domingo, 30 de marzo de 2014

Algún día nos lo contaremos todo, Daniela Krien

Todos nosotros deberíamos tener ese intenso propósito de reservar un día de nuestra vida para contarlo todo... para mí que un día sería insuficiente, mejor reservamos un par de ellos.
La primera novela de Daniela Krien nos presenta un relato muy breve de escasamente doscientas páginas que se leen fácilmente y a la que no le he sabido sacar el partido que yo esperaba. En un marco histórico determinado por la Caída del Muro de Berlín, la vida de María una adolescente de diecisiete años que vive en una granja, va a protagonizar con sus vivencias en dicho entorno la trama única de esta opera prima de la autora alemana. Junto al personaje femenino y para consolidar la historia, Henner un cuarentón se cruza en su camino y establece con la misma una relación pasional, tórrida y turbulenta con extraordinarias cargas de sexualidad que se presentan a lo largo del relato sin justificación aparente; un “aquí te pillo, aquí te mato”, que salvo excepciones resulta pasable y en la mayor parte hasta inapropiado. Francamente, sobra tanto sexo y se echa de menos la parte emocional, social y psicológica de dicha relación, algo que hubiera enriquecido más la calidad de los personajes.
Entiendo que la autora ha pretendido contarnos una historia de adaptación o más bien de inadaptación en la persona de María, que vive sumida en la obligación de vivir en un mundo rural que no ha elegido, en una familia que no es la suya, con un novio al que ama pero no desea y desquiciada por una relación prohibida y sin futuro.
La contextualización de la novela tiene como trasfondo la reunificación de las dos Alemanias tras la caída del muro y el duro camino por recorrer para los que han de enfrentarse a una convivencia llena de recelos, desconfianzas y marcas de un pasado que ha dejado huellas muy profundas. Bien documentada por parte de la autora, pero escasamente perfilada en cuanto a personajes ya que no profundiza más allá de detalles que no trasmiten lo que verdaderamente debió ser a nivel humano la división histórica de la Alemania de Posguerra.
Echo en falta el atrevimiento y la valentía para contar el desgarro y la experiencia de los personajes de ambos lados, creo que es un intento muy sutil de abordar un tema al que se le podía haber sacado mucho partido y haber creado una novela de contenido brutal y conmovedor; más bien ha sido un “nadar y guardar la ropa”. Pienso que ha desaprovechado una ocasión excepcional para acercarnos a un tema que es contemporáneo y del que aún desconocemos mucho en lo que a sufrimiento humano debió ser.
Ya es habitual no abandonar lecturas y aunque mi critica no es para que se lea mañana mismo, tampoco era para cerrarla sin más. Terminada y misión cumplida.

A veces es difícil saber quien llama a tu puerta: la oportunidad o la tentación; no dejes pasar ninguna de ellas”.

jueves, 27 de marzo de 2014

El insólito peregrinaje de Harold Fry,Rachel Joyce

Dos zapatos llamaron mi atención en un momento en el que yo precisamente necesitaba solamente uno. El título acabó por rematar el morbo de la elección, lo último que podría hacer en estas circunstancias es un peregrinaje, al menos en el tren de San Fernando “Un ratito a pie y otro andando”; de manera que muerta de curiosidad elegí la novela para saber si el personaje se hallaba en plenas facultades, bien distintas a las mías, para su peregrinaje y lo que le podía deparar semejante empresa.
Es una historia original, diferente, disparatada, atrevida con dosis de escandaloso realismo y no pocas muestras de rasgos novelescos que cuestionan la existencia de la bondad repartida sin orden ni concierto en un mundo un tanto egoista como el que disfrutamos en los tiempos que corren. No obstante están perfectamente justificadas y no chirrian en la trama, por lo que se aceptan gustosamente.
Durante el viaje que Harold emprende aunque descargado de las connotaciones religiosas de la palabra “peregrinaje”, es verdaderamente un viaje con estos rasgos, tiene una motivación intima que lo hace ponerse en camino hacia un objetivo determinado; desprovisto de lo material que le ha rodeado toda la vida y que ahora parece sobrarle, manteniéndose de la caridad de aquellos con los que se cruza, despertando el fenómeno de masas que le enturbian su privacidad hasta hacerle cuestionar el sentido de su marcha, aprovechando los recorridos para reflexionar y viajar mentalmente hasta su infancia y deteniéndose en los episodios que han marcado su vida a lo largo de los más de sesenta años de existencia.
La autora construye el personaje capítulo a capítulo desvelando los hechos que han formado a este jubilado de vida rutinaria y que en un instante y ante una carta, decide dar un giro a su anodina y conformista vida. Paso a paso iremos conociendo la infancia, la trayectoria laboral, personal, familiar y social de Harold y todos los acontecimientos que justifican una decisión descabellada e injustificada para el resto de los que le acompañan en la novela.
En ocasiones es bueno despertar del letargo que nos tiene anestesiado en una situación cotidiana y sin chispa, responder a la oportunidad de cambio aunque se nos presente en la forma más esperpéntica y jamás calculada. Mientras lees el relato empatizas con este “señor de edad” que sabiamente se enfrenta al descubrimiento de sus luces y sombras a lo largo de la caminata que le pone a prueba física y emocional, y mágicamente establece una simbiosis entre la frescura de los paisajes por los que transita y la liberación de su alma oprimida; más que un peregrinaje es una centrifugadora en la que dan vuelta experiencias de un pasado que ha condicionado una vida complicada que debería haber sido bien sencilla.
Me ha gustado la combinación de pasajes de extremada dureza que sorprenden porque no te detienes en pensar en personajes secundarios, pero cuyo dramatismo ha sido tratado con sutileza y elegancia sin recrearse en aspectos morbosos. Cuenta con una sencillez de lenguaje, linealidad de la narración, ritmo estable, detallismo apropiado y cierta intriga por saber si alcanzará el objetivo lo que mantiene la expectación de la novela.
Creo que el tema estrella son las relaciones humanas reflejadas en la personalidad y retrato del caminante, su forma de gestionar sus sentimientos y los valores que le han acompañado en sus viajes y por los que en el presente es como es. No quiero dejar la reseña sin dedicarle una líneas a los personajes “mudos” que juegan un papel esencial en el desarrollo del argumento; no se les escucha pero son motores del peregrinaje y son imprescindibles en la arquitectura del relato. Junto a ellos, su esposa y el vecino que “siempre está ahí” y que demuestran ser personajes con “corazón y razón”; de intachables actuaciones y que colaborarán en el entrañable desenlace de tan “insólito peregrinaje”.
Tierna e inolvidable, no decepciona y se guarda un agradable recuerdo de ella al menos para los que son habituales peregrinos de la vida.

