jueves, 26 de noviembre de 2020

Tiza roja, Isaac Rosa

En esta ocasión, la elección ha recaído en el escritor sevillano Isaac Rojas al que ya conocía por otros libros. Me apetece de vez en cuando lecturas que me permitan leer historias cortas que te dejen con la boca abierta por su originalidad y sencillez. Es justo lo que he encontrado en esta selección de relatos que abordan asuntos de actualidad y de la vida española de los últimos años, todas muy cercanas que expanden nuestra comprensión de la sociedad en la que vivimos.
Tiza roja incluye más de cincuenta relatos, organizados siguiendo las secciones de un periódico, a modo de reconocimiento del vínculo que los une al ámbito de la prensa, dado que todas las historias han aparecido en diarios durante los últimos años.

Isaac es considerado uno de los novelistas llamados “sociales”, en total son seis las novelas publicadas, de las que he leído “La habitación oscura” y “El país del miedo” y puedo decir que el calificativo está muy bien puesto.

Las historias que narra en este libro son a cuál de todas más originales y a la vez reconocibles. Podría decantarme por alguna de ellas, aunque  estoy convencida de que os gustarán todas.

La ventaja de estos libros es poder leer aisladamente dichos relatos, pero recomiendo que se haga según aparecen, ya que no hay necesidad de alterar el orden que el escritor ha elegido para nosotros.

Nada más abrir el libro, nos encontramos con un prólogo que muestra la primera reflexión crítica, una reivindicación del escritor por encargo, frente a la romantización de la figura del escritor como un genio libre o acaso doblegado solo a su inspiración. Pero no es así, el escritor, hoy, está sujeto a leyes del mercado cultural y, en ocasiones, produce por encargo; El motivo de estas palabras son precisamente las 50 historias de “Tiza roja”, todas encargos hechos al escritor para ser publicados en medios periodísticos, rodeados de noticias y reportajes, y pensados para ser leídos en ese contexto.

El repertorio de temas tratados es la justificación para poner en evidencia la sociedad que nos define, la precariedad económica, la incertidumbre personal, los ataques laborales, la comercialización de lo privado, el machismo, pero también la solidaridad, la organización y la respuesta colectiva y todo debido al hecho de la importancia adquirida por las preocupaciones que nos rodean y la impotencia ante la mala gestión de esta crisis social que dura ya demasiado tiempo.

Podría recomendar alguno, por ejemplo el del lazo amarillo en el paso de la procesión de la Virgen, el de la vida de un hombre relatada a través de sus movimientos bancarios, el boicot a Coca-Cola e incluso el de la tragedia de los campos de refugiados.

Por hablar de los temas más sugerente os digo que la escasez material, el miedo al despido, el papel de las redes sociales, las peripecias para llegar a fin de mes, la homofobia, el racismo y el terror como herramienta intimidatoria en el mundo laboral, dan vida a buena parte de estas cotidianas y frecuentes historias que bien podían ser las nuestras.

No nos sorprende el autor al mostrarnos la cara buena de estas situaciones tratadas con ironía y humor, que en el fondo no dejan de ser dramas reales, tirando de beneficios de las mismas, a la hora de relatar como la sociedad responde en buena manera con solidaridad, compañerismo, organización y respuesta de supervivencia cuando la vida nos lleva al límite de lo soportable.

Esa fina ironía de este sevillano, consigue mostrarnos y abrirnos los ojos a una realidad repleta de abusos, atropellos y despropósitos diarios que solo nuestra apatía e indiferencia nos impediría ver.

No quiero desvelar el origen del título, mejor que os leáis todos los relatos y así lo descubráis solos

Especialmente divertidos e inquietantes a la vez resultan los ‘Anuncios por palabras’, el de la empresa que ofrece la reconstrucción de recuerdos o el de los mensajes de los pomos de la puerta de los hoteles…Todas en el fondo son situaciones alarmantemente reconocibles en la vida española de las últimas décadas.

En esta llamada y toque de atención que nos da Isaac, se encuentra una invitación a no olvidarnos de las otras realidades que sin ser la nuestra forma parte de nosotros. Os garantizo entretenimiento y un par de tardes de lectura amena. Os gustará.

“Los colores al igual que nuestras facciones, cambian con las emociones”.

martes, 17 de noviembre de 2020

Libro de familia, Galder Reguera

 


Después de los libros y la música, la fotografía es una de mis aficiones poco desarrollada pero con la que disfruto mucho. No es el primer libro que leo cuya historia parte de una fotografía, de la vida de los que allí aparecen, de un secreto bien guardado o un misterio por resolver. Las imágenes cuentan siempre mucho más que las palabras, son el testigo gráfico y perenne que atrapa el momento, es un segundo arrebatado al pasado sin fecha de caducidad en el presente, lo congela, hace eterno el instante captado, es algo más que lo que aparece, esconde sentimientos, emociones, es esa página de la vida que no cambiará ni siquiera con el paso del tiempo.

La Nochevieja de 1974, la madre de Galder Reguera supo que estaba embarazada de él. Ese mismo día, su padre murió en un accidente de coche. En estas páginas se unen un emocionante relato familiar lleno de giros inesperados y la crónica de una investigación: «Él es para mí el pasado que no tuve y yo para él soy el futuro que se le negó. Él pensó en mí durante un día. El último día de su vida. Yo he tenido siempre presente su sombra”.

Todavía me pregunto cómo me decidí por este relato con una sinopsis tan desgarradora y real. A veces, quizás más de las que nos imaginamos, estas cosas, estas tragedias pasan y no en menos ocasiones te preguntas, cómo los seres queridos, las familias hacen frente y superan un drama de esta de esta magnitud. Ya sabemos aquello de que el tiempo lo cura todo, para mí que somos nosotros los que nos curamos con su paso. En esta ocasión Galder Reguera ha elegido como proceso sanador escribir, partiendo de una foto, una historia familiar que le ayudase a conocer la vida y la muerte de su padre, en un esfuerzo por saber más de un pasado sin el cual su presente no tendría sentido.

Retrato de familia que esconde un gran trabajo de investigación, de documentación seleccionada, entrevistas con todos sus miembros y conocidos de su padre y especialmente del papel ejercido por su madre y sus vivencias después de esa fatídica Nochevieja.

Nadie se imagina que tras una foto se pueden descubrir tanto de uno mismo, al menos tras cuarenta y cuatro años es lo que siente el autor de este bonito homenaje al padre que nunca conoció.

Puede parecer que vamos a leer entre lágrimas y dolor la reconstrucción de esta historia, pero nada más lejos de ellos. Galder nos cuenta con sencillez y limpieza los entresijos de unos personajes con luces y sombras, con zonas oscuras y espacios brillantes, de lo que  al fin y al cabo es lo típico y lo atípico de cualquier tribu con lazos de sangre. Repertorio de acontecimientos incómodos y otros dignos de recordar, algo totalmente mundano y con lo que estamos “familiarizados”.

En las casi cuatrocientas páginas del libro, vamos a tener la oportunidad de conocer a los “parientes” cercanos de este bilbaíno y ninguno de ellos se ve privado de nuestra simpatía, especialmente Javi el padre no biológico de Galder, una auténtica compensación de la vida por la ausencia del suyo. No quiero pasar de puntillas por el cúmulo de desgracias sufridas por su madre, quien hasta la llegada de su tercer marido no pone fin a su racha de mala suerte.

Narración que muestra muchos registros, que roza el estilo doméstico, asequible, con un vocabulario y unas construcciones que reflejan la sencillez y honestidad literaria de este escritor, un estilo cargado de normalidad y sentimentalismo bien administrado donde no faltan los temas de cualquier vida; amor, confesiones, culpas, deseos no cumplidos, el maltrato y las ausencias de los diferentes miembros de una familia a lo largo de generaciones.

Dos historias paralelas: una prácticamente lineal que narra la vida de la madre del autor "casi como una novela del siglo XIX", y otra en la que Reguera invita al lector a acompañarlo en la investigación en torno a su padre. En el transcurso de la novela, el escritor recuerda que dudó en varias ocasiones sobre si dejar de escribir "para no hacer sufrir" a su madre reviviendo viejos recuerdos. Aun así, Reguera siguió adelante y no publicó la novela hasta que sus padres le dieron el visto bueno, puesto que "también era su historia" y, después de todo, era un "homenaje" a ellos. 

No hace falta seguir contando más para saber que me ha gustado mucho este viaje valiente que hace Galder, no es fácil abrirse así y exponer lo más íntimo de tu vida. "Libro de familia" es esa historia que podría ser la de cualquiera de nosotros, es una oportunidad para reconocer la importancia de saber todo acerca de nuestro pasado. Os lo recomiendo por su utilidad como terapia narrativa, como lectura diferente, sin adornos, natural y por supuesto inolvidable. Recuerdo que es mi opinión de lectora, nada más que eso.

