flojo, calidad narrativa nula y con invitaciones a reflexiones muy difíciles de compartir. Con todo esto me atrevo a decir que puede ser un éxito televisivo por allí por Venezuela o en el mejor de los casos por los Estados Unidos; que digo yo, que siendo español Daniel, ya podía haber escrito sobre un barrio de Granada y no un relato que me recuerda a una mezcla de “Mujeres desesperadas” y “Los ricos también lloran”.
Cuando Chris muere en un accidente de coche sospechosamente lejos de donde debía estar, la vida de su mujer, Alice, con una niña de seis años y otra en camino, se desmorona. Incapaz de asumir la pérdida y con el temor de que tal vez su relación perfecta haya sido una mentira, se obsesiona con descubrir de dónde venía Chris y qué secreto escondía. Reconstruye el último viaje de su marido con la ayuda de las cámaras de seguridad de los establecimientos por donde este había pasado, hasta llegar al epicentro del misterio: Robin Island, en Cape Cod, Massachusetts, una pequeña y, solo en apariencia, apacible isla que modificará profundamente a Alice mientras busca respuesta a la pregunta: 
¿Qué hacía Chris en la isla? .
Esa es nada más y nada menos que la sinopsis de la novela, como veréis están de moda las islas y en especial en América. Protagonista principal, la viuda Alice, pero que nadie se angustie porque afronta su desgracia con un desparpajo y soltura que no es muy propia de estas latitudes; muy a lo americano... junto a ella, van apareciendo tal cantidad de personajes que se convierte en un desfile de todo tipo de residentes de esa extraña y pintoresca isla con nombre de televisión rancia y trasnochada. Ninguno se salva de mi látigo, a cual de todos menos creíbles e inconsistentes. A todos los pone a funcionar nuestro escritor en un argumento que es mezcla de viaje emocional, thriller sin sustancia, intentos de superación personal y misterios que buscas hasta la saciedad y que no encuentras por parte alguna.
Es cierto que las diez primeras páginas te emocionan porque yo quería saber más de Chris y para darle emoción dudé del accidente, de la muerte, de la viuda y hasta del premio al autor..., en serio, desistí de buscar en la novela lo que acabé comprobando que no existía. Confieso que la terminé saltando las páginas sin más.
Siempre me asalta la pena al pensar cuantas novelas bien escritas se quedarán sin reconocimiento y sin embargo, el auténtico misterio de “La isla de Alice” es no solo haber llegado hasta aquí, sino que lectores confiados como yo sigamos cayendo en la trampa de “los premios” literarios.
Siento enormemente esta reseña, también lamento los seis años que ha invertido Daniel en este proyecto y sobretodo me apena invertir veintidós euros y no haberlos podido disfrutar. Siempre intento ver lo bueno de las lecturas que elijo, en este caso, escuché una entrevista con el autor y casi que me quedé con más confusión de la que ya tenía; solo puedo decir que no le salva ni las escenas de cama que tiene a lo “Sombra de Grey”.
Como cierre, deciros que esto no es nada más que mi opinión que por desgracia ya he oído a otros lectores, pero la última palabra la tenéis vosotros.
Menos mal que Sánchez Arévalo no tiene acceso a mi blog... en compensación le deseo que sea un éxito económico, para él y para la editorial; a mi no me queda nada mal en la estantería, al menos la presentación ha sido un acierto.

Nuestro destino de viaje nunca es un lugar,es más bien una nueva forma de ver las cosas”.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Los besos en el pan, Almudena Grandes