El secreto de la genialidad es el de conservar el espíritu del niño hasta la vejez, lo cual quiere decir, nunca perder el entusiasmo”.

lunes, 24 de marzo de 2014

La luz en casa de los demás, Chiara Gamberale

Simpática caricatura de un bloque de residentes asomados a sus respectivas ventanas... cosa curiosa esa parte de nuestra convivencia que se disfruta o padece en una comunidad de vecinos y no menos impredecibles las situaciones a las que hay que hacer frente en tal particular cosmos de nuestra existencia .
Para nada iba buscando esta lectura pero su sinopsis me pareció ocurrente y aunque no es de “premio literario” puede pasar para vernos identificados en algunas de las peripecias y personajes que aparecen en la historia.
Mandorla es la auténtica protagonista de la narración contada casi por completo en primera persona a excepción de los capítulos en los que hablan el resto de los personajes para presentarnos sus vidas en pasado y que ayudan a completar la visión que la autora hace de ellos a lo largo de la novela. Un drama desencadena el nudo de la obra, esta niña se queda sin madre y ante la incógnita de su paternidad, todos los vecinos asumen de mutuo acuerdo su tutela de forma alternativa, determinación que marcará la vida de todos y por supuesto la identidad de Mandorla.
Sobra decir que en realidad la autora ha querido hacer una critica al modelo tradicional de familia ya que cada piso de esa finca representa un modelo diferente de modos de vivir reunidos bajo los parámetros a los que se le conoce con el término de “familia”; cada uno representan valores, actitudes, costumbres, principios muy diferentes, elegantemente tratados y con grandes dosis de respeto y aceptación. Entiendo que defiende el “bien comunal” dentro de ese repertorio de relaciones personales, de parejas y en definitiva humanas.
Sin duda todo gira alrededor del presente y futuro de Mandorla convertida en un transeúnte durante su infancia y adolescencia.
Estilo muy sencillo, dividida en cinco partes y a su vez en capítulos que diferencian cada familia y las experiencias de la niña en cada una de ellas, lo que vive y la manera en la que este “paseíllo ascendente” supone para su desarrollo emocional. La presencia de diálogos ayuda a convertir la lectura en llevadera ya que en muchos tramos la narración se hace especialmente cansina y casi tentadora al abandono.
La historia resulta algo monótona, carente del factor sorpresa, con final predecible, desilusiona tras un entusiasmo provocado por el argumento inicial que prometía bastante; podría ser ideal para un guión de cine o serie televisiva al estilo de “Aquí no hay quien viva”.
Aún así yo la he terminado porque la curiosidad acerca de la paternidad de la niña mantiene el escaso interés al que hago referencia; eso y el muestrario de sospechas, envidias, infidelidades, mentiras, montajes e intrigas que vive a diario y que nos son muy familiares a los que hemos tenido la oportunidad de vivir en comunidades de vecinos...”Nada es lo que aparenta ser”. En el fondo no sabemos lo que pasa al lado de nuestras casas y ante la ignorancia imaginamos y ahí es donde “la liamos parda”. Somos irremediablemente animales sociales y hay que reconocer que la autora nos ha presentado un retrato social comprimido en altura, en una calle cualquiera de una ciudad cualquiera. Recomendada para momentos playeros y de evasión de la realidad que tanto nos condiciona cuando menos lo esperamos.

Cuanto mejor sabes utilizar las palabras, en lugar de acercarte, más te alejas de lo que quieres expresar de verdad”.

jueves, 20 de marzo de 2014

La bibliotecaria de Auschwitz, Antonio G. Iturbe

Cuando apareció este título delante mía me recordó a un compañero de trabajo que tenía entre manos la lectura de una novela única y en cuya critica positiva coincidimos al detalle; era “La ladrona de libros” y Pecero como cariñosamente le llamo por su apellido, es ese compi que espero haya terminado de leerla a juzgar por lo mucho que estaba disfrutando de ella. Nada tienen que ver ambas historias lo que las hace común es la ambientación histórica y el personaje protagonista que vuelve a ser interpretado por una niña que sobrevive en la terrible realidad del Holocausto Nazi.
La Bibliotecaria de Auschwitz está basada en hechos reales, en la experiencia vivida por Dita Kraus una niña que pasó parte de su infancia en uno de los grandes infiernos de la humanidad durante la contienda de la Segunda Guerra Mundial. Muy a mi pesar debo advertir que en este caso si puedo afirmar desde mi punto de vista de lectora que nos encontramos ante una novela más de campos de concentración, de sufrimientos extremos, de historias de supervivencias, de barbarie y deshumanización que tanto hemos leídos en relatos concernientes al destino de los judíos y presos de toda condición que acabaron en esos reductos “olvidados por dios”.
Dita Dorachova que es el nombre con el que también aparece en la novela llega a Auschwitz y es destinada al barracón escuela dirigido por Fredy Hirsch, quien en un arrebato de valentía ha propuesto la creación de una pequeña escuela para tener entretenidos a los niños del campo de concentración con la finalidad de que estos no sean un estorbo para los soldados en su rutina diaria. Bajo este argumento un pequeño “oasis” nace entre tanta desgracia con el objetivo de seguir impartiendo cultura bajo la estricta mirada de aquellos que sostienen sus destinos. El papel de Dita será cuidar del tesoro de esa pequeña isla, ocho libros que la convierten en la bibliotecaria de la biblioteca más pequeña del mundo.
Sin desvelar más la trama, la niña representa a lo largo de su reclusión todo un ejemplo de supervivencia física, moral y espiritual. La novela a lo largo de sus casi quinientas páginas es un repertorio de relaciones personales nacidas entre todos los que comparten ese angustioso y devastador drama, junto a aquellos que sin ser parte de él obedecen a sus mandos y sin olvidar a los que hacen la resistencia en la clandestinidad. Un cóctel al que le falta mencionar la escalofriante figura del doctor Josef Mengele cuyo papel es detallado por el autor en pasajes que resultan cruelmente descritos y en ocasiones difíciles de terminar.
Definitivamente es la crónica histórica, dura e implacable de la vida de Dita y de quienes formaron parte de su ennegrecido universo; su impacto es tal que como todas estas narraciones provoca la sacudida de sentimientos y agita emociones en un intento de comprender la sin razón de uno de los momentos más irracionales de la humanidad.
Como critica negativa decir que le sobran muchas páginas pues tienes la sensación de convertirse en repetitiva en determinados momentos; el ritmo se hace muy lento y casi intuyes las acciones que están por venir, resulta un poco novelesca para saber que es real, tal vez todo consecuencia de la profusión de novelas acerca del exterminio judío. Me ha recordado en muchos pasajes a la película “La vida es bella” y otras de argumentos similares, lo que no hay que dejar de reconocer es que es un retrato de la esperanza entre la muerte. Muy bien documentada, narrada en tercera persona con ciertos guiños de humor que hacen relajarte entre tanto corazón entallado y con un final acertado, algo que hay que agradecer al escritor como recompensa tras semejante desafío como lector.
La novela termina con datos acerca del destino de los personajes principales una vez finaliza la guerra. Aunque parezca una más de entre tantas de este género, es asequible, sencilla, conmovedora y por muchas que se lean jamás seremos capaces de conocer el alcance del horror de quienes tuvieron la desgracia de vivirlo.
En el libro se repetía una frase que motivaba a seguir con la proeza de mantener ese pequeño mundo de cultura.