“La fotografía es otra forma de amar la vida, capturar el tiempo y detener los sentimientos para siempre”.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Rey Blanco, Juan Gómez Jurado

Como la mayor parte de los mortales, mi caso no es diferente, tuve la oportunidad de leer “Reina Roja” y después “Loba Negra” y como no hay dos sin tres, ahora le ha tocado el turno a “Rey Blanco”; es lo que tienen las trilogías, para poder terminar con las aventuras y desventuras de los protagonistas, hay que cerrar el círculo y sucumbir a estos fenómenos editoriales y comerciales. No es que haya sido un sacrificio, como pasatiempo es entretenido y responde a las expectativas de una novela de tensión, acción e investigación policial. Es mejor según el autor calificarla como novela entretenida que como thriller, algo que al parecer molesta profundamente a J. Gómez Jurado.

Espero que no te ha yas olvidado de mí. ¿jugamos?

Cuando Antonia Scott recibe este mensaje, sabe muy bien quién se lo envía. También sabe que ese juego es casi imposible de ganar. Pero a Antonia no le gusta perder.

Después de todo este tiempo huyendo, la realidad ha acabado alcanzándola. Antonia es cinturón negro en mentirse a sí misma, pero ahora tiene claro que si pierde esta batalla, las habrá perdido todas.

-La reina es la figura más poderosa del tablero -dice el Rey Blanco-. Pero por poderosa que sea una pieza de ajedrez, nunca debe olvidar que hay una mano que la mueve.

-Eso ya lo veremos-, responde Antonia. 

La pregunta más habitual con las trilogías es si es necesario leerlas todas o en orden y la respuesta igualmente habitual es decir que “es lo suyo”. En ocasiones no se hace, pero en el caso que nos ocupa es difícil que no lo hayamos hecho puesto que el autor se ha encargado de dosificarlas y promocionarlas con sumo esmero para tenernos pendientes de las salidas de cada uno de sus ejemplares. Es una estrategia más de manipulación y éxito de ventas muy bien pensado en tiempos navideños. Se podría entender y disfrutar, pero nos perderíamos mucha parte de la intriga y la evolución de personajes que vienen desde el principio de la trilogía.

Lo primero entonces es decir que la novela arranca donde termina la anterior, incluso vamos a conocer parte de lo que ocurre en “Reina Roja”, como nuestra protagonista, Antonia Scott, llegó a convertirse sin ser policía en miembro de una unidad especial y secreta de la policía española. Personalmente cada vez que empiezo un ejemplar de alguna trilogía, me veo obligada a una relectura rápida del anterior y más si entre uno y otro ha pasado demasiado tiempo; lo digo para que en la medida que sea posible se lean seguidos.

Hace tiempo que no hablo del concepto “novela pegamento”, y creo que en este caso, “Rey Blanco” es precisamente la lectura que una vez iniciada te pegas a ella y tras un inicio “trampolín” es casi imposible soltarla hasta acabar la última página. No es lo mejor del género que yo he leído, ni tampoco en la materia, pero tal y como dice Gómez Jurado, escribe básicamente para él y el objetivo es entretener y eso hay que reconocer que lo hace.

El libro consta de 528 páginas estructuradas en cuatro partes y cada una dividida en capítulos cortos y un epílogo, todo narrado en tercera persona. Novela que se enmarca en el género policíaco y aventuras, con ritmo trepidante, mucha acción y suspense a partes iguales. Al igual que en ocasiones anteriores nos presenta un relato marcado por el papel inestimable del cronómetro, debido a la necesidad de resolver crímenes en un tiempo récord y limitado. Es el reto permanente al que tiene que enfrentarse Antonia en este relato, un caso tras otro a ritmo cardiaco, de desafiante resolución, de situación argumental complicada y que cuando todo parece imposible cerrar, la imaginación del escritor resuelve siempre con acierto. Aquí llega el momento en el que yo deseo una Antonia o Antonio en mi vida.

