domingo, 30 de agosto de 2020

El chico de las bobinas, Pere Cervantes.

Desde hace meses, la novela histórica había pasado a un segundo plano en la elección de mis lecturas; mezclado con aires de nostalgia y emotividad, decidí que esta novela a modo de thriller y una ambientación exquisita, podría compensar ese olvido imperdonable hacia una de las lecturas que más me hacen disfrutar. En realidad es difícil de etiquetar, más bien es una mezcla acertada que le salvo del encasillamiento en un género literario concreto.

Por una parte es una novela histórica que nos va a mostrar la realidad de la Barcelona de la postguerra, por otro lado es una novela de crecimiento en la que veremos cómo Nil va dejando atrás su niñez para tener que ir tomando responsabilidades de adulto, sumando además los rasgos de novela negra que nos muestra el lado más oscuro de la condición humana en todas sus facetas.

 “Barcelona, 1945. Nil Roig es un chiquillo que se pasa el día en bicicleta transportando de un cine a otro viejas bobinas de películas. El día de su decimotercer cumpleaños es testigo de un crimen cometido en el portal de su casa. Mientras el asesino huye después de haberlo amenazado de muerte en caso de no mantener la boca cerrada, el moribundo le entrega el misterioso cromo de un actor de cine de la época; un objeto perseguido y anhelado por un excomandante de la Gestapo y un policía sin escrúpulos. El hecho de que el moribundo le dé el cromo a Nil pronunciando el nombre de David, el padre desaparecido del muchacho, arrastrará a este a resolver un secreto del pasado por el que pagará un alto precio”.

Os cuento la historia, Nil es un niño que colabora en la economía familiar, sostenida únicamente por su madre. Lo hace llevando bobinas de películas a los distintos cines de la Barcelona de 1945. El día en el que cumple trece años, recibe de su madre la cinta del “El gran dictador” y ese mismo día su alegría se empaña al ser testigo de un crimen, antes de morir la víctima le entrega el cromo de un actor y pronuncia el nombre de su padre, David, huido a Francia en 1939.

Podría ser una historia más pero la atmósfera de la Barcelona de posguerra la hace diferente, tanto es así que junto al cine, se convierten en dos personajes imprescindibles en el relato. El escritor nos pasea indistintamente por la pobreza de los barrios marginales y nos somete igualmente a la contemplación de la riqueza del paseo de Grácia o el Hotel Ritz, sin dejar atrás la comisaría de policía con el repertorio de vivencias que allí se acumulan.

Pere Cervantes le saca provecho a este ambiente a lo largo de las más de quinientas páginas del libro y consigue introducirnos en esa ciudad con un ritmo narrativo continúo y una prosa bonita y cuidada, algo imprescindible para disfrutar con su lectura.

Estructurada en cuatro partes que van desde 1945, 1947, 1949 y  2021, narrada en tercera persona a excepción de la última que utiliza la primera que parece desconectar con las anteriores a pesar de estar perfectamente justificada. Abarca un total de cuatro años para saltar en el tiempo, en su última parte, hasta en el año 2021.

Respecto a los personajes son muy buenos y frente a la grandeza de alma de Nil y su madre, la maldad del inspector Valiente superable gracias al resto de secundarios que completan un reparo humano con sentimientos y emociones propias.

La parte histórica queda identificada en el marco en el que suceden los hechos, la represión franquista, la resistencia republicana de los maquis y la comunidad nazi que pudo seguir viviendo sus miserables vidas en nuestro país. La parte emocionante viene de la mano de aquellos sueños que nunca desfallecen encarnados en las salas de cine de barrio que abrían puertas a otras vidas alejadas de la miseria, el miedo y el dolor.

El papel de las mujeres en la novela se aborda a modo de homenaje a esas mujeres fuertes que batallaron contra la soledad y las dificultades, sin más opción que seguir siempre mirando hacia delante.

Es una novela en la que se mezcla la intriga y el espionaje en un escenario de lujo, el séptimo arte, un viaje en el tiempo, un paseo por una etapa de nuestra triste Historia, con una trama bien consolidada y cerrada sin fisuras, un reflejo de la sociedad que compartió la España de p0sguerra.

Me hubiera costado hablar mal de este chico y sus bobinas, no obstante quiero advertir que a muchos les puede parecer repetitiva y sonar sus tópicos que aparecen en novelas que tienen este momento como escenario; pero se disfruta y no siendo Premio Nobel, como digo yo, os la recomiendo y espero que os guste tanto como a mí.

“El secreto de la felicidad es tener mala memoria”.

miércoles, 26 de agosto de 2020

A corazón abierto, Elvira Lindo

Elvira Lindo llegó a mi vida de la mano de Manolito Gafotas, de eso hace ya décadas, pero cuando quiero recordar a esos personajes tan entrañables, buceo en sus libros y siguen regalándome buenos ratos y risas como si fuera la primera vez. En esta ocasión la periodista gaditana nos ofrece todo un ejercicio de sinceridad en la que sin duda es su obra más intima y personal, no es una autobiografía, según ella misma, es un homenaje a una generaciónla de nuestros progenitores; quienes permanecieron en España en la inmediata postguerra y que, sin queja ni lamento, se concentraron en sobrevivir, un paseo por sus recuerdos y vivencias que comienzan en su Cádiz natal y termina como no podía ser de otra manera en Madrid.

“Partiendo de un episodio ocurrido en Madrid en 1939, la narradora de esta historia cuenta la apasionada y tormentosa relación de sus padres, y cómo la personalidad desmedida de él y el corazón débil de ella marcaron el pulso de la vida de toda la familia”.

 Elvira nos cuenta la vida de sus padres, pertenecientes a la generación de los niños de la postguerra, a partir del año 1939. Empieza la historia hablando la autora en primera persona, cuidando de su padre en el hospital, ya de viejecito. Conocemos su infancia, y los entrañables personajes que le acompañaron en la vida, entre otros: una madre peculiar, una amada esposa y su complicada relación, más cuatro hijos. También conocemos la infancia y la adolescencia de la autora, pero más bien centrada en sus padres como personajes principales. En esta ocasión los padres se convierten en personajes literarios para poder abordarlos con libertad, humor y empatía.

Comencé la lectura muy entusiasmada pero confieso que me ha resultado lenta y poco novedosa, tal vez ser una hija de padres muy parecidos a los suyos le haya restado emoción a lo que sin duda es un estudio sociológico impecable de la España de los años 60-70.

No quiero decir con ello que no sea entretenida y que la sencillez de sus líneas no te atrape, es solo que la mezcla de humor,  ocurrencias, recuerdos y reflexiones no han acabado de mostrarme una realidad diferente a la vivida en mis propias carnes.

Responde a una estructura anárquica, desorganizada pero presentada en ocho capítulos que no llegan a ser una unidad argumental cerrada, puesto que el relato es anacrónico y con constantes saltos en el tiempo. Narrada en primera persona por la propia autora y en tiempo pasado; eso sí con una dosis de cariño y emoción que acentúan su carácter entrañable y tremendamente sencillo.

El libro recorre un siglo de cambios y nos llega a través de sus protagonistas a quienes Elvira no describe físicamente con excesivo interés, prefiere un tratamiento emocional y cariñoso, para suplir la imagen externa innecesaria, y lo hace con la finalidad de reflejar los recuerdos e historias de sus padres, tan parecidos a los de muchos de aquella generación.

Quiero dejar claro que la recomiendo especialmente por no resultar sensiblona, por contar con dosis de humor que suavizan ciertos momentos dramáticos, por apreciar instantes melancólicos y por el ejercicio perfecto de emociones contenidas por parte de la autora.

Tras diez años sin publicar, Elvira reaparece con este libro absolutamente personal que os recomiendo leer como homenaje a los que hicieron de la supervivencia el objetivo de vida en unos momentos críticos de nuestra Historia. La guinda del libro la ponen unas bonitas ilustraciones a cargo de uno de sus hijos. Os gustará.

“Las personas más importantes no se buscan, la vida te las presenta”.

domingo, 23 de agosto de 2020

Cocinar un oso, Mikael Niemi

Una vez más la recomendación y préstamo de mi amiga Pepa me ha proporcionado una lectura interesante e instructiva; la combinación de novela negra de investigación y terror con las connotaciones históricas ha resultado todo un acierto.

“Verano de 1852. Durante un paseo por los bosques del norte de Suecia, el pastor Lars Levi Læstadius y el joven Jussi descubren el rastro de una joven desaparecida días antes. Los malos presagios se cumplen al encontrar poco después el cuerpo de la chica con indicios de haber sido atacada por un oso. Læstadius, gran aficionado a la botánica y con un ojo muy bien entrenado para los detalles más pequeños, no ve tan claro que la muerte sea obra de un animal. Cuando una segunda joven sea atacada, en esta ocasión por un desconocido, Læstadius y su joven acompañante emprenderán una atípica investigación que pondrá contra las cuerdas a toda la comunidad”.

Lars Levi Laestadius, un pastor samí aficionado a la botánica, y su joven pupilo Jussi, pasean por los bosques mientras Laestadius enseña a Jussi a observar el mundo con otros ojos, a fijarse en los detalles. Esto sería una vida aparentemente tranquila y contemplativa, de no ser  por la desaparición de una joven que aparece muerta y con evidentes signos de violencia. En esa comunidad del norte de Suecia no sería el único hecho alarmante que rompería la normalidad de ese verano de 1852. Tras la aparición del segundo cuerpo, a esta enigmática pareja no le queda dudas de que un asesino anda suelto.

Antes de nada comentar que ha sido inevitable acordarme de la novela “El nombre de la rosa” de Umberto Eco, que narra la investigación alrededor de unos misteriosos crímenes en una abadía del norte de Italia. Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso son en esta ocasión los encargados de la investigación. El paralelismo entre este pastor luterano y su también pupilo, además de la ambientación histórica, me han recordado las semejanzas entre ambas novelas.

No se le puede negar la trama negra de la historia en la que se asiste a dos necesidades vitales, mantener la aparente calma y la búsqueda de la verdad dirigidas por maestro y aprendiz.

La investigación nos llega relatada por Jussi casi en su totalidad, aunque el protagonismo es asumido a partes iguales sin restar sabiduría a las enseñanzas detectivescas de Laestadius. Grandes reflexiones sobre la maldad o la bondad de las personas aparecen sin permiso para reivindicar las costumbres y la belleza de una comunidad donde no todo es inseguridad y terror.

Desde el punto de vista narrativo me ha gustado la elegancia de la prosa, muy cuidada y nada vulgar, parecía una novela clásica con un aprovechamiento del contexto histórico y una dosis de suspenses admirables. El grueso de la novela está narrada por Jussi a modo de narrador omnisciente junto con las intervenciones de su maestro. A lo largo de la historia iremos conociendo los orígenes de este joven y la propia vida del pastor.

Un entorno bien tratado que nos muestra una comunidad pequeña, en la que sus habitantes viven dispersos en granjas entre bosques y marismas a las que llegan los ecos de los problemas políticos y religiosos actuales que se entremezclan con las tradiciones y supersticiones más ancestrales.

Un libro emocionante con un pastor actuando a lo Sherlock Holmes incomodando con sus deducciones. Juntando realidad y ficción no sabes muy bien que parte del reverendo es real o sí el autor le dio una dosis mayor de dramatismo para hacerlo más interesante. Cosa que logra sin ninguna duda. Nos atrapa su narrativa en una historia que consigue transportarnos hacia los valles situados en los márgenes del ártico. Un libro que página a página nos introduce en la forma de vivir de las personas de finales del siglo XIX. Mientras seguimos una historia llena de suspense.

La resolución de los asesinatos mantiene el  enganche al libro, Læstadius, personaje real, un  pastor sami que basó sus sermones en la propia Biblia y que  denunció la situación de los samis como pueblo acosado, no representado y cabeza de turco de todos los males de esta época. El pastor no puede permanecer en silencio frente a la opresión y busca la verdad sobre todas las cosas. Estáis ante una historia de minoría sin voz, de perseguidos que no reciben justicia. Es una vieja historia, lo sé, pero por desgracia no ha caducado.

Buen ritmo en la mayor parte del relato, aunque he de decir que el inicio resulta más lento y tarda en tomar velocidad, entrado en materia, el autor secuestra nuestra atención hasta el final del mismo.

De manera que con esta reseña puedo deciros que “Cocinar un oso es una novela que vale la pena leer, para nada es un thriller al uso, pero combina perfectamente la novela negra con la histórica, magníficamente escrito. Es una  mezcla homogénea de historia e investigación criminal que se vuelve más interesante en cada página que leemos. Una ambientación fabulosa, unos personajes carismáticos y hasta una historia de amor. No es una obra maestra de la novela negra pero sí un libro entretenido e interesante que espero os guste tanto como a mí.


“Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.


jueves, 20 de agosto de 2020

Salvar el fuego, Guillermo Arriaga

No es precisamente el tipo de novela con las que disfruto, pero de vez en cuando se cruzan en mi camino y sin quererlo las acabo leyendo. Diría que los ambientes del México actual y en especial los carcelarios no van a ser el ambiente ideal para esperar que el amor y la redención vayan a hacer acto de presencia, no obstante aunque difícil, aparecen en esta dura e intensa historia de violencia donde las puertas a la esperanza permanecen abiertas hasta el final.


 “Salvar el fuego es una historia que explora la capacidad de los seres humanos para cruzar las fronteras de la locura, el deseo y la venganza. Marina es una coreógrafa, casada, con tres hijos y una vida convencional. José Cuauhtémoc proviene de los extremos de la sociedad, un homicida condenado a cincuenta años de cárcel, un león detrás del cristal, siempre amenazante y listo para atacar. Entre ambos se desarrolla una relación improbable. Poco a poco, ella entra en un mundo desconocido y brutal hasta que desciende a las entrañas mismas del fuego”.

Os cuento, Marina es una mujer casada con una vida resuelta que se involucra en un amorío con un hombre en el que nunca habría pensado para tal relación. Desde ese momento dos extremos de la sociedad representados en ambos personajes, sirven para retratar dos Méxicos completamente opuestos y lo hace a través de la condición humana que ambos muestran desde el inicio hasta el final del relato, creando una radiografía de un país y una historia de amor que traspasa todos los límites.

Con este resumen podemos pensar que nos vamos a encontrar la novela del año; personalmente he tenido que buscar datos del autor para entender una lectura como esta. Al parecer Arriaga es un maestro de los guiones, no en vano es el padre de “Babel” “21 gramos” y “Amores perros” y eso justifica lo visual de las escenas que narra, por momento creí estar viendo a través de los renglones una telenovela con un sinfín de personajes que protagonizaban escenas bien cohesionadas y creíbles. Lo peor es como se recrea en exceso en las situaciones de morbo, sexo y violencia que me llevó a un cambio de registro entre la sensiblería de esas historias televisivas y la más cruda realidad. Será por eso que lo consideran no solo un escritor de pantalla sino un narrador de raza.

Más de Seiscientas páginas de un retrato despiadado que habla de los extremos de México. Nos describe la crueldad a la que un ser humano es capaz de llegar por venganza, la insensibilidad, la violencia, la desigualdad y sin embargo sorprende que el tema central sea el amor, rasgo que endulza y maquilla la historia de fondo, hasta privarla de la dureza que me confundió en sus inicios.

No puedo evitar decir que el autor abusa de la vasta gama de situaciones y tragedias del México moderno y la combina de tal manera que suenan a proyecto de cine o televisión más que de literatura. Echa mano, además, de los peores clichés de la sociedad mexicana que no son más que un intento por disfrazar de brutalidad una historia más de folletín y fantasía rosa que lo que correspondería a un Premio Alfaguara de Novela.

Trama que nace a raíz del enamoramiento de una chica “bien” que se queda prendada de un condenado por asesinatos múltiples a cincuenta años de cárcel, algo que me resultó difícil de asumir y a partir de esa mala actitud mía, todo se me hizo más absurdo de lo normal e incluso aburrido.

Estructura argumental con cuatro frentes sin escatimar en subtramas que cuentan diferentes historias y un repertorio de cartas escritas por los presos que a mi gusto sobran, contada toda la trama en diferentes voces narrativas que te conducen a una fusión final del relato.

Con esta reseña no quiero decir que el libro no sea bueno, yo soy una aficionada que cuenta las impresiones que me causan las lecturas. El inicio está muy bien, al menos las primeras cien páginas, lo que ocurre es que la desilusión llegó a partir de ese momento y ni los personajes ni lo que leía me atrapaban y solo de pensar que me quedaban casi quinientas páginas más no lo hizo más fácil.

Sobra decir que goza de buenas críticas y que seguro hay muchos lectores que la han disfrutado, razón de más para recomendarla, puesto que la última palabra es vuestra, siempre una opinión por cada lector, espero que os guste más que a mí.

“La llama de un fósforo dura solo unos segundos, pero es capaz de incendiar un bosque.”

sábado, 15 de agosto de 2020

El Mentiroso, Mikel Santiago

No es la primera vez que leo a este escritor natural de Vizcaya, “El extraño verano de Tom Harvey” fue mi iniciación, no estuvo mal y atraída por la breve pero intensa sinopsis de “El mentiroso”, me he decidido en este tórrido mes de agosto a disfrutar de lo que es sin duda un thriller de intriga psicológica donde la verdad y la mentira se confunden entre la delgada línea de la realidad y el recuerdo. Es entretenido y garantía para pasar un par de tardes de lectura amena acompañada por el suspense y la sorpresa de un final que no decepciona.


“El protagonista despierta en una fábrica abandonada junto al cadáver de un hombre desconocido y una piedra con restos de sangre. Cuando huye, decide tratar de reconstruir él mismo los hechos. Sin embargo, tiene un problema: no recuerda apenas nada de lo ocurrido en las últimas cuarenta y ocho horas. Y lo poco que sí sabe es mejor no contárselo a nadie. Así arranca este thriller que nos traslada a un pueblo costero del País Vasco con casas de muros resquebrajados por las noches de tormenta: una pequeña comunidad donde, solo aparentemente, nadie tiene secretos para nadie”.

 

Al igual que en otras ocasiones, os adelanto que es una novela “pegamento”, la comienzas y hay que llegar hasta sus últimas páginas; es uno de los requisitos de un buen thriller, enganchar desde el principio para llegar a un final que te deje con la boca abierta. Es una historia que narra el propio protagonista, Alex, y lo hace recordando y desvelando con todo lujo de detalles lo ocurrido hasta llegar a lo que contemplan sus atónitos ojos.

Mikel Santiago no escatima en detalles, la ambientación es espectacular, un recóndito pueblo del País Vasco donde viven el resto de los personajes a los que iremos conociendo poco a poco, sirve de marco para dar vida a este relato. Belleza de sus calas, descomunales acantilados, carreteras inaccesibles y lugares que en algunas ocasiones se permite el lujo de inventar. Junto con la amnesia creo que son dos protagonistas de excepción la novela.

Es por eso que tal vez la portada haya sido el primer enganche que he sufrido incluso antes de abrir el libro, esa imagen me ha parecido una elección muy acertada y es que todo está justificado en esta historia, nada aparece sin motivo ni razón.

No es nuevo, al menos en mí, ir cambiando de culpable a lo largo de la trama, es casi imperativo en toda buena obra de intriga, me pasé la mayor parte de la lectura aplaudiendo el hecho de saber quién era el asesino y el mismo tiempo siendo testigo de mi error; eso es un acierto en el escritor y una manera de ser fiel a la novela. La explicación son los numerosos giros argumentales que no te dejan indiferente y que prueban lo mucho que a veces te implicas en aquello que lees.

Respecto a los personajes, destaca el abuelo de Alex, pescador jubilado que coquetea con el Alzheimer y que marca el repertorio de relaciones familiares, la vida presente de Alex y su pasado. Los demás personajes son muy variopintos. La criada rusa, heredera millonaria, escritor famoso, actor de renombre y todos se mueven en dos ambientes opuestos el del glamour y el de las dificultades más cotidianas.

El lenguaje elegido por Mikel es sencillo y ágil, con bastantes diálogos nada espesos que aportan un interés continuo, te da tiempo a las conjeturas que solo el escritor podrá resolver tras atar todos los cabos sueltos de este rompecabezas de eventos y personajes. Agradezco que no haya idas y venidas en el tiempo, facilita el centrarnos en lo que ocurre que no es poco.

No se trata de una novela de acción, no cuenta con un ritmo trepidante, pero sí tiene lo suficiente para hacerte querer seguir leyendo y descubrir qué es lo que ha pasado. Te lleva a pensar diferentes hipótesis y por el camino estás enfrascado en la historia.

Trama acontecida en pocos días en los que transcurren la aparición y posterior ordenación de las piezas que faltan en la historia. Narrada en primera persona que contagia los sentimientos y las incertidumbres de Alex. Estructurada en sietes bloques con títulos que ayudan a perfilar el transcurrir de la historia, alternando extensiones de larga duración con otras más reducidas. Es el recorrido del viaje personal de nuestro “desmemoriado” protagonista, en un ambiente de lujo, mientras intenta recordar lo sucedido y aclarar sus propias sospechas.

Me ha gustado ir de menos a más, de lo sencillo a lo complicado, a lo profundo. Igualmente me ha resultado acertado la manera en la que la madeja se va desenrollando, el papel de los secundarios, el tratamiento de las enfermedades, de los secretos, de las descripciones tanto emocionales como físicas, las dosis justas de violencia y esta trama que avanza sin prisas hasta un final inquietante y  muy conseguido.

He de reconocer que he disfrutado leyéndola, de manera que recomendable. Espero que os guste.

“La memoria es como el mal amigo, cuando más falta te hace, siempre falla”.

miércoles, 12 de agosto de 2020

1793, Niklas Natt Och Dag

Nunca hubiera reparado en este libro de autor impronunciable y por supuesto difícil de recordar, de no haber sido por mi amiga y gran lectora Pepa. Por lo general me lleva cierta ventaja en lecturas de este tipo y sus consejos son siempre imposibles de ignorar, de manera que me hizo llegar el ejemplar y quedó en reserva para las largas tardes de agosto.
Al parecer gozaba de una buena campaña publicitaria al haber sido premiado como el “Mejor Libro del Año” por la Academia Sueca de Novela Negra en 2017, convirtiéndose en un fenómeno de ventas en toda Europa.
 