Abrir un libro es como subirse a un tren que te lleva de vacaciones. Es abrir una ventana a la libertad”.

sábado, 15 de marzo de 2014

El frío modifica la trayectoria de los peces, Pierre Szalowski

En estos días más que nunca puedo asegurar que en cualquier momento y sin esperarlo se puede modificar la trayectoria de vida que tenemos y alterar nuestra precaria rutina del día a día. En una de esas experiencias de cambio me he visto envuelta “sin comerlo ni beberlo”, “ni con frío ni con calor”... es lo que tiene pensar en la felicidad eterna. Como recompensa y en medio de semejante vendaval, mi amiga Encarna con quien comparto la afición por la lectura, se sentó en el viaje de regreso de Bélgica y me recomendó esta indescriptible novela asegurándome que no solo me iba a gustar sino que la disfrutaría hasta el punto de recordarla con cariño y ternura. Antes de decir nada más, quiero dedicarle mi reseña porque acertó de pleno, de manera que enormemente agradecida por ello y por tu cariño.
Hay una pega que le puedo poner a la novela, las escasas doscientas páginas que tiene, es una sensación de querer más, de recrearte para no terminarla, para alargar esos momentos de calidez, de entretenimiento, de frescura, de disfrute de una historia sencilla y bien contada.
Está ambientada en Quebec con una cronología ajustada y al amparo de un fenómeno meteorológico que sucede, según la carta del protagonista en respuesta a su desesperada petición y con la finalidad de evitar lo que para él será una auténtica “tormenta” en su vida.
La angustia e ingenuidad de un niño sin recursos emocionales para hacer frente a la separación de sus padres, le hace mirar al cielo y desear una desgracia colectiva que le arregle su particular tragedia. Desde ese instante lo inevitable se desencadena y ya nada volverá a ser como antes. Lo cotidiano muere y da paso a un repertorio de situaciones de vidas protagonizadas por una batería de personajes tan originales como sus propias existencias.
Desde mi punto de vista, todos y cada uno de ellos hacen aparición en “escena” con sus propias experiencias, problemáticas, dificultades, secretos y deseos; de ahí que por los valores que representan no encuentre el relato saturado de “actores”, ninguno sobra, todos tienen su pequeño universo perfectamente justificado en tan breve pero contundente relato.
La sencilla trama acaba mezclando a cada uno de estos perfiles llevándolos a interactuar los unos con los otros. Admirable la jerarquía de los mismos, ninguno destaca por encima de los demás, sus historias son todas importantes, todos representan vidas extraviadas a los que un cambio de “trayectoria” le hará cambiar gustosamente la vida. Podíamos extrañar descripciones o detalles en la narración, pero francamente no se echan de menos.
Invita a la reflexión, defiende la igualdad en todos los sentidos, rechaza prejuicios sociales, ensalza la amistad, la alegría, se recrea en la urgencia de la solidaridad para nuestros semejantes y nos recuerda lo imprescindible de la calidad humana para sobrevivir a cualquier “tormenta” imprevista.
No quiero terminar sin reconocer que el título es acertado y enternecedor; los peces siguen unas pautas hasta que algo los altera; los mortales no estamos ajenos a esas modificaciones, no elegimos el impacto negativo o positivo de esas alteraciones pero las aceptamos. La lectura más sencilla es admitir que no estamos solos, lo compartimos todo, tenemos que vivir para ayudar y ser ayudado y bajo esas premisas resolver la ecuación de vida como en la novela; dejándonos llevar aunque sea bajo las corrientes heladas del frío.
Sencillamente maravillosa.

Cada quien elige los labios que quiere besar, los ojos que quiere mirar, el corazón que quiere cuidar y a la persona que quiere alegrar”.

jueves, 13 de marzo de 2014

Huesos en el jardín, Henning Mankell

En algunas ocasiones tras la lectura de un libro que te ha sobrecogido te encuentras ante el dilema de la elección del siguiente y bajo la motivación de superar o al menos igualar al que acabas de cerrar. Pero no siempre es la línea de actuación obligada y en el caso de “Huesos en el jardín” se ajusta más a una segunda opción, descansar de lecturas potentes e inolvidables y darle la oportunidad a novelas breves que sin grandes pretensiones puedan oxigenarme y prepararme para “arremeter” con empresas más desafiantes.
Conocido el autor y leído en otras ocasiones, esta novela al más puro estilo de novela nórdica policíaca negra, responde a esa búsqueda a la que antes hacia referencia. Si hubiera sido mi opera prima de Henning, definitivamente me hubiera costado volver a seleccionarlo como escritor de suspense; es este tipo de relato que al acabarlo piensas que cualquiera lo hubiera podido escribir y que desde el principio ya conocías el final.
Escasas doscientas páginas escritas con una sencillez aplastante, con una trama que roza el guión de películas de sábados por la tarde, personajes familiares, de nula complejidad, con un protagonista trillado al que parece dedicarle la obra en plan “homenaje de jubilación”, poca calidad literaria, justo suspense, que en ocasiones uno mismo podría aportar de su imaginación algún elemento para darle acción e intriga a lo narrado,final sin sorpresa aunque con ciertas contradicciones... vamos casi increíble e improvisado.
Claro tras estas “perlas” expuestas en la reseña no está de más que surja la pregunta del misterio de terminarlo y no dejarlo a medias. Lo primero no es propio de mi dejar abandonado a nadie, a nada y mucho menos a un libro y segundo porque aún con mis criticas para mi no ha sido una sorpresa, digamos que lo elegí sabiendo lo que era esta novela de un par de horas en una tarde de viaje; de manera que la reseña es para los que me siguen, para animarlos a leer cualquier buena novela de este sueco antes que la que ahora comento. Es un escritor con una trayectoria nada despreciable, pero en este caso tengo la sensación de que la concibió bajo una urgencia impropia de las anteriores.
En cuanto a mi, cubrió mis expectativas y me preparó para la siguiente elección que si que fue una novela de  “palabras mayores”.
Garantiza entretenimiento en una tarde de otoño arrugada en un sofá con música de fondo y cabezadita de sueño incluida.