El planteamiento de la historia me gusta, aparece en primer lugar el culpable, la disposición temática en capítulos a la inversa, desde el título del primero hasta el título del epílogo así como la relación de los tres casos a resolver por la pareja de protagonistas que marcan esa tensión de vértigo y giros argumentales sin racaneos. Ha sido inevitable el recordar a Dan Brown y el “Código Da Vinci” con el recurso de llevar a los personajes corriendo siempre de un sitio a otro, arañando segundos como si no “hubiera un mañana”.

Respecto a los personajes, el universo particular de Antonia Scott y su compañero Jon, se nos presentan en su versión más humana y sobre ellos pivota la fuerza de la trama. No es tan solos, aparece un abanico de secundarios imprescindibles y un malo malísimo del que ya habíamos tenido noticia en las entregas anteriores. Al parecer, todos saben lo que deben de hacer y el por qué de sus acciones, algo que deja claro el escritor por las reflexiones con las que cierra cada capítulo.

No puedo dejar de recomendarlo, me ha gustado, sabía lo que me iba a encontrar, esperar el desenlace de la trilogía ha respondido a mis expectativas y no descarto la reaparición de esta sensacional mujer, que nos llevaría a una tetralogía…, no es la primera ni la última vez que sucede.

Acabo agradeciendo Gómez Jurado las alusiones que salpican el texto con versos de Sabina o La Oreja de Van Gogh, así como las alusiones literarias que nunca están de más. Por cierto, os recomiendo “El paciente” y “Cicatriz” que no siendo imprescindibles para esta trilogía, sí ayuda a entender algunas referencias que aparecen en estas tres entregas. A pesar de la etiqueta de literatura consumista, os gustará.

“Observa todo lo blanco que te rodea sin olvidar lo negro que contiene”.

martes, 10 de noviembre de 2020

La vida contada por un sapiens a un neandertal, Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga


 

Desde que supe de la publicación de este libro difícil de encuadrar en un género concreto, estuve muy pendiente de su salida al mercado, creo que las ilusiones depositadas en uno de los escritores que más me gustan y de aquello que tuviera que contarme el paleontólogo padre de Atapuerca, merecía la pena estar al “loro” y no perder el tiempo para leer lo que seguramente me iba a gustar.

No puedo valorar ni positiva ni negativamente su lectura, es cierto que hace un repaso sencillo y asequible a la incógnita de por qué somos como somos y y cómo hemos llegado a donde estamos, algo que a diario nos preguntamos con enorme curiosidad y difícil respuesta.

Al parecer en la cabeza de Millás siempre había estado el interés por entender la vida, los orígenes y su evolución, de manera que se dispuso a conocer, junto a uno de los mayores especialistas de este país en la materia, Juan Luis Arsuaga, las razones que nos ha llevado a ser como somos y el camino recorrido para ello.

Fue una propuesta para la elaboración de un relato entre escritor y sabio en la materia. Una combinación del ingenio de uno y la percepción original del mundo como la que tiene el escritor; entre “un sapiens y un neandertal”.

Durante unos meses, ambos visitaron lugares y escenarios de la vida cotidiana, así como emplazamientos únicos donde aún quedan huellas de lo que fuimos y de nuestro lugar de procedencia como humanidad y cada una de las salidas supuso un bagaje de información muy útil para dar vida a este libro en el que la originalidad de Millás se reconoce fácilmente.

Un nuevo experimento que surge de una visita a Atapuerca y de la presentación de una novela en el Museo de la Evolución Humana, donde conoció a Juan Luis Arsuaga, surgiendo en ese mismo momento la idea de si sería posible poner en papel las explicaciones que un sapiens le daría a un neandertal acerca de los misterios de nuestra existencia.

La idea se materializó tras la aceptación de Arsuaga quien a través de numerosas visitas a sitios muy diferentes como un yacimiento arqueológico, una juguetería, al campo, a la sierra, al Museo del Prado,  a una maternidad, a un tanatorio, a una exposición de canarios, un parque infantil, va aportando explicaciones sencillas que quedarán por escrito como si de un relato sobre la existencia se tratara, pero siempre con un lenguaje desprovisto de tecnicismo, coloquial, ameno y muy instructivo.

Que nadie piense que es un manual científico pesado y cargado de datos acerca de localizaciones, fechas y descubrimientos; se trata de una invitación a reflexionar sobre cuestiones biológicas y filosóficas que se nos pasan por la cabeza a diario, cuestiones tan habituales como la selección natural, nuestro parentesco con los monos, nuestra bipedestación, los cambios de nuestra cabeza y lo mejor de todo cómo ha influido nuestra especie en otras con las que compartimos nicho ecológico y que puede descubrirnos los misterios del funcionamiento del mundo como especie superior.

