miércoles, 7 de julio de 2021

Black, black, black, Marta Sanz

Los padres de Cristina Esquivel, una geriatra a la que han encontrado estrangulada en su piso de Madrid, contratan al detective Arturo Zarco para que encuentre al asesino. En realidad, lo que esperan es inculpar a Yalal, el albañil marroquí con el que estaba casada Cristina, y que ahora tiene la custodia de la hija de ambos. Zarco es un detective muy poco convencional; cuarentón, gay, y estrechamente ligado a Paula, su ex mujer, a la que cuenta y con la que discute por teléfono las vicisitudes de la investigación, y hasta los pormenores de sus fascinaciones eróticas. Pero bajo la superficie de las charlas, tras el relato de ir y venir de vecinos sospechosos y de presuntos implicados, la conversación telefónica entre el detective y Paula se convierte en un pretexto para la dominación y la venganza, para el daño que se quieren infligir dos personajes que se odian, se aman, se necesitan y se repelen. Hasta que el forcejeo dialéctico entre Zarco y Paula queda, de repente, interrumpido por el diario de la enfermedad de Luz, una de las vecinas de la geriatra asesinada, y madre de Olmo, el jovencito que fascina y perturba a Zarco.

Novela de algo más de trescientas páginas que podríamos calificar de negra, si no en su totalidad, sí en buena parte de ella. También me ha parecido posible calificarla de thriller, pero, sin duda, lo mejor es esa dualidad ya que cumple las reglas de ambos géneros. Si en la novela negra nos encontramos habitualmente alguna denuncia, ésta de Marta Sanz es un alegato a la realidad social que promueve la diferencia entre las personas, llegando, Black, black, black a ser ante todo una novela sobre el discurso de la violencia y una parodia de la novela negra.
Es una obra que cuenta con dosis de intriga y persuasión, además del ruido narrativo propio de cualquier obra literaria. Buenos personajes, diálogos amenos, cambios de registro y ritmos que te llevan a leer apresuradamente en busca de un final que pueda incluso no aportar nada. Black, black, black es la prueba de que el compromiso social sugerido por Sanz no está reñido con el entretenimiento.
Es cierto que comienza con una trama basada en una investigación, e incluso tenemos un cadáver de entrada, pero no es lo que dirige la novela, ya que dicha trama pasa a un segundo plano bajo la intención de la autora de jugar entre la ficción y la realidad.
El libro se divide en tres partes, en tres Black, con tres narradores diferentes. En la primera parte, el detective Arturo Zarco es contratado por los padres de Cristina Esquivel. Esta ha sido asesinada, hace un año ya, pero la investigación no esclarece nada, y ellos están convencidos de que el asesino fue el marido marroquí de Cristina. Zarco se dedicará a recorrer la escalera de su vivienda, conociendo e interrogando a los vecinos, intentando llegar al fin del asunto. La narración está planteada en pasado, cuando Zarco le cuenta todo lo que ha sacado a claro a su ex-mujer Paula.
En la segunda parte, tras un final atropellado y accidentado de la primera parte, leeremos el diario de Luz, una de las vecinas de la escalera, que nos narrará detenidamente todos los asesinatos que ha ido cometiendo en su edificio.
En la tercera, la propia Paula revisará la historia de Luz punto por punto, visitando de nuevo a los inquilinos, y desenredando la madeja que se ha tejido desde el principio de la novela.
Resumiendo, ameno thriller muy bien escrito donde se mezcla el humor y hasta la crítica social, con personajes dispares que comparten comunidad de vecinos que puede extrapolarse a una ciudad o a un país cualquiera. Os gustará por desconcertante, por su redacción diferente, por la invitación a las reflexiones acerca de la soledad, los perjuicios sociales y sociales y por ser tierna, negra y expectante.


“La vida es curiosa. No avisa, lo mezcla todo sin dejarte elegir de modo que a un momento de dicha le suceden otros de dolor…y así sin más”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario