domingo, 30 de agosto de 2020

El chico de las bobinas, Pere Cervantes.

Desde hace meses, la novela histórica había pasado a un segundo plano en la elección de mis lecturas; mezclado con aires de nostalgia y emotividad, decidí que esta novela a modo de thriller y una ambientación exquisita, podría compensar ese olvido imperdonable hacia una de las lecturas que más me hacen disfrutar. En realidad es difícil de etiquetar, más bien es una mezcla acertada que le salvo del encasillamiento en un género literario concreto.

Por una parte es una novela histórica que nos va a mostrar la realidad de la Barcelona de la postguerra, por otro lado es una novela de crecimiento en la que veremos cómo Nil va dejando atrás su niñez para tener que ir tomando responsabilidades de adulto, sumando además los rasgos de novela negra que nos muestra el lado más oscuro de la condición humana en todas sus facetas.

 “Barcelona, 1945. Nil Roig es un chiquillo que se pasa el día en bicicleta transportando de un cine a otro viejas bobinas de películas. El día de su decimotercer cumpleaños es testigo de un crimen cometido en el portal de su casa. Mientras el asesino huye después de haberlo amenazado de muerte en caso de no mantener la boca cerrada, el moribundo le entrega el misterioso cromo de un actor de cine de la época; un objeto perseguido y anhelado por un excomandante de la Gestapo y un policía sin escrúpulos. El hecho de que el moribundo le dé el cromo a Nil pronunciando el nombre de David, el padre desaparecido del muchacho, arrastrará a este a resolver un secreto del pasado por el que pagará un alto precio”.

Os cuento la historia, Nil es un niño que colabora en la economía familiar, sostenida únicamente por su madre. Lo hace llevando bobinas de películas a los distintos cines de la Barcelona de 1945. El día en el que cumple trece años, recibe de su madre la cinta del “El gran dictador” y ese mismo día su alegría se empaña al ser testigo de un crimen, antes de morir la víctima le entrega el cromo de un actor y pronuncia el nombre de su padre, David, huido a Francia en 1939.

Podría ser una historia más pero la atmósfera de la Barcelona de posguerra la hace diferente, tanto es así que junto al cine, se convierten en dos personajes imprescindibles en el relato. El escritor nos pasea indistintamente por la pobreza de los barrios marginales y nos somete igualmente a la contemplación de la riqueza del paseo de Grácia o el Hotel Ritz, sin dejar atrás la comisaría de policía con el repertorio de vivencias que allí se acumulan.

Pere Cervantes le saca provecho a este ambiente a lo largo de las más de quinientas páginas del libro y consigue introducirnos en esa ciudad con un ritmo narrativo continúo y una prosa bonita y cuidada, algo imprescindible para disfrutar con su lectura.

Estructurada en cuatro partes que van desde 1945, 1947, 1949 y  2021, narrada en tercera persona a excepción de la última que utiliza la primera que parece desconectar con las anteriores a pesar de estar perfectamente justificada. Abarca un total de cuatro años para saltar en el tiempo, en su última parte, hasta en el año 2021.

Respecto a los personajes son muy buenos y frente a la grandeza de alma de Nil y su madre, la maldad del inspector Valiente superable gracias al resto de secundarios que completan un reparo humano con sentimientos y emociones propias.

La parte histórica queda identificada en el marco en el que suceden los hechos, la represión franquista, la resistencia republicana de los maquis y la comunidad nazi que pudo seguir viviendo sus miserables vidas en nuestro país. La parte emocionante viene de la mano de aquellos sueños que nunca desfallecen encarnados en las salas de cine de barrio que abrían puertas a otras vidas alejadas de la miseria, el miedo y el dolor.

El papel de las mujeres en la novela se aborda a modo de homenaje a esas mujeres fuertes que batallaron contra la soledad y las dificultades, sin más opción que seguir siempre mirando hacia delante.

Es una novela en la que se mezcla la intriga y el espionaje en un escenario de lujo, el séptimo arte, un viaje en el tiempo, un paseo por una etapa de nuestra triste Historia, con una trama bien consolidada y cerrada sin fisuras, un reflejo de la sociedad que compartió la España de p0sguerra.

Me hubiera costado hablar mal de este chico y sus bobinas, no obstante quiero advertir que a muchos les puede parecer repetitiva y sonar sus tópicos que aparecen en novelas que tienen este momento como escenario; pero se disfruta y no siendo Premio Nobel, como digo yo, os la recomiendo y espero que os guste tanto como a mí.

“El secreto de la felicidad es tener mala memoria”.

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