jueves, 20 de octubre de 2016

Cuando todo cambió, Donna Milner

Siempre me dejo llevar por portadas atrayentes,en esta ocasión la sencillez y naturalidad de “Cuando todo cambió”, me atrajo hasta volver el libro y leer su argumento; sin ser nada excitante, decidí dar una oportunidad a Donna Milner, escritora de la que no había oído hablar nunca y que tampoco aseguro volver a leer; cierto que no es suficiente para aparcar esta obra, pero sí para sopesar el repetir.
Natalie Ward es una mujer de unos cincuenta años. Vive desde que era joven en Vancouver y va a su pueblo natal, Atwood, lo mínimo posible. Y es que cuando era muy jovencita pasó algo, relacionado con un americano objetor de conciencia llamado River que se alojó en la granja de sus padres, como trabajador.
Pero su madre se está muriendo y Natalie tiene que volver. Tendrá que enfrentarse a su familia, con la que apenas guarda relación y tendrá que recordar aquellas cosas que hubiera preferido que quedaran relegadas en el rincón más oscuro de su memoria. Pero el larguísimo viaje en autobús que le lleva a Atwood le dará tiempo para eso y para mucho más.
Resumiendo mucho, nos encontramos ante una historia de familia con secretos del pasado que reaparecen en el presente; la memoria y su potencial recupera los recuerdos y remordimientos que asaltan continuamente a madre e hija a lo largo del relato. Sin duda estos dos personajes absorben el protagonismo de la novela, el de Natalie muy trabajado y el resto tratados de forma superficial. Ambientada en Canadá, con descripciones perfectas tanto del ambiente físico como del marco temporal. En los momentos referidos al pasado, la escritora nos presenta un retrato detallado de la América Hippie de los años 60, así como de los movimientos de protesta antimilitaristas que marcaron una época.
Narrada en primera persona, dividida en capítulos, bien escrita, con un lenguaje simple y cuidado. Cuando hablo de primera persona me refiero a Natalie, tras un buceo personal a lo más íntimo de sus experiencias, pasa de estar en guerra con su pasado a reconciliarse con él.
Le falta emoción y eso que desde el principio se intuye un sucio secreto, pero es muy previsible, el ritmo de la narración es lento en casi todo el argumento, llamando la atención que sin saber como, se encaja un final de forma atropellada y casi inesperadamente. Aún así es fácil de entender las emociones y sentimientos que describe la escritora canadiense en lo referente a Natalie, de ahí que me halla resultado algo sosa pero agradable de leer.
Me ha descolocado el desorden lineal de los acontecimientos, algo caótico y excesivo en las idas y venidas a través del tiempo.
Para ser sincera, me ha desilusionado un poco el final, pero se deja leer siempre y cuando nuestras pretensiones no sean excesivas. Lo mejor que tiene es su extensión, la justa para no haberla privado de mi “final”.

La edad solo la padece el cuerpo. El espíritu no tiene edad. Lo que eres hoy lo serás siempre. Lo que no eres hoy nunca lo serás”.

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