Elvira Lindo llegó a mi vida de la mano de Manolito Gafotas, de eso hace ya décadas, pero cuando quiero recordar a esos personajes tan entrañables, buceo en sus libros y siguen regalándome buenos ratos y risas como si fuera la primera vez. En esta ocasión la periodista gaditana nos ofrece todo un ejercicio de sinceridad en la que sin duda es su obra más intima y personal, no es una autobiografía, según ella misma, es un homenaje a una generación, la de nuestros progenitores; quienes permanecieron en España en la inmediata postguerra y que, sin queja ni lamento, se concentraron en sobrevivir, un paseo por sus recuerdos y vivencias que comienzan en su Cádiz natal y termina como no podía ser de otra manera en Madrid.
“Partiendo de un episodio ocurrido en Madrid en 1939, la narradora de
esta historia cuenta la apasionada y tormentosa relación de sus padres, y cómo
la personalidad desmedida de él y el corazón débil de ella marcaron el pulso de
la vida de toda la familia”.
Elvira nos cuenta la vida de sus padres, pertenecientes a la generación de los niños de la postguerra, a partir del año 1939. Empieza la historia hablando la autora en primera persona, cuidando de su padre en el hospital, ya de viejecito. Conocemos su infancia, y los entrañables personajes que le acompañaron en la vida, entre otros: una madre peculiar, una amada esposa y su complicada relación, más cuatro hijos. También conocemos la infancia y la adolescencia de la autora, pero más bien centrada en sus padres como personajes principales. En esta ocasión los padres se convierten en personajes literarios para poder abordarlos con libertad, humor y empatía.
Comencé la lectura muy
entusiasmada pero confieso que me ha resultado lenta y poco novedosa, tal vez
ser una hija de padres muy parecidos a los suyos le haya restado emoción a lo
que sin duda es un estudio sociológico impecable de la España de los años
60-70.
No quiero decir con
ello que no sea entretenida y que la sencillez de sus líneas no te atrape, es
solo que la mezcla de humor, ocurrencias,
recuerdos y reflexiones no han acabado de mostrarme una realidad diferente a la
vivida en mis propias carnes.
Responde a una
estructura anárquica, desorganizada pero presentada en ocho capítulos que no
llegan a ser una unidad argumental cerrada, puesto que el relato es anacrónico
y con constantes saltos en el tiempo. Narrada en primera persona por la propia
autora y en tiempo pasado; eso sí con una dosis de cariño y emoción que
acentúan su carácter entrañable y tremendamente sencillo.
El libro recorre un
siglo de cambios y nos llega a través de sus protagonistas a quienes Elvira no
describe físicamente con excesivo interés, prefiere un tratamiento emocional y
cariñoso, para suplir la imagen externa innecesaria, y lo hace con la finalidad
de reflejar los recuerdos e historias de sus padres, tan parecidos a los de
muchos de aquella generación.
Quiero dejar claro que
la recomiendo especialmente por no resultar sensiblona, por contar con dosis de
humor que suavizan ciertos momentos dramáticos, por apreciar instantes
melancólicos y por el ejercicio perfecto de emociones contenidas por parte de
la autora.
Tras diez años sin
publicar, Elvira reaparece con este libro absolutamente personal que os
recomiendo leer como homenaje a los que hicieron de la supervivencia el
objetivo de vida en unos momentos críticos de nuestra Historia. La guinda del
libro la ponen unas bonitas ilustraciones a cargo de uno de sus hijos. Os
gustará.
“Las personas más importantes no se buscan, la vida te las presenta”.
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