Siempre
me dejo llevar por portadas atrayentes,en esta ocasión la sencillez
y naturalidad de “Cuando
todo cambió”, me
atrajo hasta volver el libro y leer su argumento; sin ser nada
excitante, decidí dar una oportunidad a Donna Milner, escritora de
la que no había oído hablar nunca y que tampoco aseguro volver a
leer; cierto que no es suficiente para aparcar esta obra, pero sí
para sopesar el repetir.
Natalie
Ward es una mujer de unos cincuenta años. Vive desde que era joven
en Vancouver y va a su pueblo natal, Atwood, lo mínimo posible. Y es
que cuando era muy jovencita pasó algo, relacionado con un americano
objetor de conciencia llamado River que se alojó en la granja de sus
padres, como trabajador.
Pero
su madre se está muriendo y Natalie tiene que volver. Tendrá que
enfrentarse a su familia, con la que apenas guarda relación y tendrá
que recordar aquellas cosas que hubiera preferido que quedaran
relegadas en el rincón más oscuro de su memoria. Pero el larguísimo
viaje en autobús que le lleva a Atwood le dará tiempo para eso y
para mucho más.
Resumiendo
mucho, nos encontramos ante una historia de familia con secretos del
pasado que reaparecen en el presente; la memoria y su potencial
recupera los recuerdos y remordimientos que asaltan continuamente a
madre e hija a lo largo del relato. Sin duda estos dos personajes
absorben el protagonismo de la novela, el de Natalie muy trabajado y
el resto tratados de forma superficial. Ambientada en Canadá, con
descripciones perfectas tanto del ambiente físico como del marco
temporal. En los momentos referidos al pasado, la escritora nos
presenta un retrato detallado de la América Hippie de los años 60,
así como de los movimientos de protesta antimilitaristas que
marcaron una época.
Narrada
en primera persona, dividida en capítulos, bien escrita, con un
lenguaje simple y cuidado. Cuando hablo de primera persona me refiero
a Natalie, tras un buceo personal a lo más íntimo de sus
experiencias, pasa de estar en guerra con su pasado a reconciliarse
con él.
Le
falta emoción y eso que desde el principio se intuye un sucio
secreto, pero es muy previsible, el ritmo de la narración es lento
en casi todo el argumento, llamando la atención que sin saber como,
se encaja un final de forma atropellada y casi inesperadamente. Aún
así es fácil de entender las emociones y sentimientos que describe
la escritora canadiense en lo referente a Natalie, de ahí que me
halla resultado algo sosa pero agradable de leer.
Me
ha descolocado el desorden lineal de los acontecimientos, algo
caótico y excesivo en las idas y venidas a través del tiempo.
Para
ser sincera, me ha desilusionado un poco el final, pero se deja leer
siempre y cuando nuestras pretensiones no sean excesivas. Lo mejor
que tiene es su extensión, la justa para no haberla privado de mi
“final”.
“La
edad solo la padece el cuerpo. El espíritu no tiene edad. Lo que
eres hoy lo serás siempre. Lo que no eres hoy nunca lo serás”.
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