martes, 1 de junio de 2021

Propiedad privada, Lionel Shriver

Un regalo de boda muy personal se convierte en una fuente de disputas; un árbol enfrenta a dos vecinos, que se verán arrastrados por una hostilidad creciente; un treintañero se resiste a abandonar el hogar familiar; un cartero espía las cartas que reparte; una cooperante en Kenia vive una aventura inesperada; un padre y un hijo se ven envueltos en una situación complicada en un aeropuerto; una pareja se enreda en una trifulca por la compra de una casa; un fugado de la justicia se harta del paraíso en el que se ha escondido; dos mujeres extranjeras se cruzan en Belfast en pleno conflicto...

Lectura propia para empezar el verano, no es ninguna obra inolvidable pero te ayuda o al menos te invita a reflexionar sobre el apego que tenemos a las “cosas” materiales y lo que estaríamos dispuestos a hacer para conservarlas.
Estructurada como libro breve, unas escasas doscientas setentas páginas que albergan una colección de cuentos escritos con estilo crítico, sagaz y mordaz, lleno de un sarcasmo que empaña cualquier intento de sutilidad.
Propiedad privada” es un libro en el que encontramos dos novelas cortas, una al principio y otra al final del libro, y entre ellas diez relatos o cuentos.
Las doce historias son totalmente independientes y están protagonizadas por personajes distintos, que nada tienen que ver unos con otros. Pero todas hablan de la naturaleza humana, de conflictos, del concepto de propiedad, de la posesión de objetos, bienes, personas o lugares, y de cómo puede llegar a cambiar y a actuar la gente cuando consideran que algo, o alguien, es de su propiedad.
Los variopintos personajes que pueblan los cuentos de Lionel Shriver viven situaciones tensas provocadas por la fijación por la propiedad. Por el empeño de poseer bienes inmobiliarios, objetos o personas. 
Como es habitual en la autora, las situaciones cotidianas pueden desbordarse en cualquier momento, y las personas en apariencia más cabales son perfectamente capaces de perder los papeles hasta límites insospechados.Un abanico de parejas, padres e hijos, vecinos y familiares se ven sometidos a una montaña rusa de engaños, obsesiones, miedos, deseos y desencuentros. Shriver escruta y radiografía la sociedad contemporánea en estos cuentos que pueden ser al mismo tiempo desoladores y descacharrantes, hirientes y poéticos, virulentos y profundos.
Hay que reconocer que construye personajes complejos y realistas, con comportamientos que nos son familiares, obsesivos en muchas ocasiones y absurdos en no pocas; a través de ellos, la autora habla con ironía de la posesión, las relaciones familiares y amorosas, la amistad, la independencia, la privacidad, la perdida, los conflictos familiares, la convivencia.
Respecto al estilo hay que decir que se instala en el humor negro, ágil y de prosa incisiva. Debo detallar que en ocasiones he tenido que buscar palabra que desconocía su significado, pero por lo demás, asequible a cualquier lector.
Por decir algunos cuentos que me han gustado, “Recuperación de una propiedad ejecutada”, “Alimaña” y “Del Paraíso a la perdición”. Por su parte el único que me ha desagradado, “La realquilada”. Cerrando el libro aparece una de las dos novelas que en honor a la verdad se me hizo larga y algo pesada.
Para ser lo primero que leo de esta autora me ha gustado, no parece un libro de difícil lectura y por lo poco que he leído de ella, todas sus novelas poseen la misma extravagancia y eso punto extraño y diferente que la define. Habrá que probar una segunda vez. Espero que os guste.

“No puedes cambiar el viento, pero puedes ajustar las velas”.

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