Todas las entregas de Almudena Grandes las espero con auténtica devoción, es una de las mujeres que más me gustan contando historias de ayer y de hoy.
Hasta el momento he procurado estar al día de su producción literaria y quiero recordar que he leído todo lo que ha escrito, porque me gusta esa forma de narrar tan especial que tiene, la sencillez, la agilidad, los personajes, sus historias sencillas de gentes corrientes, con vivencias comunes a cualquier mortal y esa manera de conseguir que aunque pasen muchos años, nunca olvidas de qué iban sus libros, y eso no es fácil, eso se logra cuando aquellos que lees es “inolvidable”.
Los besos en el pan” sigue el esquema de novela coral ya habitual en Almudena, no es la primera vez que ella hace un despliegue de personajes tan numeroso, que es necesario una pequeña chuleta a modo de árbol genealógico para ubicar a todos y cada uno de los actores que en ella aparecen. El caso más abrumador que me he encontrado fue “El corazón helado”, bastante más saturado que en esta ocasión, donde el número es más reducido y el pasado no se mezcla con el presente, algo que es muy de agradecer.
Ambientada en un céntrico barrio de Madrid de clase media, en el que sus vecinos se convierten en protagonistas de sus propias vidas, un narrador cuenta sus experiencias y sucesos que conforman situaciones representativas de todos y cada uno de ellos. Es un paseo por el presente que vivimos, la actual crisis y sus devastadores efectos sociales, económicos y emocionales; y especialmente, es un relato de las diferentes formas en las que cada uno afronta y se defiende de la mala suerte, de un destino no buscado y de un presente asfixiante y sin futuro. Puede parecer un panorama derrotista, pero la escritora madrileña consigue crear un relato optimista que apuesta por el cambio y la superación de un capítulo de nuestra Historia que ya dura demasiado.
Abordar nuestra “Crisis” es escribir sobre los temas de más candente actualidad; recortes sanitarios, preferentistas, comedores infantiles, inmigración, burbuja inmobiliaria, la competencia china, deshaucios, jóvenes con gran formación y dependientes de sus padres, el papel de los abuelos, los yihadistas... y por efectos colaterales para dar cuerpo a todos ellos, presenta unos escenarios fácilmente reconocibles; los centros de salud, las peluquerías, las tiendas chinas, los bares... y en definitiva, un “barrio al completo”.
La historia se teje a modo de “tela de araña”, abogados, médicos, periodistas, banqueros, parados, amas de casa, adoslescentes rebeldes, universitarios, abuelas abnegadas... un abanico de personajes que realmente son caricaturas de estereotipos deformados, todos cargados con grandes dosis de ganas de lucha y con sobradas expectativas de futuro.
En esta lectura entretenida, Almudena expone el devenir de los personajes, y lo hace de manera conmovedora a través de relatos enternecedores e individuales que te atrapan y acaban en un suspiro de emociones. Su habilidad consigue entrelazar todas las historias en una trama justa que no resultan atropellada ni modorra.
La critica social está en cada renglón de la novela, no podía ser de otra manera con el escenario de una crisis endémica como la que padece España y la lucha que en ella sufren muchos de estos héroes anónimos con “nombre propio”.
A lo largo de las más de trescientas páginas de “Los besos en el pan” se percibe el desencanto y la indignación provocadas por situaciones muy dilatadas en el tiempo y la práctica totalidad de nuestro territorio nacional; las motivaciones personales e ideológicas de la escritora se palpan a modo de conciencia “Pepito Grillo”, y gracias a este repaso de lo que vivimos a diario, hace un pequeño homenaje a colectivos afectados y olvidados por las instituciones y el Estado; eso sí, sin dramatismo y con ocurrentes golpes de humor que provocan naturalidad y satisfacción a los que como yo hemos disfrutado con este preciosa novela.
Aunque al principio pueda parecer un rompecabezas imposible de casar, todo se ajusta a la perfección y lo que parece ser una madeja muy a lo “Grande”, resulta ser un bálsamo para quien la lee. Reconozco que me apasiona la autora de “Las tres bodas de Manolita” y es que hasta la elección del título y la foto, es un acierto que regala a los que generacionalmente teníamos que rendir ese rito de besar el pan al caer al suelo.
Es una de las lecturas que estoy recomendando con más pasión, no hace falta venderla a los que siguen a Almudena en su trayectoria literaria, solo puedo decir que como todo lo que ella hace, está genialmente escrita, narrada con pulcritud, apta para todos los públicos y de brutal actualidad.
Me gustaría decir que hay tres capítulos inolvidables, no quiero destriparlos, pero os diré que para mi han sido de los más bellos y a la vez divertidos, tanto que me permití leerlo en voz alta a mi hijo para que viera la grandeza de cosas cotidianas que pasan a diario en nuestras vidas. Uno, es un nieto que recibe unas reflexiones geniales de su abuela, otro, la actuación de unos bomberos en una manifestación y el último, el que cuenta la relación entre la tercera edad y las pensiones; a cual de ellos más únicos.
Me acompañó en unos momentos de mi vida muy “especiales” , fue un regalo de alguien imprescindible en mi vida y me ayudó a dotar de optimismo mi enrevesado e incierto futuro. Os gustará.

Correr hacia el futuro no resulta demasiado grave, siempre que se intente aprovechar al máximo el presente”.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Alex, Pierre Lemaitre

Novela imprescindible de leer tras la presentación del inspector Camille Verthoeven por parte de Pierre Lemaitre. Nuevamente la elección es el género “negro”, y de nuevo ante nosotros otro nombre de mujer, “Alex”. El autor de “Iréne”, “Vestido de novia” y “Nos vemos allá arriba” nos demuestra una vez más la habilidad para crear un argumento con una trama en “tela de araña” donde nada es lo que parece y en la que las sorpresas se precipitan encadenadamente, superándose unas otras para deleite de quienes las leemos.
Es bueno aportar pistas para centraros en esta novela que yo considero “adictiva”. Os diría que tras el secuestro de una mujer en plena calle, es golpeada y encerrada salvajemente por su captor. Encerrada en unas condiciones de extrema e inhumana crueldad, la historia da un giro brutal cuando “Alex” consigue escapar. El pasado de esta se convierte en el motor y desencadenante del resto del argumento lleno de intriga, suspense y acción.
Toda la trama se ajusta a la narrativa de este genio de la novela francesa, que consigue confundir los límites entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto tirando de recursos literarios para crear una obra perversa, sórdida y dramática.
La leí tras “Iréne”, de manera que el inspector encargado de la investigación ya es conocido, Camille Verthoeven aparece ante nosotros configurado bajo la apariencia creada por Pierre en la primera de sus novelas negras. Afectado por lo vivido en su pasado se enfrenta a este caso bajo los efectos de su lastimada vida privada.
Para mi es la mejor de todas, sigue la estructura narrativa que caracteriza a Pierre, división en partes, capítulos cortos, mezcla de drama e investigación, fuertes connotaciones personales, ritmo que crece en intensidad, limpieza de argumento, escenas muy explícitas y de gran crueldad, detallismo visual que roza lo repugnante; en definitiva narración de vértigo.
La historia es impactante desde el inicio hasta el apoteósico final. Los acontecimientos se hilvanan pulcramente y no es difícil hacerse a la presentación en dos tiempos, dos ejes sobre los que pivota la novela. Deliberadamente el autor nos oculta datos para enredarnos y aumentar la confusión necesaria para no destripar su cierre.
Importante detenerme en la protagonista con letras mayúsculas, Alex; sin duda es el pilar de la novela, los misterios de su vida se convierten en el centro de la trama, la lucha por la supervivencia está presente en el momento del secuestro, liberación y desenlace. El hilo del que tira Pierre al confeccionar esta historia gira entorno a la víctima y solo al final se encajan todas las piezas del puzzle, empatizando irremediablemente con ella.
Si en “Iréne” decir que no era apta para todos los públicos ya sonaba duro, aquí no se que decir... un aterrador paseo entre la locura, la lástima y el horror, sin olvidar de las huellas implacables de la soledad.
Para marcar algunas diferencias con “Iréne”, el final es de lujo, la complejidad psicológica es mayor y se aprecian toque de ironía que resultan muy bien recibidos. Respecto a las semejanzas, Camille no decepciona, el recuerdo a los thrillers clásicos es evidente, la calidad de los personajes incuestionable y las garantías de disfrutar servidas en bandejas.
Guión de lujo para cualquier película de suspense, contiene todos los tópicos de este género. Que nadie piense que al leer una todas son iguales, valen la pena las creaciones de este francés con imaginación y morbo inagotables, sin pensarlo se acaba “queriendo más”...

Huir del temor es temer. Luchar contra el dolor es doloroso. Tratar de ser valiente es estar asustado”.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Volverán las naranjas, Xisela López

Refrescante título el de la primera y pequeña novela de Xisela López, tan sólo ciento cincuenta páginas que se leen de “una sentada” como popularmente decimos entre lectores. No por ser breve es menos interesante, la conocí a través de otros blogs y le pedí a mi hermana que me la localizara, ella muy atenta siempre a mis demandas lo hizo, lo mejor de todo, fue que se presentó con el libro, en mano, envuelto y para que disfrutara en unos momentos que de entretenimiento y tranquilidad. De manera que en esta ocasión, la dedicatoria es para mi “Wei” como yo la llamo, gracias por ser intensa y pequeña y por estas “naranjas” que has puesto en mi biblioteca.
Por el contrario, es el segundo libro que leo a modo de mensajes cortos, tipo “sms” o “whatsap”, ambas son adaptaciones de realidades familiares o emocionales a las nuevas tecnologías que nos han invadido en todos los ámbitos de la sociedad. Hoy podríamos decir que es la forma más rápida y cotidiana de comunicación, pero también la más fría, escueta y desprovista de sentimientos; la cara y la cruz del desarrollo social.
Cuenta la historia de amor descubierta en un móvil, supuestamente perdido, entre un hombre y una mujer, que no se conocen, y que han escrito sin pudor una serie de mensajes cruzados que exponen sus inquietudes y sentimientos.
Todo llega a manos de una agente de policía que ha acudido a un accidente de tráfico con victimas, en ese lugar con la implicación de varios vehículos y ante el fallecimiento de una pareja, se realiza el atestado y la investigación correspondiente. Uno de los efectos que tiene que analizar es un teléfono móvil. Mira las últimas llamadas y mensajes por si se recibió o realizó alguna en los momentos anteriores al accidente, lo que podría implicar un despiste por parte del conductor. La curiosidad es tal que tras recontar la nada despreciable cifra de setecientos sms, los imprime, ordena y lee una bonita historia de amor a golpe de mensajes de texto .
Prosa narrativa a través de sms, de lectura rápida, sencilla y ágil, un lenguaje abreviado que no le resta belleza a la narración. Es necesario destacar que los hechos tienen lugar cuando la aplicación whatsap aún no estaba en nuestros teléfonos móviles, año 2008, y que aunque parezca imposible, no hay faltas de ortografías ni abreviaturas, tal vez para reforzar el tono íntimo de los mensajes.
Dos protagonistas del intercambio y una tercera actuante que es Alex, la agente de Lugo que transcribe la historia para hacerla un poco suya... podría ser real y pasarnos a cualquiera. La autora utiliza un esquema limpio, encabezado, texto y fecha; uno con nombre propio y otro con número telefónico.
El título cobra sentido hacia la mitad de la historia y junto con la foto de portada nos traslada a momentos algo “retro”, a un pasado que parece no ser tan lejano, unas referencias a pequeños momentos familiares que pasan de puntillas por nuestro día a día, pero que recogen grandes emociones de convivencia y amor. Cuando lo leáis lo entenderéis.
Las pretensiones literarias de Xisela han sido muy valientes, en una novela justa y breve, de lenguaje cómodo ha conseguido llegar al lector y al menos a mi, hacerme reflexionar acerca de los comportamientos y relaciones entre nuestros semejantes. Sin olvidar, lo moralmente cuestionable que es invadir la vida de los demás, sin permiso y las consecuencias que ello puede acarrear.
Se lee en un par de horas escasas, tiene sorpresas en el centro y al final, y aunque la sinopsis pueda resultar dramática, lo compensa con un desenlace inesperado que borra ese comienzo agridulce y sobrecogedor.
Creo que tiene mucho mérito contar una historia de amor bajo este formato, ha sabido expresar todo tipo de emociones utilizando el móvil y los sms a modo de sismógrafo de sentimientos bajo la capa del más absoluto anonimato.
Quiero animaros a leerlo en un rato de esos que descansamos entre lectura y lectura, e invitaros a pensar la dependencia tiránica que tenemos de este pequeño e imprescindible aparato que se ha hecho el compañero inseparable, el baúl donde almacenamos cientos de datos personales e íntimos, esa vida en imágenes y en palabras que paseamos alegremente sin ser consciente del drama que supondría que cayeran en manos ajenas. La sensación de desconcierto que sufrimos cuando simplemente no sabemos dónde lo hemos puesto. No quiero ponerme trágica, la autora también introduce notas de humor que aligeran lo triste de algunos momentos.
Aunque parecía poca cosa, “Volverán las naranjas” me ha dado para una reseña, no puedo mandarla por sms, ni por whatsap, de manera que completar lo que os cuento leyéndola. Espero que os guste.