Reconozco que me enganchó, mi curiosidad sigue intacta con el paso del tiempo, el tema siempre ha sido de un atractivo para mí incuestionable, pero a medida que pasaba las hojas, no digo que me aburriera, pero me desilusionó, aunque no lo suficiente como para abandonarlo. Se puede leer de un tirón en una tarde, hay pasajes muy entretenidos como el que tiene lugar en un restaurante japonés, pero para los que ya conocemos bastante del tema, o nos encargamos de manejarlo en nuestra tarea de docente, leer datos que ya conocía puso en peligro la buena nota que sin duda hay que darle al libro.

Las conversaciones de estos dos “cerebros” no dejan indiferente a nadie, nunca se sabe lo suficiente acerca de nuestros orígenes y de los pasos dados hasta llegar a lo que somos. Es un libro escrito con el habitual sentido del humor de Millás que ayuda a suavizar el punto magistral de las aportaciones de Arsuaga y que hace de cada explicación una enseñanza nueva para almacenar en nuestra maleta de conocimientos.

Me gustaría recomendar el libro sin reticencias porque encontrar juntos a dos mentes inquietas como Millás y Arsuaga no se disfruta todos los días, el paseo que nos proporcionan por la vida desde que nacemos hasta nuestra vida adulta es una gozada y más si está salpicado de intelectualidad y humor hábilmente dosificado de la mano de este grande de la pluma. Además hay algo que compensa mi pequeña “decepción” y es el hecho de saber lo útil que resultará a quienes deseen saber más sobre la hominización, o como es mi caso repasar “cosillas” que siempre se olvidan. Una conversación entre ciencia y literatura es un regalo que se traduce en una oportunidad impensable. Os gustará.

“El que no está dispuesto a perderlo todo, no está preparado para ganar nada”.

sábado, 7 de noviembre de 2020

Como polvo en el viento, Leonardo Padura

No me intimidan los libros de seiscientas o setecientas páginas, si tras leer su anverso estoy convencida de las horas de buenas lecturas que ellas me han a proporcionar. Leonardo Padura no es desconocido para mí, hace ya unos años leí “El hombre que amaba a los perros” una novela fascinante sobre uno de los asesinos más conocidos de la Historia, Ramón Mercader, el asesino de Trotski. Ahora le toca el turno a  “Como polvo en el viento”, la historia de un grupo de amigos que ha sobrevivido a un destino de exilio y dispersión en diferentes partes del mundo, sin perder entre ellos unos lazos de amistad invisibles pero poderosos, el escritor cubano nos regala a través de las experiencias de este clan el dolor, el impacto y la impronta del trauma de la diáspora de estos exiliados en lo que es un retrato intenso de humanidad.

“El día comienza mal para Adela, joven neoyorquina de ascendencia cubana, cuando recibe la llamada de su madre. Llevan enfadadas más de un año, porque Adela no solo se ha trasladado a Miami, sino que vive con Marcos, un joven habanero recién llegado a Estados Unidos que la ha seducido por completo y al cual, por su origen, su madre rechaza. Marcos le cuenta a Adela historias de su infancia en la isla, arropado por un grupo de amigos de sus padres, llamado el Clan, y le muestra una foto de la última comida en que, siendo él niño, estuvieron juntos veinticinco años atrás. Adela, que presentía que el día se iba a torcer, descubre entre los rostros a alguien familiar. Y un abismo se abre bajo sus pies”. 

Desde el principio me atrapó, he de decir que la forma de escribir de Leonardo me resulta agradable y que el interés por el relato se mantuvo hasta el final. Es entretenida, emotiva e intensa sin olvidar que en todo momento me proporcionó un aprendizaje acerca del ayer y el hoy de la Historia de Cuba. Muy probable que la propia experiencia del autor tenga mucho que ver en la manera de contar este fenómeno, no en vano, sabe lo que significa quedarse toda la vida en el mismo país mientras que amigos y familiares deciden exiliarse, de ahí que uno de los ejes temáticos alrededor de los que gira la novela sea el impacto del desarraigo y la fuerza de la amistad.

