sábado, 3 de julio de 2021

Almas grises, Philippe Claudel


 Estamos en diciembre de 1917, en un pueblecito al norte de Francia que se sitúa cercano a un frente de batalla en plena Guerra Mundial.El cadáver de la pequeña Belle de Jour, la hija de ocho años del dueño del restaurante, aparece flotando en el canal. En la escena del crimen, cañones de fondo, tenemos al policía que lleva el caso -quien ejerce de narrador-, del que también asistiremos a su duro drama personal; al fiscal Destinat y al juez instructor entre otros.Dicho suceso, levanta antiguas rencillas, desenterrando rencores, sospechas y sobretodo, haciendo surgir dudas y desconfianza. En medio de todo este desaguisado en dicha atmósfera opresiva, llega a la aldea una joven maestra, por la que más de uno suspira, que le dará bastante vidilla al ambiente., hasta que aparece asesinada.Todos los indicios apuntan al fiscal Destinat, un rico aristócrata ya jubilado, pero el juez designará como culpables a dos desertores apresados en las cercanías del lugar del crimen. Sin embargo, la crónica de los hechos, escrita por el policía veinte años después del suceso, invita al lector a descubrir una realidad inesperada.

Aunque la sinopsis sea tan extensas, nos encontramos ante una novela corta de escasas doscientas páginas, escrita por el autor de “La nieta del señor Linh” y “El archipiélago del perro”, la primera sin duda impactante y difícil de olvidar.

“Almas grises” fue ganadora del prestigioso premio Renaudot y elegida Libro del Año por los libreros franceses y la revista Lire, esta novela posee una belleza sombría y seductora que emana tanto del clima misterioso que envuelve la historia como del profundo y descarnado retrato de los personajes que la componen.

Este libro empieza algo disperso con muchos personajes y saltos temporales pero a medida que transcurren las páginas, la historia va cobrando cada vez mayor calado para un final brillante. En su implacable relato, donde la emoción aparece retenida por el pudor del narrador, nadie es inocente, y los culpables, de una forma u otra, son también víctimas. El gris es el tono dominante, pero no el gris de la muerte, ni el del duro clima invernal, ni siquiera el de la cobardía, sino el gris en que se desenvuelve la condición humana: la ausencia de certezas absolutas, las sombras, los claroscuros, en suma, el peso rotundo de la duda.

Ni policial ni novela negra. Nos cuenta esta historia monocromática un policía que asistió a la tragedia que se convierte en el hilo conductor de la novela. Pero para ello, nos remontamos a veinte años antes.

La historia en si es la convergencia de pequeños dramas  personales, que de no ser contados pasarían tal vez desapercibidos por el gigantesco horror de la guerra que se encuentra tras la colina, ahí llega el impacto de una pequeña población donde ha ocurrido un crimen atroz, inconcebible aún en el ámbito del gran conflicto bélico. Pero no es lo más destacable, para ello hay que remitirse a la conducta de cada personaje, a sus hábitos, manías, sus vidas íntimas, lejos de la vista de la sociedad que frecuentan.

Hay un elemento principal en el relato, corresponde al olor...el olor que por la descripción tan puntual de los mismos, convierte al lector en partícipe de la cotidianeidad de los personajes... el sudor, el ajo, la sangre, las hierbas frescas, el alcohol y la comida el barro, la nieve, llegan por momentos a tomar el verdadero rol protagónico . Otorgando una poderosa veracidad a la novela.

Por mucho que se traten e investiguen ambos asesinatos, no catalogaría la novela como “negra”, sino más bien como “drama”, pues son simplemente el hilo conductor de todo.

El autor nos narra los hechos con amargura y desesperanza, mediante capítulos cortos, entre saltos temporales donde habla de todos y cada uno de los pintorescos personajes, perfilados a la perfección, y su participación en los casos, haciéndoselos al lector realmente cercanos. Se cuentan las costumbres del lugar, las relaciones entre unos y otros, en un contexto bélico, lo que viene a ser “historias dentro de la historia”.

Escrita en primera persona por un personaje del que desconocemos su identidad hasta bien avanzado el libro, y que es a la vez testigo y protagonista de los hechos que se suceden, descubriendo los hechos que sucedieron gracias a los testimonios de los demás personajes. La descripción de los mismos nos muestra que ninguno es del todo inocente, pero sí verdaderas víctimas de un mundo que se descomponía a escasos kilómetros de sus casas y que eliminó de un plumazo la inocencia del mundo.

Me encanta su forma de contar las historias, esas tramas bien ligadas, al principio no entiendes bien lo qué está pasando pero poco a poco el engranaje empieza a rodar y todo va encajando. Casi siempre con el telón de fondo de la guerra, sus novelas ahondan en los recovecos del alma humana, no hay buenos ni malos, hay personajes profundos, con sentimientos complejos y secretos.

Para convenceros de su lectura os haré un resumen y os diré que es un relato crudo, sórdido y cruel que se desarrolla en el contexto de la Primera Guerra Mundial, en el que se nos cuentan dos historias, un asesinato y un suicidio, en un intento de ser resueltos tras veinte años por el policía que narra y describe los hechos, todo junto a la descripción ruda de los personajes del pueblo donde tuvieron lugar…muy “gris”, todo muy “gris”. Os gustará por su fuerza intimista y perturbadora; no deja indiferente a nadie.

“Las heridas tardan en cerrarse y se infectan a su antojo en las veladas del recuerdo y el rencor”.

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