Si quieres cambiar los efectos, cambia las causas. La vida responde siempre a los cambios improvisados”.


martes, 11 de marzo de 2014

Las lágrimas de San Lorenzo, Julio LLamazares

Si tuviera que hablar de lágrimas en estos días me sobrarían comentarios porque a ratitos estoy surtidas de ellas... como no es el caso voy a describiros el contenido de esta melancólica e intimista novela de uno de mis escritores favoritos. En sus comienzos ya me trajo a la memoria otro libro que comenté cuando inauguré mi blog, “Rosas para Gabriela” de Xosé A Perozo y supe que de seguir la trayectoria que tanto me recordaba a esta, no me iba a decepcionar.
Mi instinto no se equivocó. La noche de San Lorenzo es esa entrañable noche de agosto en la que asistimos al fenómeno de la lluvia de estrellas, en este caso la metáfora son las lágrimas de San Lorenzo por ser la festividad en la que tiene lugar tan curioso espectáculo meteorológico. Quién de niño no se ha cogido una silla de campo y se ha ido a la orilla de una charca a disfrutar de tal “llanto” del cielo en plena noche. Sobre este ambiente se desarrolla una sencilla y conmovedora historia basada en dos pilares fundamentales, los recuerdos y el paso del tiempo.
Ambientada en Ibiza la obra no presenta una trama organizada con inicio, desarrollo y final. Un profesor de universidad tras haber recorrido buena parte de su vida física, profesional y emocional, decide en compañía de su hijo Pedro realizar un viaje junto a él a la isla para aprovechando este evento, realizar una mirada a su pasado, a sus recuerdos, a su infancia, a lo que tuvo y a lo que perdió y siempre ante la atenta mirada de su acompañante hacia el que se reprocha no haber disfrutado lo suficiente cuando pudo hacerlo.
Muchas son las enseñanzas de la narración descrita en esa detallada relación padre-hijo, en esa recuperación y añoranza, el personaje integra en la historia todos y cada uno de los personajes que formaron parte de su vida, misterios no resueltos, relaciones sentimentales que le marcaron como niño y como hombre; es en definitiva un elegante desnudo de sentimientos que confluyen en la verdad indiscutible del “paso del tiempo” y las diferentes maneras de gestionar tan inevitable realidad.
El recurso de la contemplación del cielo estrellado y la caída de las estrellas sirven para dar paso a los relatos de vida de nuestro protagonista que bien podría estar buceando en lo más profundo de su alma. Es esta mi percepción porque he podido observar diferentes estados de ánimo en función del momento, lo relatado y la edad de la experiencia vivida; el paso del tiempo se acepta unas veces con nostalgia y otras con severa rebeldía y el autor lo plasma intensamente, tanto que me atrevería a pensar en rasgos autobiográficos, más que nada porque cualquier mortal puede compartir semejante binomio de lo único que no podemos frenar: el tiempo.
Recomiendo la novela porque se disfruta de su lectura con una paz y tranquilidad que resulta acogedora y cálida y porque es de los libros que sientes que su final se acerca en contra de tu voluntad... algo así como el paso del tiempo.

Nos pasamos la mitad de la vida perdiendo el tiempo y la otra mitad queriendo recuperarlo” “Que nadie dude dela fugacidad de la vida”.

domingo, 9 de marzo de 2014

El curioso incidente del perro a medianoche, Mark Haddson

Esta es la gran ventaja de los libros electrónicos, cuando acabas una lectura y decides buscar entre las descargas una novela corta sin grandes pretensiones y con la finalidad de entretenerte e incluso aprender; puedes encontrar un sencillo y entrañable libro con un título no menos original que el que ahora os comento.
El curioso incidente del perro a medianoche”, si esto ya resultaba original, la portada completaba la intención del escritor. Está escrita en primera persona y su narrador es un adolescente de quince años con síndrome de Asperger; para los que nos dedicamos a la enseñanza es familiar el comportamiento de quienes lo padecen y para los que desconozcan sus rasgos decir, que es un síndrome relacionado con el autismo. El tratamiento que se aprecia en la narración es muy original y curioso. El autor británico le ha otorgado al protagonista todo el peso del relato. Christopher vive en un mundo real que no comprende pero del que forma parte, sin quererlo asiste a la muerte del perro de su vecina y en ese momento decide investigar las causas de tan desgraciado incidente. Aparece el Christopher investigador, detective obsesionado con desvelar semejante misterio y es esa trama la que nos aporta los rasgos más claros de la personalidad de estos niños/adolescentes, sus características, sus prioridades, sus condicionamientos sociales, la curiosidad que motiva sus actos, las dificultades para comprender desde su “mundo” los comportamientos de quienes les rodean.
Nos encontramos ante un ser inteligente, de memoria fotográfica, enormes habilidades con las matemáticas que discurre con una lógica y razonamiento que a cualquiera de nosotros se nos haría imposible de aplicar. No quiero describir el perfil de estos casos, prefiero quedarme con lo entrañable de la historia, de la facilidad con la que se empatiza con el protagonista, con su afán de superación y con asumir que al margen de ese “detalle” que tiene nombre de "aspirador", Christopher es víctima de la separación de sus padres, de la discriminación social, de las miradas furtivas, de los calificativos que le recuerdan que es diferente y a la vez igual en las vicisitudes de cualquier niño de su edad en los tiempos actuales.
Relato de escasas trescientas páginas que de no ser por la trama, fluidez del lenguaje, intriga, aventura y final, podríamos llegar a pensar que es un ensayo de psicología infantil.
Personalmente el autor ha ido desarrollando una serie de personajes secundarios gracias a lo narrado por el protagonista, luego en realidad es el constructor de la novela; en el fondo hay que sufrir con él por el hecho de ser un adolescente que se enfrenta valientemente a la vida con los impedimentos añadidos de su “manera de ser”
Me alegré de la elección, me resultó entrañable y además gracias a la investigación del incidente disfrute de aventura, intriga, ternura y ritmo para no abandonarla.
No deja indiferente y te proporciona unas reflexiones que nos enriquecen en un mundo tan descarnado y cruel como el que sin quererlo todos ayudamos a sostener.

Leer un libro es un diálogo constante, el libro habla y el alma responde”.

viernes, 7 de marzo de 2014

El guardián del tiempo, Mitch Albom

Nunca sabes de cuanto tiempo puedes disponer hasta que éste te sobra cuando menos te lo esperas y deseas. Estaba disfrutando de semejante beneficio en el momento en el que buceando en mi biblioteca me topé con “El guardián del tiempo” y mi asombro inicial ante tal título me llevó a preguntarme si es que alguien guarda y vigila el tiempo... Los relojes, esos maravillosos objetos que marcan las pautas de todos nuestros actos son el testimonio más fiel y cotidiano de que eso que tanto disfrutamos pasa inexorablemente delante de nuestra narices y no niego que tenga guardián pero de lo que estoy segura es que campa libremente sin que nadie haga lo que tanto quisiéramos; detenerlo.
En esta maravillosa y entretenida fábula, repleta de frases de esas que me gustan coleccionar, se afirma que el tiempo es el tesoro más preciado y valioso que tenemos, pero que no tiene dueño, no se compra ni se vende, llega a ser nuestro aliado cuando deseamos que pase rápidamente y nuestro enemigo cuando en una bofetada de lucidez observamos la velocidad de su recorrido. El gigante del “tiempo” se convierte en el organizador de nuestra existencia, divide nuestra realidad en pequeñas parcelas: segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años... así hasta el final de la vida. Muchos mortales viven atemorizados por el paso del tiempo, tanto que no lo disfrutan y es que hasta para decir los años que cumplimos recurrimos a tretas para engañar a quien es el más sabio de todos dueños de nuestra presencia.
El autor de esta narración utiliza el hilo conductor del “tiempo” y crea una trama entorno a tres personajes; el guardián, condenado a la eternidad por la osadía de medir ese paso de la existencia humana, Sarha una adolescente que quiere dejar de prescindir del don del “tiempo” y Víctor, obsesionado con convertirse en inmortal y convencido en su soberbia de burlar al paso del “tiempo”.
Doscientas veinticuatro páginas ambientadas entre lo fantástico y la realidad, con una cronología que comienza en la Prehistoria y nos lleva hasta el Nueva York actual gracias al desarrollo de tres historias independientes que al final convergen originalmente. La temática roza las tildes de autoestima de intentos por valorar aquello que diariamente no apreciamos por considerarlo eterno, de llamada a la reflexión sobre el uso y disfrute que hacemos del tiempo que nos toca vivir.
Como en toda fábula la mezcla de lo ficticio y realidad no extraña a nadie, delicadamente nos hace asumir que el “tiempo” nunca marcha enteramente a nuestro gusto, que somos esclavos de él irremediablemente, que marca nuestros actos desde que amanece hasta que anochece,que no deja indiferente a nadie,que la vida es tan frágil como el “tiempo” que la sostiene y que más vale que ante la evidencia de su caminar y desconociendo su duración, al menos supiéramos usarlo inteligentemente...
Para finalizar quiero destacar lo mucho que me gustó un repertorio de elementos que embellecen este relato; el reloj de arena, la Torre de Babel, los lamentos y quejas de los mortales, la cueva del agua y las ansías de inmortalidad reclamadas por la humanidad. Todos ellos encontrarán justificación si decidís leer la fábula. Sin duda la gran misión del autor es darnos una lección de cómo apreciar el “tiempo” transcurra a la velocidad que él mismo decida y en contra de nuestra insignificante voluntad.

Cuando el tiempo es infinito, nada es especial. Sin perdidas ni sacrificios no podemos valorar lo que tenemos”.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Ayer no más, Andrés Trapiello

Nada más contemplar la portada uno puede imaginarse que el contenido del libro no va a estar muy lejano al tan recurrente tema de la Guerra Civil Española y admirando la belleza de la misma y apreciando lo mucho que puede decir una imagen, sientes la necesidad de huir para no volver a leer un tema que en ocasiones te provoca tristeza e impotencia; aún así no me resistí a dar la vuelta y leer su reseña y confundida por la misma me armé de valor y decidí darle una oportunidad que por cierto ha sido muy pero que muy merecida.
No es la novela de guerra a la que estamos acostumbrados, el protagonismo de la trama se lo lleva el controvertido tema de “La Memoria Histórica” que sin quererlo trae de cabeza a toda una sociedad por supuesto dividida por la herencia de ese nefasto acontecimiento de nuestra Historia más reciente.
Todo el relato es un ejercicio de neutralidad por parte del autor acerca del sentimiento que pervive setenta años después en los corazones de quienes participaron en nuestro conflicto y en la dura posguerra que siguió durante décadas y que al parecer no se ha superado en nuestra sociedad.
Basado en un hecho real, con un escenario muy bien ubicado, León, con aire de provincias; Andrés Trapiello presenta un argumento con una batería de personajes que van contando sus vivencias y con ellas “sus verdades”, algo que utiliza para demostrar y hacernos reflexionar sobre la necesidad de aceptar que existieron tantas verdades como hombres que las contaron y padecieron. Con ello su intencionalidad es aclarar que la verdad no es patrimonio exclusivo de un bando y sin tapujos cuestiona el papel de la Memoria Histórica y de algunos de los intereses que la rodean, causa justificada de la brecha que sigue abierta entre el binomio: Recuerdo/Olvido.
Cada personaje de la novela es un narrador diferente que relata su vivencia, que defiende su verdad hasta extremos que los lectores llegamos a quebrar nuestros posicionamientos ideológicos que es una de las pretensiones del autor. Para Andrés no es la historia de buenos y malos, de vencedores y vencidos; aunque la trama avanza desquiciadamente en busca de esas verdades en boca de víctimas y victimarios con ansías desmedidas de llegar al final que demuestre que no existe la MEMORIA TOTAL.
Trescientas quince páginas divididas en secuencias que corresponden a cada intervención de los personajes; con una fluidez, sencillez y riqueza de vocabulario magistralmente elegido según la voz del narrador. Le otorga un papel relevante a estos narradores y destaca el sentimiento de lo que vivieron y la criba de aquello que desean recordar y discriminar para el olvido de esas vidas del pasado que acarrean en un presente caduco.
No ha estado el autor perezoso a la hora de integrar valores que refuerzan la potencia de la novela y sentimientos propios del argumento; el miedo, el odio, la revancha, la necesidad de venganza, el perdón,el olvido, la hipocresía social de la que muchas veces son “víctimas inocentes”.
Cuando terminas la lectura de “Ayer no más” entiendes el título porque al finalizarla, su autor decide que será su última novela de la guerra que escribe y lo mejor es no haber tenido la sensación de haber paseado por una narración bélica sino todo lo contrario, es un viaje entre el ayer y el hoy que te aferra al tan cotidiano refrán de “Todo depende del cristal con el que se mire”. No decepcionará si cuenta con una postura neutral y desprovista de perjuicios. Muy aleccionadora e inolvidable.

Para poder vivir hay que tener la fuerza de destruir y liberar el pasado”.

lunes, 3 de marzo de 2014

La cocinera de Himmler, Franz-Olivier Giesbert

Desde que me recreé en tan sencilla portada tuve la seguridad de encontrarme ante una extraordinaria novela. El nombre de Himmler me hizo dudar de si no se trataría de una obra más de la tragedia del Holocausto judío, afortunadamente no es así y ha sido una enorme satisfacción leerla en escasamente dos días; entre otras razones por circunstancias que me han proporcionado tiempo sin límite para ello.
Comencé a leerla hace unos días en Bélgica y me apasionó desde el primer renglón y mantiene la atención de los lectores durante la totalidad de la misma.
Rose, es una superviviente del genocidio armenio de 1905 ejecutado por los turcos, amparada en tres pilares básicos de su vida; la risa, el amor y la venganza, desarrolla su relato en primera persona rememorando su experiencia como heroína y superviviente de un destino impuesto pero al que le supo sacar gran partido. Nos encontramos ante una mujer de mente fría, inteligente, brillante y lúcida cuyo motivo en el transcurrir de los años ha quedado marcado por un deseo de venganza sin prisas, esperando pacientemente la ocasión y el momento de ajustar cuentas con la Historia y la Humanidad. Se podía reflexionar sobre el pasaje que la mantiene unida a su inseparable Biblia, “Ojo por ojo, diente por diente” y la contrariedad de entenderlo como un canto a la esperanza.
Argumento de enorme dinamismo, perfectamente trazado, linealidad cronológica de los acontecimientos vividos y narrados por tan extraordinaria mujer cuya desgracia minimiza con dosis de irónico humor. Aunque ya lo dije al principio, la novela se aleja de las narraciones al uso del extermino del pueblo judío, Himmler es un personaje más que se cruza en la vida de Rose en el transcurso de su epopeya a lo largo de uno de los siglos testigo de la barbarie y la sin razón humana.
Estilo elegante, muy bien documentado, cargado de intimismo, dolor,drama, ajustes de cuentas, muertes y desafíos. Es una demostración de la superación y el testimonio fiel de como se puede recuperar y retomar una vida de las dimensiones de la protagonista hasta llevarla a la nada despreciable edad de ciento cinco años.
No decepciona en absoluto, trazada en capítulos de una justa extensión, al término de cada uno de ellos se espera más calidad, emoción e intriga y el escritor ha dado respuesta a todas y cada una de esas demandas.
No sabría ubicarla en un género concreto porque se pasea entre lo histórico y la novela negra, lo que aún la hace más especial. Sin duda se empatiza con nuestra justiciera cocinera y por lo que le tocó vivir se le perdonan sus “licencias para matar”.

Hasta mi último aliento e incluso después, no creeré en nada salvo en las fuerzas del amor, la risa y la venganza”.

sábado, 1 de marzo de 2014

El abuelo que saltó por la ventana y se largó, Jonas Jonasson

Después de tenerlo en mi lista de libros pendientes de lectura y buscando algo desenfadado y diferente, me decidí con la lectura de otro escritor sueco que ahora parecen invadir irremediablemente nuestras librerías. Mis expectativas se han visto satisfechas y sin grandes pretensiones puedo recomendar la lectura de esta original y divertida novela.
Aunque son cuatrocientas dieciséis páginas si se leen a buen ritmo no resulta largo, no obstante he de advertir que a otros lectores le ha resultado algo repetitiva y cansina. Por supuesto quien se decida por él cuenta con una amplia sinopsis que le facilitará una idea del contenido del relato, lo suficiente como para quererlo o despreciarlo; yo, en mi fiel costumbre omito esa parte.
La historia es descabellada desde el inicio, en el fondo quién no se ha planteado en algún momento de su vida escapar por la ventana y vivir las peripecias que vive nuestro protagonista; si a ello le unes su edad, la cosa pinta a “lo supermán”. A medida que avanzaba el argumento me recordó la película de “Forrest Gump”, en Suecia claro... Allan con sus cien años se convierte en la estrella de la novela al contar su vida en dos partes bien diferenciadas en el argumento. En el presente la iniciativa y atrevimiento de su huida deja rastro a su paso y arrastra con él a una galería de personajes a cual de todos más estrambóticos y curiosos y una mirada al pasado que magistral y cómicamente nos pasea por los principales momentos de la Historia del Siglo XX y los personajes que le dieron nombre propio a tan sustancial siglo.
Podríamos estar ante una caricatura cargada de tópicos que roza la banalización de hechos históricos que para nada fueron divertidos para la humanidad.
El ritmo de la novela varia siendo más ligero al principio y teniendo altibajos que no son motivo como para abandonar la lectura.
Relato surrealista en el humor, situaciones absurdas, ingenioso, bien escrito, con claras miras dirigidas al entretenimiento y mezclas de estilo a los que llega a ridiculizar. Llama enormemente la atención el cortejo de personajes que se suman al devenir de la historia de vida de Allan y que le acompañaran a un final de fábula, increíble y absurdo.
Se aparta del género de las novelas policíacas suecas aunque coquetea con el suspense y los rasgos de la novela negra tan prolifera en la literatura sueca de los últimos años.
Vale la pena leerla porque sin quererlo tiene la facultad de arrancarte más de una sonrisa ante situaciones verdaderamente inimaginables.

Estoy aprendiendo a darle tiempo al tiempo, a esperar el momento, porque todo llega cuando tiene que llegar”