 “Un año después de la muerte del rey Gustavo III, los vientos de la Revolución francesa llegan incluso a Suecia, donde la tensión es palpable en todo el país, convertido en un nido de conspiraciones, suspicacias y recelos. En esta atmósfera irrespirable, Mickel Cardell, un veterano de la guerra contra Rusia, descubre un cuerpo atrozmente mutilado en un lago de Estocolmo. Un abogado tuberculoso, el sagaz e incorruptible Cecil Winge, se hace cargo de las pesquisas, pero el tiempo apremia: su salud es precaria, la monarquía hace aguas y las revueltas están a la orden del día. Winge y Cardell se verán inmersos en un mundo de truhanes y ladrones, ricos y pobres, piadosos y pecadores, mercenarios y meretrices. Juntos se enfrentarán al mal y a la corrupción que anidan en la sociedad sueca para esclarecer la misteriosa verdad escondida tras ese terrible crimen”.

Dos novelas vinieron a mi memoria cuando llevaba escasamente cien páginas de este thriller histórico;”El perfume”, de Patrick Süskind, y “El nombre de la rosa”, de Umberto Eco. La primera contaba la historia de Jean-Baptiste Grenouille, un asesino cuya arma era el olfato, característica que asume un gran papel en el relato a través de las descripciones de los malos olores del París revolucionario del siglo XVIII. La segunda historia era una novela de misterio en la que  Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk, tenían que desentrañar una serie de muertes en una abadía en la que los frailes estaban muy familiarizados con maldades de todo tipo.
Niklas Natt Och Dag, sueco hasta la médula, parece haber hecho una mezcla descarnada y perturbadora de los dos grandes bestsellers que ya cuentan con más de treinta años de edad. En la década de los ochenta estos triunfaron sin condiciones, llevados a la gran pantalla en buenas versiones cinematográficas y puede que en esta ocasión se repita el fenómeno visto el éxito obtenido en más de treinta y cinco países; francamente nos gusta lo “duro”, lo “violento” y lo “macabro”, de otra manera me faltan argumentos para justificar que en el fondo me ha gustado.
La historia transcurre en el año 1793, de ahí el título de la novela, Estocolmo y sus calles marcadas por la pobreza y la miseria sirven de escenario al devenir de una población que sobrevive entre las enfermedades y la podredumbre, cualquier situación justifica el abanico de posibilidades para ganarse la vida en un entorno donde no existe la ley, ni la higiene, ni el orden. Y en este descarnado medio es donde aparece el cuerpo mutilado y desmembrado de nuestra víctima, descrita con tal lujo de detalles que las arcadas se hicieron incontenibles.
Huelga decir que sufrí una mezcla de asco y rechazo por el libro y una curiosidad malsana que hicieron innegociable su abandono, gracias a estos impulsos contradictorios, hoy puede contaros mis impresiones, pero entenderé que no podáis seguir hasta el final.
A partir de aquí comienza una curiosa investigación  de la mano de dos protagonistas al más puro estilo detectivesco, el abogado Cecil Winge y Mickel Cardell, un veterano lisiado de la guerra contra Rusia, quienes a través de la deducción e inteligencia en sus razonamientos nos llevan a la resolución de este vil asesinato.
Sobra decir que es un thriller histórico con un trabajo de documentación incuestionable no solo en la descripción insalubre de la propia Estocolmo, sino en los ambientes históricos que aportan datos acerca de los efectos de los aires revolucionarios franceses, la resistencia a los cambios sociales y el papel del poder desmedido y corrupto de la época, recreado al más mínimo detalle.
Durante su lectura he identificado temas que han conseguido dar cuerpo al relato y justificar el sadismo que salpica toda la novela; la maldad, la crueldad, el horror, la absoluta falta de empatía, el buen corazón. Me he encontrado con personajes que disfrutan con el dolor de los demás especialmente con los juegos sexuales, lo que os he dicho, puro sadismo.
No quiero contar mucho más, es buena, dura y sobrecogedora, pero por razones que no vienen a cuenta, es imposible que no te enganche, de manera que una vez empezada será difícil dejarla a medias. Roza el desagrado en buena parte de sus páginas, pero no es menos cierto que la resolución del crimen va atenuando los efectos iniciales, casi se le coge cariño al pobre lisiado y aplaudes la determinación y el coraje por llegar hasta el final.
He querido ver un alegato a los derechos humanos y en contra de la falta de libertades y sobre todo, la denuncia dura y clara de las desigualdades sociales que convierten a comunidades enteras en miserables por amparar como colectivo las múltiples atrocidades de los seres humanos.
Al ser una novela negra e histórica estaría contando mil cosas más de ella, pero prefiero que la leáis, ya he avisado de sus rasgos despiadados, lo que no es suficiente para dejar de recomendarla; además, forma parte de una trilogía cuya segunda parte ya se ha escrito y la tercera está en la parrilla de salida, de manera que la última palabra es vuestra…, espero que os guste.
“La búsqueda de la felicidad es una de las causas más evidente de la infelicidad.”

