En un confinamiento que no parece llegar a su fin,
imaginar una pizzería en cualquier lugar de Italia es soñar con los ojos
cerrados y el estómago abierto. Me llegó este título tan “apetitoso” a través
de un club de lectura y me pareció que era el momento apropiado para “degustar”
una novela que seguro me dejaba “buen sabor de boca”.
“Receta para una novela inolvidables
Tómese una masa familiar, trabajada a mano y
añádanse los siguientes ingredientes en abundancia, sin escatimar: amor, humor,
secretos, traiciones, disparates, pequeños dramas y grandes alegrías… Debe
cocerse a fuego vivo, riendo, cantando y dando voces. Imprescindible el acento
napolitano.
Querido comensal… es decir, querido lector: aquí te
sirvo los avatares de una humilde familia napolitana trasplantada a América a
comienzos de los años cincuenta.
Un plato…, o sea, una historia sencilla pero
irresistible contada en primera persona por Andrea, el hijo de la familia,
quien tendrá la difícil tarea de conciliar los mundos en los que le tocará
vivir: Buenos Aires, Nápoles, Barcelona…
Tras infinitas peripecias, idilios, aciertos y
errores, Andrea descubrirá que su auténtica patria sigue estando en la modesta
Pizzería Vesubio en el corazón del barrio de su infancia”.
Primera novela de Walter
Riso con claros tintes autobiográficos. Cuenta a través de Andrea, un joven
psicólogo, (alter ego narrativo) la historia de su familia napolitana desde que tomó la decisión de emigrar a Buenos Aires, en
la década de los años 50. No me atrevo a encuadrarla en ningún género, es una
novela de vida donde se mezclan experiencias del pasado y el presente de todos
y cada uno de los miembros de esta singular “tribu”.
La narración en primera persona comienza una vez muere
su madre, aunque nos encontraremos con numerosas idas y venidas en el tiempo
para poder tener datos de la infancia de nuestro protagonista. Destacaría dos partes en la historia. Una primera
donde Andrea, nos cuenta cómo es su vida en Buenos Aires y cómo a través de su
padrino, consigue tener unos estudios que son muy importantes en su vida. Y una
segunda parte donde se cuentan sus vivencias escapando de una dictadura
militar, tras una serie de acontecimientos revolucionarios que le ponen en el
punto de mira de las autoridades por las que tiene de salir de Buenos Aires y
refugiarse en España. Es aquí donde logra tener una estabilidad personal donde
forma una familia propia y comienza una nueva vida trabajando como psicólogo.
Lenguaje sencillo que hace que resulte fácil de leer, pero
hay algo que me ha llamado la atención, la forma de pronunciar de esta familia
es poco creíble por la cantidad de modismos argentinos y un acento demasiado “ché”
para un periodo tan corto de tiempo. Está escrita en capítulos cortos, lo que
aporta agilidad a la lectura. Los escenarios donde transcurre la novela, son
tres ciudades: Buenos Aires, Barcelona y Nápoles, y cada una de ellas con un
gran protagonismo en la trama. No quiero dejar atrás el papel que juega la
comida en todos los ámbitos de la vida, herramienta para sofocar tensiones,
provocar alegría, motivar encuentros familiares y añorar su tierra alrededor de
todo lo que se “cuece” en esa “Pizzeria Vesubio”.
No hay una trama propiamente dicha, es un libro de
personajes que van aparecieron gracias a un repertorio de temas como el amor,
la pérdida de un ser querido, el trabajo, la gastronomía, la autoestima, la imperfección humana, la
traición de un amigo, el perdón, la nostalgia, las raíces, lo que se echa de
menos y por supuesto la “familia” y los lazos físicos y emocionales que
vinculan a sus miembros.
Es una historia cargada de emociones entorno a la dura
experiencia del exilio y la emigración, y la “Pizzeria
Vesubio” se convierte en el escenario clave de la novela, el hilo
conductor que une toda la historia, el espacio en el que el amor
paterno-filial, la gastronomía y la nostalgia acaban convirtiéndose en los
hilos conductores del relato. Nadie escapa a esa percepción de que todo sucede
a lo grande, vamos al más puro estilo “napolitano”.
Dividida
en capítulos, cada uno de ellos se cierra pero con la característica de quedar
vinculado al siguiente, todos con un lenguaje expresivo y una forma de contar
las cosas entretenidas y agradables. En muchos momentos me han recordado a las
novelas de realismo mágico pero está claro que no pertenece a ese género.
Os la
recomiendo por entretenida y bien escrita, aviso que el principio es lento y
cuesta simpatizar con la historia, en compensación la tercera parte es la más
activa, de manera que habrá que llegar al final. Os gustará.
“Tienes que respetar, pero no tienes la
obligación de amar”.
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