En 1977 el grupo Kansas lanzó una canción “Polvo en el viento” hablando sobre el sentido de la vida y el paso del tiempo, esos versos plenos de tristeza y aceptación, inspiraron el título de este libro de impactos emocionales de un grupo de amigos que abandonan unos y se quedan otros y que juran amor eterno a Cuba. Cada vida dejará su huella personal y esas experiencias son las que nos llega a través de la escritura de Padura en una estructura no lineal, compleja, con idas y venidas en el tiempo y dosis de intrigas constantes a lo largo de casi setecientas páginas.

Por supuesto, no le falta la trama detectivesca, la acción comienza en 2016, cuando Adela, una joven norteamericana de ascendencia cubana, mira una foto de su novio Marcos, sacada años atrás en La Habana. En ella aparece un grupo de amigos de los padres del chico, que se hacen llamar el Clan. Entre las personas del grupo, Adela descubre a su propia madre, embarazada, quien ha ocultado su pasado a la familia. Este suceso desata el desarrollo de los hechos, que se extienden desde 1989 hasta 2016. La novela va contando a partir de ese momento la vida de cada uno de los que salen en la foto, confeccionando un retrato de todos y cada uno de los que aparecen, en un viaje del pasado al presente, en un minucioso lienzo de la vida de los protagonistas de esta novela coral.

Personajes trazados a la perfección, llenos de contradicciones, afectados por la culpa, el miedo, la desolación, la sexualidad, los secretos, la maternidad o la esperanza desencantada. Pero unidos en una suerte de soledad compartida, el compañerismo y las ganas de vivir. Puedo estar dando la sensación de un relato descarnado y triste, nada más lejos del contenido de la novela, es una descripción ajustada de la realidad de los cubanos dentro y fuera de Cuba, construido con esas dosis sociales, psicológicas y costumbristas muy del estilo de Leonardo.

Ninguno de ellos es el narrador elegido por el escritor,  recurre al narrador omnisciente, por ser el más adecuado para una novela que tiene tantos personajes, tan diversas situaciones y variados saltos en el tiempo. Así, el narrador tiene la potestad de contar con lujo de detalles los entresijos de los pensamientos y sentimientos de todos y cada uno de los protagonistas y además puede adentrarse en la historia de la Isla para narrar los acontecimientos, sin estar atado a un solo punto de vista, eso le da a la ficción un aire de novela clásica que la engrandece.

No hacer mención al lenguaje es dejar atrás un detalle a tener en cuenta, Leonardo mantiene el ritmo de una narración fluida, agradable, intrigante y en muchos momentos se disfruta con lo coloquial, con ese lenguaje tan suyo que tienen los isleños. Utiliza ese barroquismo cubano en algunas frases, con esas hipérboles expresivas que con tanta gracia y tantos “demasiados” adornan el texto y las conversaciones en la isla.

No es una novela de denuncia política, aunque las alusiones históricas están presentes sin llegar a monopolizar el contenido de la misma, no en vano sirve para crear el ambiente en el ocurren los hechos, la corrupción de los años 80, la represión del régimen castrista y el control social que se queda con lo más esencial de una vida. Cada entorno es descrito de manera puntillosa, incluso a mi gusto abusa de los detalles en el sensualismo de algunas escenas y en lo explícito de las relaciones sexuales. Todo, no lo voy a negar, ayuda a crear ese clima de añoranza conjugado con  sus experiencias y el impacto de la revolución cubana. Tengo la impresión que podía estar hablando de una “tribu” de su generación, pero es solo una opinión.

Me ha parecido un acierto como casi desde el principio y durante toda la narración el autor mantiene un toque de misterio en torno al Clan con una desaparición inesperada y con una muerte que ha podido ser un suicidio o un asesinato, algo irá develando poco a poco, igual a como se hace con la búsqueda de un asesino a lo largo de la narración de cualquier novela negra. Creo que es un acierto en una historia donde el miedo y el terror se convierten en el eje vertebrador de la misma, “sentir miedo te jode la vida”.

Consiguió Padura que yo, formará parte de la resolución de los conflictos narrados, me hiciera buscar culpables a la muerte de Walter y pensara en algunas respuestas a los misterios planteados; dicen que cuando eso sucede es que te ha gustado y te has metido en la esencia de la narración, de manera que no me queda más que recomendarla. Por cierto, destacar los personajes femeninos absolutamente creíbles, su fuerza, sus luces y sus sombras que llegan a ser de lo mejor del relato. Os gustará.

“La soledad es escuchar al viento y no poder contarlo a nadie”.