“Progenie” era un título que se plantaba ante mis ojos
cada vez que me arrimaba a los escaparates de las librerías. Con ese patito de
goma en la portada, no han sido pocas las veces que he leído la sinopsis,
tantas que la única intención era acabar de convencerme de que iba a ser una
gran elección. Tras haberla leído puedo decir que es la lectura de “confinamiento”
por excelencia y de seguir mucho tiempo en esta situación, tendré que dar este
calificativo a más de una de las lecturas elegidas durante este largo periodo
de encierro y aislamiento social.
“Sevilla,
ola de calor. Todo el que puede huye a la playa. No así Camino Vargas, jefa
accidental del Grupo de Homicidios desde el tiroteo que dejó en coma al
inspector Arenas. Alguien ha atropellado salvajemente a una mujer y se ha dado
a la fuga. Este asesinato se va a transformar en el foco de atención mediática
cuando se filtre un dato aún más perturbador: el homicida introdujo un chupete
en la boca de la víctima antes de desaparecer de la escena del crimen. Todos
los indicios apuntan a la expareja, un maltratador psicológico, y las
estadísticas no están de su lado. Sin embargo, cuando la autopsia desvele que
la víctima estaba embarazada y los asesinatos comiencen a sucederse, Camino
comprenderá que se halla ante el caso más duro de su carrera”.
Como ya digo, me parece una lectura
perfecta para estos días, al menos para quienes necesitemos entretenernos y
evadirnos un poco de la vorágine informativa con una novela policíaca amena
pero poco más, correctamente escrita, que sigue las convenciones y tópicos del
género, con personajes reconocibles escasamente interesantes como para tener
una continuidad, con cierto trasfondo social, que resulta entretenida pero sin
aportar novedades o destacar entre otras novelas similares en argumento y
desarrollo.
La novela se estructura en cuatro partes y un
epílogo. Al inicio de cada una de estas partes encontramos un par de páginas en
cursiva que nos hablan de una pareja, María Jesús y Soraya, aunque no sabremos
hasta muy avanzada la historia qué parte jugarán en esta. Además, cada una de
las partes se divide en 112 capítulos cortos relatados por un narrador
omnisciente en tiempo presente, un lenguaje sencillo y abundantes diálogos. El
ritmo de esta novela decae aunque pueda parecer acelerado, no es frenético como
encontramos en otras novelas del género y la ambientación en Sevilla es muy
escasa, apenas se nombran algunos lugares de la capital hispalense, es una
oportunidad perdida para haber hecho de esta ciudad la auténtica protagonista
de la novela.
En cuanto a la trama es muy
simple: alguien está asesinando mujeres embarazadas y se inicia una investigación
policial para detenerlo. En cuanto al misterio, que la autora concentre las
investigaciones en torno a un reducido grupo de personajes limita mucho las
posibilidades, lo que convierte en demasiado previsible descubrir quién ha
cometido los asesinatos bastante antes que la policía, lo que le quita parte de
interés e intriga sin giros narrativos ni sorpresas. Todo ello
delata un ritmo excesivamente lento que llega a “meter prisas” a las páginas,
no hay muchos cambios de escenarios ni personajes que te permitan “emociones”
deseadas. No es un thriller, ni por tiempo ni por ritmo ni por nada. Es una
novela policíaca como hay miles, porque tampoco considero que sea una novela
negra.
Respecto a la trama, cuenta
con una temática sobre la que pivota la novela que es la reproducción asistida,
Susana ha querido acompañarla de un repertorio de temas de actualidad que van
desde el machismo, maternidad, violencia de género,
homosexualidad, custodias compartidas en las separaciones, conciliación de la
vida laboral y la personal, las mujeres en la policía y todos estos temas a la
vez, no acaban de ser tratados con profundidad, dando la sensación de haber
querido abarcar demasiado para flojear en todos un poco.
Los personajes son uno de
los puntos débiles de la novela, escasos y demasiados individualizados, la
mayoría clichés repetidos que nos recuerdan a otras novelas del género. No
evolucionan a lo largo de la novela sino que se quedan anclados a lo que eran
en un principio y se limitan a avanzar con los acontecimientos. Son
personajes que no me han conquistado, no han sido capaces de transmitirme
ningún sentimiento aparte del hartazgo que han provocado en mí muchos de sus
diálogos plagados de soflamas feministas, ha llegado a hartarme. No sé qué
pretendía la autora con ellos pero lo cierto es que ha abusado de los mismos y
eso no me ha parecido acertado.
En cuanto a la resolución
del caso, encuentro demasiadas casualidades, muy previsible incluso ocultándonos información he
conseguido saber quién era, lo que supone llegar al final algo desencantada.
Hay una cuestión que no es
habitual en mis reseñas pero que en esta ocasión no voy a dejar pasar, me
refiero a la corrección y los fallos
de edición. Faltas de ortografías, detalles como que el coche que conduce uno
en una escena, lo acaba aparcando el otro al llegar al destino, o que Teresa
lleva más años en el cuerpo de la Policía que lo que hace que ingresaron las
mujeres, o que las escenas se resuelvan en tiempos poco reales…, vamos algo de
guion de película de Antena 3 un sábado de invierno cerrado.
¿Recomiendo su lectura?
Sí, si lo que buscáis es una novela para desconectar como decía antes, que
tampoco es que esté mal escrita, que el estilo es aceptable y ameno y garantiza
entretenimiento, entonces seguro que os gustará.
“El corazón de una madre es un abismo en cuyo fondo siempre
se encuentra un perdón”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario