Sin más remedio hay que ir diciendo adiós al verano. Cerrar
la etapa estival resulta de lo más penoso por la implicación de retorno a la
realidad, que en su descanso temporal, nos espera a la vuelta de unos meses que
nos han parecido demasiado breves. Tenía esta novela reservada para este
momento con la finalidad de hacer del regreso algo “dulce” como la miel y creo
que lo he logrado.
“Una mañana
cualquiera un hombre de avanzada edad toma un taxi en la ciudad de Monterrey
rumbo a Linares, su ciudad natal. El viaje solo llevará unas horas, pero el
viejo habla y no para, como si delante de él se desplegara todo su pasado. Así,
el taxista y los lectores vamos a conocer la historia de una familia mexicana
de terratenientes, los Morales Cortés, desde el principio del siglo XX hasta
hoy. De repente, en el fluir de las palabras, asoma el rostro amigo de un niño
sabio que no puede hablar, pero oye lo que otros no saben o no quieren oír, y
anda rodeado de abejas. Ellas son sus aliadas y las que sabrán guardar los
secretos del caserón de Linares, un lugar donde viven mujeres hermosas y tercas
y las naranjas tienen un sabor especial. Incluso la muerte es distinta en
Linares, y el hombre lo sabe. Por eso viaja, habla, recuerda...”
Este libro es una entrañable historia a medio camino entre el
realismo mágico latinoamericano y la novela histórica, mezcla de ficción y
realidad en un marco como fue la revolución mexicana y la reforma agraria de
comienzos del siglo XX, cuyo protagonista será Simonopio, quien dejará huellas de amor, polen y miel
en los miembros de la familia Morales. Son casi quinientas páginas cuya
estructura se nos presenta dividida en cien capítulos, narrados por voces
diferentes que usara la autora en un esfuerzo por contarnos todos los detalles
de esta historia tan singular.
La narrativa en principio me resultó un poco compleja (nunca
me había topado con alguna de este estilo), cada personaje es protagonista de
su propia parte en la historia, con el paso de las paginas resulta justificado
todo lo que nos cuenta, para poder comprenderlos un poco mejor y conocer sus
motivaciones y sentimientos.
El murmullo de las abejas cuenta con dos narradores que más o menos
conforman dos líneas argumentales, pasado y presente, no muy delimitadas entre
sí pero si distinguibles. Uno de ellos es una tercera persona que prácticamente
es la que conduce toda la historia. Y una voz en primera persona para enlazar
pasado y presente que nos da un punto de vista más subjetivo.
Respecto a los
personajes están extraídos de la realidad con sus preocupaciones, pasiones,
obsesiones, miedos, inquietudes como la familia Morales Cortés, conformada por
Francisco, su esposa Beatriz, sus hijas Consuelo y Carmen, más adelante por el
pequeño Francisco. El protagonista que guía la acción será Simonopio, cuyo
origen es desconocido, fue encontrado por otro personaje, llamado la Nana Reja,
abandonado al nacer, y cubierto de abejas. Físicamente tiene una deformidad en
su boca y esto hace que no pueda comunicarse verbalmente con nadie, solo con
sus abejas. Las sigue en sus largos viajes y ellas se comunican con él.
La ambientación
está tratada con todo lujo de detalles, es un viaje en el tiempo y en el
espacio. Los detalles del paisaje que nos brinda Sofía Segovia a medida que leemos y viajamos junto a los
personajes me ayudó a imaginarme todo, a sentir aromas, sonidos, texturas y
colores. Esta atmósfera sirve para dar cuerpo a las historias, cuentos y
anécdotas de las vivencias del viejo Linares que la autora nos regala en cada
párrafo de esta novela, sin sacrificar el bello realismo mágico que nos
recuerda a escritores como Isabel Allende, Laura Esquivel o Gabriel García
Márquez.
En la novela dos pilares fundamentales son la
tierra y la familia como dos elementos que dan sentido a la vida. La tierra es
nuestro hogar, a ella que nos aferramos, en ella echamos raíces y es testigo
mudo de diferentes generaciones. Estas generaciones las forman la familia,
alrededor de la cual todo gira y no necesariamente compuesta por vínculos de
sangre porque también hay personas que llegan cualquier día y de cualquier
forma para quedarse y compartir nuestros peores y mejores momentos.
La elección de esta novela coincidió con un cierre
de mes y casi de temporada de verano y tiempo libre, es la ideal para evadirse
hacia tierras llenas de olores y sensaciones que superan el drama y la tragedia
que contienen sus páginas, lectura que deja momentos de paz que aligeran las
futuras preocupaciones, solo queda disfrutarla sin más pretensiones y como
siempre digo, sin ser jueces del trabajo de la escritora entre otras razones
porque yo solo soy una lectora que nada sabe del arte de escribir. Os gustará.
“La vida no da garantías. A nadie. No espera a
nadie. No tiene consideración con nadie”.
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