viernes, 7 de agosto de 2020

Poeta chileno, Alejandro Zambra

 

Este gato de ojos de cristal, se me ha llegado a presentar en sueños de tanto como lo veía en cualquier medio y páginas literarias. El autor no me sonaba de nada, de hecho era absolutamente desconocido y para ser franca la portada me provocaba cierta dentera; sobra decir que los gatos no son plato de mi devoción. Aun así y despreciando mis impulsos iniciales lo leí y la sensación oscila entre lo aceptable y la seguridad de que será la primera y la última vez que lea a este joven escritor chileno.

 

“En Santiago de Chile, a principios de los años noventa del pasado siglo, dos quinceañeros, Gonzalo y Carla, tantean la vida y el deseo, y mantienen sus primeras relaciones sexuales, marcadas por la exploratoria torpeza. Él sueña con ser poeta y, cuando ella rompe la relación, le manda por correo una sucesión de breves poemas de amor en los que expresa su desesperación y empieza a buscar su voz literaria. La historia podría haberse quedado ahí, como una mera aventura adolescente de iniciación, pero, nueve años después, Gonzalo y Carla se cruzan en un bar gay y se produce un desatado reencuentro en los lavabos que acaba con la ropa interior de ambos desapareciendo por el inodoro. Retoman la relación y pronto Gonzalo descubrirá que ella ha tenido un hijo, Vicente, del que él se convertirá durante un tiempo en padrastro…” 

 

Si tuviera que resumir con mis palabras el contenido de estas más de cuatrocientas páginas, os diría que cuenta la historia de Gonzalo Rojas un escritor de poesía que, después de siete años, se reencuentra con su primer amor de la adolescencia y de la noche a la mañana se transforma en padrastro de Vicente, un niño de seis años que es adicto a la comida para gatos y que, años más tarde, como Gonzalo, quiere ser poeta, a pesar de los consejos de sus padres. Junto a esto, asistimos a las peripecias de una periodista americana que no es capaz de llegar a San Pedro de Atacama y queda colgada en Santiago, ciudad donde realiza unos estudios sobre los poetas chilenos.

No parece insufrible el argumento, aunque ya digo que puedo decir que he leído algo de Alejandro Zambra, pero no puedo afirmar tanto que haya disfrutado de ello.

La estructura de la obra se presenta en cuatro partes con varias historias diferentes, todas unidas entre sí, tanto en vínculo personal como geográfico, ya que todo va a tener como fondo y ambientación a Chile. Desde el punto de vista cronológico, la novela se desarrolla en tres momentos diferentes (a principios de los 90, en los 2000 y en años recientes) para narrar la relación de Gonzalo y Carla, quienes luego de vivir una primera ruptura amorosa, cuando eran adolescentes, retoman su historia tras reencontrarse por accidente 10 años más tarde.

A lo largo de este espacio de tiempo, un narrador en tercera persona va mostrando dichas historias desde las diferentes ópticas de sus personajes, pudiendo asistir a ramificaciones y subjetividades de cada uno de los protagonistas. Para ello echa mano de temas como los lazos familiares, la disfuncionalidad, los vaivenes del amor, la figura del padrastro, el aspirante a escritor, las apariencias, aquello que todavía no es del todo y el amor por la literatura.


Aunque la lectura no se atraganta como para dejarla, me encontré con un escollo insalvable que me hizo correr y acabarla con “prisas”, el lenguaje repleto de términos latinos absolutamente “infumables” e imagino que hechos para el consumidor de esas latitudes. No digo que carezca de riqueza expresiva, ni que el texto no sea fluido, es que la mitad de lo que contaba en una frase requería visitas al diccionario que acabaron con mi paciencia.


¿Qué me ha gustado?, me ha entretenido las tramas secundarias, el amor que deja ver hacia la poesía, el tono humorístico a la hora de narrar ciertas situaciones, lo intimista, lo doméstico, la importancia que le da a los momentos vividos  y especialmente el carácter con el que aborda el cambio de milenio que le está tocando vivir a su protagonista.


Me resulta difícil no recomendarla en idéntica proporción a lo contrario, desde mi juicio de lectora y humilde opinión prefiero dejarlo en un empate, lo suyo es arriesgar, dejarlo a vuestra elección y como siempre esperar que os guste.


“El problema con el aprendizaje de ser padre, es que los hijos son los maestros”.

sábado, 1 de agosto de 2020

Una educación, Tara Westover

En esta ocasión me he inclinado por la historia de una niña, la menor de siete hermanos, que creció en el seno de una familia extremista y dictatorial bajo el paraguas de las convicciones religiosas mormónicas. Aislada de cualquier institución gubernamental, sufre la soledad y privación de todo lo ajeno a las reglas que ese lunático padre le impuso, lo que la llevó a vivir como una salvaje desde su más tierna infancia.

Lo elegí por la buena campaña editorial que durante meses invadieron las redes sociales y los escaparates de las librerías, está escrito a modo de libro de memorias de experiencias terribles que me han dejado una sensación amarga por lo descarnado del relato y porque me ha recordado a esas películas americanas de pirados que tienen encerrados a los hijos, condenados a sus atrocidades y barbaries hasta que un golpe de buena suerte cambia sus desgarradores destinos.

“Nacida en las montañas de Idaho, Tara Westover ha crecido en armonía con una naturaleza grandiosa y doblegada a las leyes que establece su padre, un mormón fundamentalista convencido de que el final del mundo es inminente. Ni Tara ni sus hermanos van a la escuela o acuden al médico cuando enferman. Todos trabajan con el padre, y su madre es curandera y única partera de la zona.

Tara tiene un talento: el canto, y una obsesión: saber. Pone por primera vez los pies en un aula a los diecisiete años: no sabe que ha habido dos guerras mundiales, pero tampoco la fecha exacta de su nacimiento (no tiene documentos). Pronto descubre que la educación es la única vía para huir de su hogar. A pesar de empezar de cero, reúne las fuerzas necesarias para preparar el examen de ingreso a la universidad, cruzar el océano y graduarse en Cambridge, aunque para ello deba romper los lazos con su familia”. 

Con la presentación y la sinopsis, nos podemos hacer una idea del grado de dureza de la primera novela de esta escritora, a pesar de saber que en la realidad esto no es lo habitual pero tampoco extraño, no deja de causar sorpresas las condiciones en las que los seres humanos pueden llegar a vivir.

No es el verano el momento más propicio para este tipo de libros, tal vez esa sea la razón por la que no llegó a engancharme esta biografía sincera y descarnada que me mantuvo sobrecogida demasiados capítulos, no precisamente lo que yo busco en las horas de lecturas, además sus diálogos me parecieron poco espontáneos, a lo que hay que unir los constantes saltos en el tiempo que dificultaban mis esfuerzos por empatizar con Tara y su dura biografía.

Si tengo que decir con brevedad cual es la temática, a mi entender es una historia de superación personal que invita a la reflexión, a comprender hasta qué punto los límites de la mente nos mantiene encarcelados, cómo la apertura mental que provoca una buena educación puede romper todas esas barreras y transformarnos por completo.

La novela se divide en tres partes que coinciden con la infancia, juventud y madurez de la autora, donde se relata la trayectoria de vida de la misma. Narrado en primera persona, la misma que asume el protagonismo del relato junto a sus hermanos y padre que completan el reducido número de personajes de esta familia mormona.

Historia bien hilvanada, con un empiece potente pero con un ritmo desigual que pierde intensidad con el paso de las páginas. Descripción detallada del ambiente opresivo, estricto y duro, donde el maltrato psicológico es constante y que sirve para entrarnos de lleno en la historia de manera directa. La reiteración de escenas que van sobre esas situaciones de abusos me han resultado excesivas y al final han hecho más lento el ritmo narrativo.

 “Una educación” es el resultado de buscar historias personales que conmuevan al lector y causan el suficiente impacto como para dejar huella y tenga además una salida segura para un buen guion de cine. Hay veces que una promoción exagerada triunfa y se logran las expectativas marcadas, en mi caso y tras leer la buena acogida del libro, esto no se cumple y aunque lo terminé confieso que me costó y no lo disfruté lo deseado.

Lo recomiendo en base a las buenas críticas que he leído en diferentes medios, por estar bien escrito y por ser accesible gracias a su prosa sencilla y limpia; pero no porque a mí me haya gustado, en ocasiones creo que la rara en gustos literarios soy yo, por eso lo mejor es leerlo y salir de dudas. Os gustará.

“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo.”