miércoles, 12 de agosto de 2020

1793, Niklas Natt Och Dag

Nunca hubiera reparado en este libro de autor impronunciable y por supuesto difícil de recordar, de no haber sido por mi amiga y gran lectora Pepa. Por lo general me lleva cierta ventaja en lecturas de este tipo y sus consejos son siempre imposibles de ignorar, de manera que me hizo llegar el ejemplar y quedó en reserva para las largas tardes de agosto.
Al parecer gozaba de una buena campaña publicitaria al haber sido premiado como el “Mejor Libro del Año” por la Academia Sueca de Novela Negra en 2017, convirtiéndose en un fenómeno de ventas en toda Europa.
 
 “Un año después de la muerte del rey Gustavo III, los vientos de la Revolución francesa llegan incluso a Suecia, donde la tensión es palpable en todo el país, convertido en un nido de conspiraciones, suspicacias y recelos. En esta atmósfera irrespirable, Mickel Cardell, un veterano de la guerra contra Rusia, descubre un cuerpo atrozmente mutilado en un lago de Estocolmo. Un abogado tuberculoso, el sagaz e incorruptible Cecil Winge, se hace cargo de las pesquisas, pero el tiempo apremia: su salud es precaria, la monarquía hace aguas y las revueltas están a la orden del día. Winge y Cardell se verán inmersos en un mundo de truhanes y ladrones, ricos y pobres, piadosos y pecadores, mercenarios y meretrices. Juntos se enfrentarán al mal y a la corrupción que anidan en la sociedad sueca para esclarecer la misteriosa verdad escondida tras ese terrible crimen”.

Dos novelas vinieron a mi memoria cuando llevaba escasamente cien páginas de este thriller histórico;”El perfume”, de Patrick Süskind, y “El nombre de la rosa”, de Umberto Eco. La primera contaba la historia de Jean-Baptiste Grenouille, un asesino cuya arma era el olfato, característica que asume un gran papel en el relato a través de las descripciones de los malos olores del París revolucionario del siglo XVIII. La segunda historia era una novela de misterio en la que  Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk, tenían que desentrañar una serie de muertes en una abadía en la que los frailes estaban muy familiarizados con maldades de todo tipo.
Niklas Natt Och Dag, sueco hasta la médula, parece haber hecho una mezcla descarnada y perturbadora de los dos grandes bestsellers que ya cuentan con más de treinta años de edad. En la década de los ochenta estos triunfaron sin condiciones, llevados a la gran pantalla en buenas versiones cinematográficas y puede que en esta ocasión se repita el fenómeno visto el éxito obtenido en más de treinta y cinco países; francamente nos gusta lo “duro”, lo “violento” y lo “macabro”, de otra manera me faltan argumentos para justificar que en el fondo me ha gustado.
La historia transcurre en el año 1793, de ahí el título de la novela, Estocolmo y sus calles marcadas por la pobreza y la miseria sirven de escenario al devenir de una población que sobrevive entre las enfermedades y la podredumbre, cualquier situación justifica el abanico de posibilidades para ganarse la vida en un entorno donde no existe la ley, ni la higiene, ni el orden. Y en este descarnado medio es donde aparece el cuerpo mutilado y desmembrado de nuestra víctima, descrita con tal lujo de detalles que las arcadas se hicieron incontenibles.
Huelga decir que sufrí una mezcla de asco y rechazo por el libro y una curiosidad malsana que hicieron innegociable su abandono, gracias a estos impulsos contradictorios, hoy puede contaros mis impresiones, pero entenderé que no podáis seguir hasta el final.
A partir de aquí comienza una curiosa investigación  de la mano de dos protagonistas al más puro estilo detectivesco, el abogado Cecil Winge y Mickel Cardell, un veterano lisiado de la guerra contra Rusia, quienes a través de la deducción e inteligencia en sus razonamientos nos llevan a la resolución de este vil asesinato.
Sobra decir que es un thriller histórico con un trabajo de documentación incuestionable no solo en la descripción insalubre de la propia Estocolmo, sino en los ambientes históricos que aportan datos acerca de los efectos de los aires revolucionarios franceses, la resistencia a los cambios sociales y el papel del poder desmedido y corrupto de la época, recreado al más mínimo detalle.
Durante su lectura he identificado temas que han conseguido dar cuerpo al relato y justificar el sadismo que salpica toda la novela; la maldad, la crueldad, el horror, la absoluta falta de empatía, el buen corazón. Me he encontrado con personajes que disfrutan con el dolor de los demás especialmente con los juegos sexuales, lo que os he dicho, puro sadismo.
No quiero contar mucho más, es buena, dura y sobrecogedora, pero por razones que no vienen a cuenta, es imposible que no te enganche, de manera que una vez empezada será difícil dejarla a medias. Roza el desagrado en buena parte de sus páginas, pero no es menos cierto que la resolución del crimen va atenuando los efectos iniciales, casi se le coge cariño al pobre lisiado y aplaudes la determinación y el coraje por llegar hasta el final.
He querido ver un alegato a los derechos humanos y en contra de la falta de libertades y sobre todo, la denuncia dura y clara de las desigualdades sociales que convierten a comunidades enteras en miserables por amparar como colectivo las múltiples atrocidades de los seres humanos.
Al ser una novela negra e histórica estaría contando mil cosas más de ella, pero prefiero que la leáis, ya he avisado de sus rasgos despiadados, lo que no es suficiente para dejar de recomendarla; además, forma parte de una trilogía cuya segunda parte ya se ha escrito y la tercera está en la parrilla de salida, de manera que la última palabra es vuestra…, espero que os guste.
“La búsqueda de la felicidad es una de las causas más evidente de la infelicidad.”

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