Al principio mi marido me preparaba un zumo cada mañana...desde hace dos años nunca hay naranjas en casa”.

martes, 10 de noviembre de 2015

Iréne, Pierre Lemaitre

Esta novela con nombre de mujer os va a quedar de piedra. Conocí a Pierre Lemaitre cuando leí “Nos vemos allá arriba”; francamente su manera de narrar me atrapó desde la página número uno, de manera que siguiendo las recomendaciones de una apasionada del género, me embarqué en las obras de novela negra-policíaca de este escritor contemporáneo francés, galardonado con el prestigioso Premio Goncourt de las letras.
Si tuviera que venderos “Iréne”, diría que es una novela con un asesino en serie que escenifica cada uno de sus asesinatos evocando crímenes de otras novelas clásicas, de ahí que reciba el sobrenombre del “novelista”. Para resolver estas brutales muertes entra en escena un inspector atípico, el mismo que sin quererlo verá salpicada su vida privada a medida que ordena y se acerca peligrosamente a la resolución del caso.
Con este breve resumen os garantizo tensión, suspense y misterio desde el principio hasta el final. Narrada en tercera persona, dividida en dos partes que a su vez, se presentan en capítulos cortos cargados de acción, para finalizar con un epílogo que cierra la trama brillante de manera poco convencional. Su extensión es diferente y la presentación bajo este formato ayuda a su lectura. Trepidante, ágil y “muy negra”.
Confieso que en algunos momentos el exceso de descripciones de los asesinatos se hacen insufrible; por lo tanto no la recomiendo “a todos los públicos”, su puesta en escena supera a muchas películas, detalles que hacen hincapié en la perfección cuidada del asesino a la hora de ejecutar sus actos.
Argumentalmente está muy bien construida, ahora bien, no hay sorpresas respecto al final ya que se intuye y desinfla un poco lo que podía haber sido un remate de vértigo. He querido reconocer en el argumento dos cauces diferente; por un lado la propia investigación de las muertes y por otro la vida privada del inspector que no queda al margen de los acontecimientos.
El gran potencial de “Iréne” es sin duda la magistral construcción de sus personajes. Camille Verthoeven es el inspector que aparecerá en las novelas de Pierre Lemaitre y que aquí asume la responsabilidad de casar todas las piezas del rompecabezas; para ello se rodea de un equipo de policías con personalidades muy bien definidas y con rasgos muy humanos. Termina el repertorio con personajes de nivel secundario y por supuesto con el asesino en serie que representa un gran homenaje a todos los “malos” del género negro.
Me ha gustado la mezcla de drama y felicidad que van progresando en vías diferentes como trenes que acabarán en una misma estación. A partir de la mitad se intuye que la desgracia, pero no puedo contar más... Imagino que el autor no es amigo de finales felices.
Hay que leerlas en orden, primero “Iréne”, “Alex” y “Vestido de novia”; de no ser así, se romperá la magia de la primera y la segunda. Casi cuatrocientas páginas para disfrutar, tanto que se hace imposible no leer las restantes. Espero que os gusten tanto como a mi.

Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos”.

sábado, 7 de noviembre de 2015

El bar de las grandes esperanzas, J.R Moehringer

Que título tan sugerente, “Bar” y “Esperanzas”... desde hace semanas, esta novela autobiográfica de J.R Moehringer se encuentra en todos los escaparates de las librerías, eso casi siempre es buena señal, yo prefiero leerla y luego contaros si el libro es tan bueno como lo venden o si solamente es una gran operación de marketing. Mi primera impresión tras leerla es deciros que tiene todos los rasgos de las novelas norteamericanas, y que me ha recordado mucho al escritor Paul Auster en su forma de narrar y mostrar la realidad con melancolía y buenas dosis de intimidad. Para cerrar este apartado de recuerdos, mi memoria ha recuperado la serie “Cheers”, ese bar con personajes muy peculiares que nos hacían participes de sus vidas todas las mediodías de hace ya muchas décadas.
Como viene siendo habitual últimamente, os cuento brevemente de qué diría yo que va el libro: “es el relato de un chico y las peripecias que sufre desde la edad de siete años hasta que alcanza la madurez por allá por los treinta y seis; sus deseos de triunfar son una motivación a lo largo de estos años, periodo marcado por la ausencia de su padre y la presencia de su madre; al primero lo escucha a diario en un programa de radio y cariñosamente lo apoda la “Voz”. Pero sin duda la impronta más relevante en su carácter y formación la recibe del bar que da título a la novela, el D ickens o Publicans, llamado de ambas maneras, al que el propio J.R, lo trata como el personaje estelar, fuente de sabiduría y madurez, cuya huella será imborrable en la vida del chico”.
Escrita con una estructura muy sencilla, lineal y cronológicamente ordenado, texto muy llano y asequible, entretenida, repleta de anécdotas protagonizadas por los hombres que asisten al bar, todos tratados con mucha ternura y bajo un trasfondo sentimental que derrocha sensibilidad en las casi quinientas páginas de la novela.
El autor ha relatado su propia vida, la falta del referente paterno le hizo buscar ese patrón masculino en el bar regentado por su tío Charlie. Ambientada en un barrio cercano a Nueva York, narra desde 1972 hasta el 2001 su vida durante estos años; es por eso que me atrevería a decir que son unas memorias noveladas, a las que no le faltan guiños a los acontecimientos más relevantes del siglo, tales como el atentado a las Torres Gemelas, bofetada sin mano que provoca el despertar de nuestro protagonista a la realidad más dura.
Dividida en cuarenta y seis capítulos, cuenta con el detalle de presentarlos con el nombre del personaje que lo va a protagonizar; este volumen de capítulos se distribuye en dos partes, siendo la primera cerrada con el dedicado a su madre, la otra gran estrella del relato. La presencia de diálogos amenizan la prosa y contribuyen a dar agilidad a un relato pausado que no llega por suerte a ser tedioso.
Mi impresión general es que todo lo que se narra es aparentemente una vida muy normal y hasta simple, he de reconocer que no me ha enganchado como yo esperaba, lo que no quiere decir que no lo haya disfrutado, pero se ha quedado corto para las expectativas que me había creado. Tal vez le falte emoción, realmente no pasa nada impactante, es un paseo por su existencia con sus experiencias sencillas, contadas sin adornos y con bastante honestidad.
Entiendo que la intención de J.R ha sido dar un homenaje al bar Dickens, para él la auténtica universidad de la vida, el escenario donde se reunían grandes contadores de historias y por qué no de mentiras, realismo social muy bien tratado, donde no faltan los temas estrellas; amor, amistad, superación, crisis políticas, deportes y como no, libros.
A grandes rasgos la recomiendo, me gustan las novelas corales donde poco a poco cada personaje acaba desnudándose ante nosotros, tiene buenas dosis de humor socarrón e ironía y lo mejor de todo es “Made in USA”, para mi que estos bares tal como nos lo presenta Moehninger, son exclusivos de aquellas latitudes, los nuestros con su esencia especial, distan mucho de estos.
Personalmente, una buena campaña publicitaria y un momento adecuado para las ventas, no son garantías suficientes de éxito; pero en honor a la verdad, vale la pena leerlo y disfrutarlo.

Mucho antes de servirme copas, el bar me sirvió de salvación”.