Como la
mayor parte de los mortales, mi caso no es diferente, tuve la oportunidad de
leer “Reina Roja” y después “Loba Negra” y como no hay dos sin tres, ahora le
ha tocado el turno a “Rey Blanco”; es lo que tienen las trilogías, para poder
terminar con las aventuras y desventuras de los protagonistas, hay que cerrar
el círculo y sucumbir a estos fenómenos editoriales y comerciales. No es que
haya sido un sacrificio, como pasatiempo es entretenido y responde a las
expectativas de una novela de tensión, acción e investigación policial. Es
mejor según el autor calificarla como novela entretenida que como thriller,
algo que al parecer molesta profundamente a J. Gómez Jurado.
Espero
que no te ha yas olvidado de mí. ¿jugamos?
Cuando
Antonia Scott recibe este mensaje, sabe muy bien quién se lo envía. También
sabe que ese juego es casi imposible de ganar. Pero a Antonia no le gusta
perder.
Después
de todo este tiempo huyendo, la realidad ha acabado alcanzándola. Antonia es
cinturón negro en mentirse a sí misma, pero ahora tiene claro que si pierde
esta batalla, las habrá perdido todas.
-La
reina es la figura más poderosa del tablero -dice el Rey Blanco-. Pero por
poderosa que sea una pieza de ajedrez, nunca debe olvidar que hay una mano que
la mueve.
-Eso ya lo veremos-, responde Antonia.
La pregunta
más habitual con las trilogías es si es necesario leerlas todas o en orden y la
respuesta igualmente habitual es decir que “es lo suyo”. En ocasiones no se
hace, pero en el caso que nos ocupa es difícil que no lo hayamos hecho puesto
que el autor se ha encargado de dosificarlas y promocionarlas con sumo esmero
para tenernos pendientes de las salidas de cada uno de sus ejemplares. Es una
estrategia más de manipulación y éxito de ventas muy bien pensado en tiempos
navideños. Se podría entender y disfrutar, pero nos perderíamos mucha parte
de la intriga y la evolución de personajes que vienen desde el principio de la
trilogía.
Lo primero
entonces es decir que la novela arranca donde termina la anterior, incluso
vamos a conocer parte de lo que ocurre en “Reina Roja”, como nuestra
protagonista, Antonia Scott, llegó a convertirse sin ser policía en miembro de
una unidad especial y secreta de la policía española. Personalmente cada vez
que empiezo un ejemplar de alguna trilogía, me veo obligada a una relectura
rápida del anterior y más si entre uno y otro ha pasado demasiado tiempo; lo
digo para que en la medida que sea posible se lean seguidos.
Hace tiempo
que no hablo del concepto “novela pegamento”, y creo que en este caso, “Rey
Blanco” es precisamente la lectura que una vez iniciada te pegas a ella y tras
un inicio “trampolín” es casi imposible soltarla hasta acabar la última página.
No es lo mejor del género que yo he leído, ni tampoco en la materia, pero tal y
como dice Gómez Jurado, escribe básicamente para él y el objetivo es entretener
y eso hay que reconocer que lo hace.
El libro consta de 528 páginas estructuradas
en cuatro partes y cada una dividida en capítulos cortos y un epílogo, todo
narrado en tercera persona. Novela que se enmarca en el género policíaco y aventuras,
con ritmo trepidante, mucha acción y suspense a partes iguales. Al igual que en
ocasiones anteriores nos presenta un relato marcado por el papel inestimable
del cronómetro, debido a la necesidad de resolver
crímenes en un tiempo récord y limitado. Es el reto permanente al que tiene que
enfrentarse Antonia en este relato, un caso tras otro a ritmo cardiaco, de
desafiante resolución, de situación argumental complicada y que cuando todo
parece imposible cerrar, la imaginación del escritor resuelve siempre con
acierto. Aquí llega el momento en el que yo deseo una Antonia o Antonio en mi
vida.
El
planteamiento de la historia me gusta, aparece en primer lugar el culpable, la
disposición temática en capítulos a la inversa, desde el título del primero
hasta el título del epílogo así como la relación de los tres casos a resolver
por la pareja de protagonistas que marcan esa tensión de vértigo y giros
argumentales sin racaneos. Ha sido inevitable el recordar a Dan Brown y el “Código
Da Vinci” con el recurso de llevar a los personajes corriendo siempre de un
sitio a otro, arañando segundos como si no “hubiera un mañana”.
Respecto
a los personajes, el universo particular de Antonia Scott y su compañero Jon,
se nos presentan en su versión más humana y sobre ellos pivota la fuerza de la
trama. No es tan solos, aparece un abanico de secundarios imprescindibles y un
malo malísimo del que ya habíamos tenido noticia en las entregas anteriores. Al
parecer, todos saben lo que deben de hacer y el por qué de sus acciones, algo
que deja claro el escritor por las reflexiones con las que cierra cada capítulo.
No
puedo dejar de recomendarlo, me ha gustado, sabía lo que me iba a encontrar,
esperar el desenlace de la trilogía ha respondido a mis expectativas y no
descarto la reaparición de esta sensacional mujer, que nos llevaría a una
tetralogía…, no es la primera ni la última vez que sucede.
Acabo
agradeciendo Gómez Jurado las alusiones que salpican el texto con versos de
Sabina o La Oreja de Van Gogh, así como las alusiones literarias que nunca
están de más. Por cierto, os recomiendo “El paciente” y “Cicatriz” que no
siendo imprescindibles para esta trilogía, sí ayuda a entender algunas
referencias que aparecen en estas tres entregas. A pesar de la etiqueta de
literatura consumista, os gustará.
“Observa
todo lo blanco que te rodea sin olvidar lo negro que contiene”.
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