En esta ocasión le ha tocado el turno a una recomendación
que tenía pendiente desde primero de años y que por razones obvias se ha ido
quedando atrás. La lectora y amiga que me habló de “La chica salvaje”, tiene un
criterio de selección de lecturas muy parecido al mío; sin embargo, leía la
sinopsis y siempre encontraba algo que no terminaba de convencerme y así se ha
ido postergando hasta hace unos días. Como curiosidad y tras leerla he buceado
en otros blogs para conocer opiniones diferentes a la mía, he de decir que me
ha costado trabajo encontrar comentarios que no fueran alabanzas acerca de esta
novela y me pregunto si es que soy demasiado exigente o por el contrario me ha
pillado en un momento flojo.
Esta introducción a la reseña no quiere decir que no me
haya gustado y mucho menos decepcionado, es más bien que no comparto el aplauso
unánime de los millones de lectores que al parecer han disfrutado sin
condiciones de la primera obra de Delia Owens, quien a sus setenta años ha
debutado en el panorama literario mundial.
“Durante años, los rumores de la
existencia de la Chica Salvaje han perturbado la vida de la pequeña localidad
de Barkley Cove, un tranquilo pueblo de pescadores en Carolina del Norte.
Abandonada a los seis años, Kya es una joven sensible, inteligente y de una
belleza insólita que ha sobrevivido en soledad en las marismas, con la
naturaleza como única amiga. Es una superviviente nata. Su solitaria vida se
complica cuando un hombre aparece asesinado en el pantano y la acusan del
crimen. Entonces, todos sus misterios saldrán a la luz”.
La novela narra la historia de esa pequeña niña hasta
su edad madura, con la tristeza del abandono de los seres que la tendrían que
haber cuidado, pero con el cariño de aquellos que puedes encontrar de manera
inesperada y que te ayudan a amar y a crecer y a avanzar en la vida.
La chica salvaje se convierte en una historia contada en dos
líneas de tiempo distintas intercalando capítulos, porque la autora nos narra
los hechos ocurridos entre 1969 y 1970 cuando encuentran el cuerpo de Chase
Andrews en lo que aparenta ser un homicidio, crimen del cual Kya se convierte
en la principal sospechosa, es un hecho que en ambas líneas de tiempo son
llevadas de manera alternativa, en secuencias bien definidas que en la primera
mitad del libro atrapan y que hasta el final pierden ritmo e interés. Al inicio
los capítulos donde nos narran la vida de Kya durante su infancia y
adolescencia son más extensos que aquellos que ocurren durante 1969, pero
conforme avanza en los años la línea de tiempo de Kya, los papeles se invierten
y se hacen cada vez más largos lo capítulos donde la autora nos pone al día de
lo ocurrido con Chase Andrews, este aspecto de la narración me pareció acertado,
le da a cada historia, su justo tiempo llegando al final con una sola línea de
tiempo cuando ambas se encuentran.
Respecto a la
ambientación y localización, trascurre en un pequeño pueblo de Carolina del
Norte, rodeado de naturaleza, las marismas se convierten en el escenario que
soporta la trama, el entorno en el que tiene lugar el crimen objeto de
investigación, espacio que abraza la soledad de la protagonista y a la vez es
testigo de su romántica historia de amor y crecimiento personal…, adquiere la
naturaleza un papel protagonista por encima de muchos de los personajes de la
novela.
Aquí voy a
detenerme para compartir mi sorpresa acerca de las bonanzas de este marco
descrito por la autora. Me pregunto si de verdad es tan maravilloso vivir en
los pantanos de estas zonas del planeta; no hay ningún elemento de peligro que
aceche el disfrute de esta niña ni la relación con los seres vivos que la
pueblan, vamos que nada de caimanes, ni cocodrilos que hagan pensar lo
contrario. Es un detalle que le resta credibilidad al relato, me ha costado
creer que la protagonista se pasee en barca, de noche, sola, pise y nade en
estos medios acuáticos sin ser víctima del menor sobresalto…, todo un misterio.
Digo esto porque en la novela la escritora americana ha
descrito de manera muy gráfica unas marismas llenas de preciosas especies que
destacan por sus colores, plumajes, olores, cabañas idílicas, atardeceres
inolvidables, amaneceres de ensueño y mareas atrayente a todo pescador
necesitado de sustento; lo siento pero a mi entender esto chirría bastante, por
muy beneficioso que resulte en la dura vida de esta “niña salvaje”.
Kya, es el modelo de heroína de la literatura norteamericana,
un personaje agradable especialmente en la primera parte cuando es abandonada
por todos y cuya determinación y astucia permite disfrutar de una evolución
acorde con sus vivencias. Caracterizada con inteligencia, rasgos cariñosos,
conformistas y a mi gusto demasiado sufridora. Vamos una superviviente nata en
medio de la soledad, el hambre, el rechazo social, la pobreza y la ausencia de
referentes familiares; y aquí expongo otras contrariedades que me impiden creer
las desventuras de Kya, ¿dónde están los implacables servicios sociales
americanos? ¿de verdad una menor abandonada puedo estar al margen de las
instituciones hasta convertirse en una ilustradora de renombre? ¿Cómo es
posible que obtenga esas titulaciones universitarias sin haber pasado por la
escuela? y lo mejor de todo, ¿alguien se cree que la más desarrapada del
pantano enamore a los dos hombres más “chachis” del pueblo?; definitivamente en
América todo es posible.
Estructurada en partes y capítulos de diferente duración,
narrativa con tono poético que suaviza el drama de fondo, lenguaje sencillo y
asequible, giros argumentales muy predecibles y un final que para nada ha sido
inesperado, por el contrario precipitado; en
las seis últimas páginas, la autora resume los 40 últimos años de la vida de la
protagonista y desvela el misterio que la envuelve.
Mezcla de muchos temas como el racismo, el maltrato familiar,
los prejuicios sociales, hogares desestructurados, el ecologismo y la defensa
de la naturaleza, el amor, el sexo…, todo esto mezclado en una coctelera donde
ya estaba el misterio de un asesinato por resolver, la superación personal, la
investigación de policías listos y las notas autobiográficas de la escritora.
Si agitamos el resultado es una novela de crecimiento personal con toques de
misterio y thriller legal bajo la estela del drama romántico con juicio
incluido y final feliz para la autora.
Best seller americano que te encuentras hasta la saciedad en
las librerías, que la propaganda de los millones de ejemplares vendidos ya te
hacen desconfiar, con una campaña de ventas perfectamente diseñada y publicada
en verano, todo ajustado al diseño del “éxito” seguro.
Candidata desde el inicio a ser llevada a la televisión, de
hecho a los pocos meses eran vendidos los derechos para la adaptación
cinematográfica.
No quiero desanimar a nadie, es agradable de leer, bien
contado aunque a veces se haga monótono y repetitivo y puede que de las casi
cuatrocientas páginas sobren más de cien, pero no es suficiente para dejar de
recomendarla. Os gustará.
“Ser salvaje no es un lujo, es una necesidad del ser
humano”.
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