Para ser la primera lectura del mes de Mayo ha sido todo
un acierto. Muy corta y especialmente bien contada, se disfruta por la
sencillez con la que está narrada y puedo decir que me ha dado pena que
terminara.
“La desaparición inesperada de
una niña es el punto de partida de este
domestic noir ambientado en la
Barcelona de los años veinte.
Tras su reciente divorcio,
mientras vacía el desván de casa de su madre donde acaba de instalarse, Marc
Bonet, procedente de una familia acaudalada venida a menos, descubre que su
tatarabuelo, Josep Anton Viladalba, había escrito un libro. Intrigado por su
contenido, y por el hecho de que la hermana de su bisabuela, Magui, desapareció
misteriosamente de la torre familiar cuando apenas tenía seis años, decide
pedir ayuda a una abogada para investigar el enigma familiar.
En la Barcelona de los años veinte, el inspector Hilario Manzaneda es el encargado de investigar el caso de la desaparición de la niña de los Viladalba. Debido a las reticencias de la familia por colaborar con la policía, el inspector enseguida sospecha que saben más de lo que cuentan. Pero su investigación se verá mermada por la falta de interés de la poderosa familia en que se sepa lo que realmente ocurrió”.
En la Barcelona de los años veinte, el inspector Hilario Manzaneda es el encargado de investigar el caso de la desaparición de la niña de los Viladalba. Debido a las reticencias de la familia por colaborar con la policía, el inspector enseguida sospecha que saben más de lo que cuentan. Pero su investigación se verá mermada por la falta de interés de la poderosa familia en que se sepa lo que realmente ocurrió”.
Me gustan las historias de familias que guardan
secretos centenarios que descubren sus descendientes, retazos de vivencias del
pasado y del presente que a modo de rompecabezas se van encajando a lo largo de
una investigación que termina con un final de “traca”. Aunque son algo más de
cuatrocientas páginas, no se hace largo ni tedioso, el ritmo es muy uniforme y
sin que aparezcan grandes giros argumentales ni sobresaltos, la atención y el
suspense no decae en ningún momento.
Trama bien planteada alrededor de una familia de la
burguesía catalana de inicios del siglo XX, basada en la desaparición de uno de
sus miembros del que nunca se supo más y cuyo paradero se ha convertido de
forma accidental en el objetivo de un joven historiador con el que comparte
lazos familiares.
La escritora catalana nos cuenta dos historias
separadas en el tiempo pero a su vez entrelazadas; una en el presente y la otra
en la Barcelona de los años veinte.
Dos investigadores, uno para cada historia se
encargaran de resolver el dramático misterio que encierra la desaparición de Magui,
cada uno lo hará fiel a los métodos de la época pero compartiendo objetivos.
La
ambientación que recrea Sylvia Lagarda-Mata de la Barcelona de principios del
S.XX resulta ser un gran retrato de la sociedad catalana de la época
describiendo como era la vida de una familia de la burguesía, con sus
privilegios, reticencias, secretos y poder, donde nada era lo que las
apariencias mostraban.
“La
sombra de Magui aún está en el jardín” cuenta con una prosa sencilla pero
cuidada que le otorga a la novela un ritmo ágil, debiendo destacarse el papel
fundamental que juega en la novela el libro escrito y no publicado por Josep
Anton Viladalba. Un guiño a la literatura el mostrar un manuscrito dentro de la
novela. Tanto esta parte como la que transcurre en el pasado, resulta más
atractiva y engancha más que la presente, sin que por ella la actual resulte
aburrida.
El eje
sobre el que pivota la historia es sin duda la desaparición de la niña, con esa
justificación se nos dan a conocer historias de amor de “ayer y hoy”, ansias de
herederos, investigaciones manipuladas, redes de influencias sociales,
confesiones espeluznantes…, elementos que hacen del relato un thriller bien
escrito y con las dosis justas de suspense.
Dividido
en capítulo de duración justa que alterna los tiempos en los que se desarrolla
el misterio, con personajes que responde a estereotipos que nos resultan
familiares, con rasgos sencillos que te permiten empatizar con ellos y que te
conducen a un final sorprendente y agradable. Ninguno destaca especialmente por
nada, no digo yo que sean planos porque no tengo ni idea de qué significa eso,
es cierto que se presentan tal como son y no evolucionan debido a que su
protagonismo no lo exige, algo que me ha parecido coherente y nada forzado.
Respecto
a la galería de personajes, es cierto que son muchos, pero la escritora se toma
la molestia de ir repitiendo los parentescos entre cada uno de ellos, e incluso
hace resumen de sus avatares al término de los capítulos, de manera que no
agobian ni se cae en la dispersión.
Me ha hecho disfrutar mucho, no ha sido trepidante
ni desgarrador, nada agobiante, todo lo contrario es un argumento trazado para
disfrutarlo, algo previsible aunque no se acierta del todo en el final, pero se
aproxima…, errar también es bueno porque demuestra la destreza de la escritora
para tener ella la última palabra. Os gustará.
“Por más que quites las vías, hay un tren que
obstinado pasa por el andén de los recuerdos”.
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