jueves, 23 de abril de 2020

Progenie, Susana Martín Gijón


“Progenie” era un título que se plantaba ante mis ojos cada vez que me arrimaba a los escaparates de las librerías. Con ese patito de goma en la portada, no han sido pocas las veces que he leído la sinopsis, tantas que la única intención era acabar de convencerme de que iba a ser una gran elección. Tras haberla leído puedo decir que es la lectura de “confinamiento” por excelencia y de seguir mucho tiempo en esta situación, tendré que dar este calificativo a más de una de las lecturas elegidas durante este largo periodo de encierro y aislamiento social.

“Sevilla, ola de calor. Todo el que puede huye a la playa. No así Camino Vargas, jefa accidental del Grupo de Homicidios desde el tiroteo que dejó en coma al inspector Arenas. Alguien ha atropellado salvajemente a una mujer y se ha dado a la fuga. Este asesinato se va a transformar en el foco de atención mediática cuando se filtre un dato aún más perturbador: el homicida introdujo un chupete en la boca de la víctima antes de desaparecer de la escena del crimen. Todos los indicios apuntan a la expareja, un maltratador psicológico, y las estadísticas no están de su lado. Sin embargo, cuando la autopsia desvele que la víctima estaba embarazada y los asesinatos comiencen a sucederse, Camino comprenderá que se halla ante el caso más duro de su carrera”.
Como ya digo, me parece una lectura perfecta para estos días, al menos para quienes necesitemos entretenernos y evadirnos un poco de la vorágine informativa con una novela policíaca amena pero poco más, correctamente escrita, que sigue las convenciones y tópicos del género, con personajes reconocibles escasamente interesantes como para tener una continuidad, con cierto trasfondo social, que resulta entretenida pero sin aportar novedades o destacar entre otras novelas similares en argumento y desarrollo.
La novela se estructura en cuatro partes y un epílogo. Al inicio de cada una de estas partes encontramos un par de páginas en cursiva que nos hablan de una pareja, María Jesús y Soraya, aunque no sabremos hasta muy avanzada la historia qué parte jugarán en esta. Además, cada una de las partes se divide en 112 capítulos cortos relatados por un narrador omnisciente en tiempo presente, un lenguaje sencillo y abundantes diálogos. El ritmo de esta novela decae aunque pueda parecer acelerado, no es frenético como encontramos en otras novelas del género y la ambientación en Sevilla es muy escasa, apenas se nombran algunos lugares de la capital hispalense, es una oportunidad perdida para haber hecho de esta ciudad la auténtica protagonista de la novela.
En cuanto a la trama es muy simple: alguien está asesinando mujeres embarazadas y se inicia una investigación policial para detenerlo. En cuanto al misterio, que la autora concentre las investigaciones en torno a un reducido grupo de personajes limita mucho las posibilidades, lo que convierte en demasiado previsible descubrir quién ha cometido los asesinatos bastante antes que la policía, lo que le quita parte de interés e intriga sin giros narrativos ni sorpresas. Todo ello delata un ritmo excesivamente lento que llega a “meter prisas” a las páginas, no hay muchos cambios de escenarios ni personajes que te permitan “emociones” deseadas. No es un thriller, ni por tiempo ni por ritmo ni por nada. Es una novela policíaca como hay miles, porque tampoco considero que sea una novela negra.
Respecto a la trama, cuenta con una temática sobre la que pivota la novela que es la reproducción asistida, Susana ha querido acompañarla de un repertorio de temas de actualidad que van desde el machismo, maternidad, violencia de género, homosexualidad, custodias compartidas en las separaciones, conciliación de la vida laboral y la personal, las mujeres en la policía y todos estos temas a la vez, no acaban de ser tratados con profundidad, dando la sensación de haber querido abarcar demasiado para flojear en todos un poco.
Los personajes son uno de los puntos débiles de la novela, escasos y demasiados individualizados, la mayoría clichés repetidos que nos recuerdan a otras novelas del género. No evolucionan a lo largo de la novela sino que se quedan anclados a lo que eran en  un principio y se limitan a avanzar con los acontecimientos. Son personajes que no me han conquistado, no han sido capaces de transmitirme ningún sentimiento aparte del hartazgo que han provocado en mí muchos de sus diálogos plagados de soflamas feministas, ha llegado a hartarme. No sé qué pretendía la autora con ellos pero lo cierto es que ha abusado de los mismos y eso no me ha parecido acertado.
En cuanto a la resolución del caso, encuentro demasiadas casualidades, muy  previsible incluso ocultándonos información he conseguido saber quién era, lo que supone llegar al final algo desencantada.
Hay una cuestión que no es habitual en mis reseñas pero que en esta ocasión no voy a dejar pasar, me refiero a  la corrección y los fallos de edición. Faltas de ortografías, detalles como que el coche que conduce uno en una escena, lo acaba aparcando el otro al llegar al destino, o que Teresa lleva más años en el cuerpo de la Policía que lo que hace que ingresaron las mujeres, o que las escenas se resuelvan en tiempos poco reales…, vamos algo de guion de película de Antena 3 un sábado de invierno cerrado.
¿Recomiendo su lectura? Sí, si lo que buscáis es una novela para desconectar como decía antes, que tampoco es que esté mal escrita, que el estilo es aceptable y ameno y garantiza entretenimiento, entonces seguro que os gustará.
“El corazón de una madre es un abismo en cuyo fondo siempre se encuentra un perdón”.

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