Aunque
estoy convencida que no es el autor preferido de muchos lectores, a
mí no me deja de entretener la capacidad para imaginar situaciones
surrealistas y esperpénticas, que tiene este japonés en edad de
jubilación y con aspiraciones a un Nobel que no llega.
Murakami
nos presenta un repertorio de relatos con grandes dosis de
ocurrencias, misterio y exclusividad muy del estilo al que nos tiene
acostumbrados; no quiero comparar otras publicaciones de este autor,
que siguen estas líneas imaginativas, porque cada creación suya es
un microuniverso que solo entiende él y un número de seguidores
entre lo que me incluyo, no muy amplio, pero nada despreciable.
Entiendo que hay que ser muy “Murakaniano” para
disfrutar con estos escritos y no niego que se necesitan “dos
pases” para entender y reflexionar sobre ellos, a fin de
encontrar el propósito que persigue nuestro narrador nipón.
Un hombre que se obsesiona con la insólita y misteriosa desaparición del elefante de un zoo, un abogado en paro que recibe el encargo de su mujer de encontrar a su gato, una pareja de recién casados que deciden atracar un MacDonald’s en plena noche, una curiosa digresión sobre los canguros, un enano diabólico que baila, un joven empeñado en burlarse de su futuro cuñado, un pirómano confeso...
Diecisiete relatos nos presenta el autor de Tokyo Blue, en todos encontramos un denominador común, la fuerza del destino; sus protagonistas sin excepciones, esperan la intervención del azar para modificar sus vidas. Por si fuera poco, la confianza que los personajes depositan en el destino le llevan a protagonizar situaciones absurdas y descabelladas. Para ello, Murakami no escatima en utilizar un amplio abanico de temas que van desde la soledad, la confusión, el dolor, las tragedias y los valores en crisis hasta el amor y la incomprensión.
Un hombre que se obsesiona con la insólita y misteriosa desaparición del elefante de un zoo, un abogado en paro que recibe el encargo de su mujer de encontrar a su gato, una pareja de recién casados que deciden atracar un MacDonald’s en plena noche, una curiosa digresión sobre los canguros, un enano diabólico que baila, un joven empeñado en burlarse de su futuro cuñado, un pirómano confeso...
Diecisiete relatos nos presenta el autor de Tokyo Blue, en todos encontramos un denominador común, la fuerza del destino; sus protagonistas sin excepciones, esperan la intervención del azar para modificar sus vidas. Por si fuera poco, la confianza que los personajes depositan en el destino le llevan a protagonizar situaciones absurdas y descabelladas. Para ello, Murakami no escatima en utilizar un amplio abanico de temas que van desde la soledad, la confusión, el dolor, las tragedias y los valores en crisis hasta el amor y la incomprensión.
Lleva
el título del último de los relatos y no puedo contar nada de
ninguno, porque todos ellos son de una brevedad muy agradecida. La
ventaja de este formato es que se pueden leer de forma aislada y sin
orden; narrados con prosa sencilla, amena, aceptable y bastante menos
imaginativos que otros que he leído. He notado que no sigue las
pautas narrativas utilizadas por el japonés, es decir, creo que no
todos pueden que estén escritos de un tirón, es como cuando
escribes cartas y pasan años hasta que escribes otras y la forma y
las expresiones son diferentes, vamos que los tiempos reales no
coinciden; es posible que su publicación sí haya coincidido, pero
no el momento en el que se escribieron.
Son escasamente trescientas páginas, siempre queda la oportunidad de elegir al “azar” y esperar tener tanta suerte como la que esperan encontrar los protagonistas de estos relatos sólo apto a los que hace tiempo aceptamos a Haruki como es, un escritor “fuera de lo normal”.
Son escasamente trescientas páginas, siempre queda la oportunidad de elegir al “azar” y esperar tener tanta suerte como la que esperan encontrar los protagonistas de estos relatos sólo apto a los que hace tiempo aceptamos a Haruki como es, un escritor “fuera de lo normal”.
"El tiempo corre hacia nosotros como una manada de búfalos y aunque no venga en estampida hay que escurrir de vez en cuando el bulto, moverse de un lado para otro para evitar que algún minuto nos atropelle".
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