Hace
semanas que estoy poniendo al día el Blog de Lecturas, han sido casi cien
libros pendientes de comentar y ya voy viendo la luz al final de esta tarea
pendiente. No siempre se cuenta con el tiempo que deseamos para dedicarnos a lo
que más nos gusta, así es que ya es hora de cambiar el encabezado de los
comentarios y presentar las lecturas como es habitual en mí.
Intentando
superar una situación extraordinaria a nivel mundial, el confinamiento que
vivimos de manera impuesta, nos lleva a buscar salidas que nos permitan hacer
llevadera las muchas horas encerradas y es por ello, que sin alejarme de
aquello que más me gusta, me permito elegir libros que me hagan fácil la
privación de libertad a la que estamos por razones lógicas condenados.
Fruto
de esta reflexión es “El mapa de los afectos”, una ternura de obra que a pesar
de sus duros momentos vale la pena leer.
“Valeria, una joven maestra de escuela que
tiene una relación secreta con Tom, que le lleva treinta años, se enfrenta al dilema
de los sentimientos y quiere entender el significado del amor. En el pueblo
donde enseña, Lilian desaparece sin motivo aparente mientras su marido está en
la otra punta del mundo. Greg, un hombre a quien le pierden las mujeres,
frecuenta un club de alterne de los alrededores para ahuyentar su descontento,
hasta que un día se ve descubierto de la peor manera posible.
A partir de momentos como
estos en el transcurrir de una pequeña comunidad rural, nos adentramos en los
misterios cotidianos de sus habitantes. Las vidas de todos ellos no solamente
se irán cruzando a lo largo de más de dos décadas, sino que estarán
condicionadas por la fuerza magnética de los afectos, la aleatoriedad del azar
o por la justicia poética que a veces nos traen los acontecimientos más
inesperados”.
Cuantas veces busco novelas como estas y no las encuentro, algo más
doscientas páginas de “afectos” en un repertorio de pequeñas historias sin un
hilo argumental común pero compartiendo las vivencias de los habitantes de un
pequeño pueblo norteamericano. Una novela que nos muestra algunas situaciones
muy duras de sufrimiento, de pérdida, de humillación, pero en las que prevalece
la idea de que pese a todo, la gente buena está ahí y gracias a ellos el mundo
sigue siendo un lugar en el que merece la pena vivir junto a ellas.
La manera de narrar de la escritora demuestra que es una creadora de
historias en la que no siempre el final es feliz, en las que la búsqueda del amor
y el cariño se logran, de manera fortuita por protagonistas que viven
experiencias escondidas de sus vecinos, que evocan ausencias, donde ocurren crímenes
inexplicables, junto a familiares en permanente tensión, desconociendo la vida
del semejante más próximo, con familiares víctimas de dramas y vicios
inconfesables; y lo mejor de todo con el objetivo de seguir siempre hacia
adelante con sus vidas.
Dividida en veintidós capítulos más un epílogo, es una novela coral en el sentido más
estricto de la palabra, porque no hay ningún protagonista principal. A través
de los diferentes capítulos de El
mapa de los afectos, iremos viendo pasar a distintos habitantes de
un pequeño pueblo del interior de los Estados Unidos. Los conoceremos a través
de lo que podríamos considerar pequeños relatos, casi como si cada capítulo
fuera un relato. Pero esto tampoco es así, porque un relato tiene un principio
y un final, y no todos los capítulos tienen lo que podríamos considerar un
final.
Los personajes interaccionan entre capítulos, algo aceptable dentro de
los miembros de una misma comunidad. Un libro en el que todo se marca por un
tiempo que va pasando sin que nada lo detenga.
Todo un lienzo de actores con sus sentimientos y emociones marcados por
una impronta psicológica y sentimental que se recrea en lo bueno de cada
personaje sin omitir la cara mala de cada uno de ellos. Así veremos el caso de
una mujer tóxica en sus relaciones con los demás, un cura abusador, una
asesina, un putero… nada de esto empaña la idea de que la gente buena es más
abundante que la mala.
Sencillamente inolvidable, la lectura debe hacerse de manera lineal para
poder entender el sentido de estas historias cotidianas de secretos,
apariencias e ilusiones y especialmente de afectos que perviven en el tiempo.
Es el libro que se recomienda cuando alguien quiere algo “diferente” con
garantías de éxito. El tono intimista con el que Ana Merino nos ha hecho llegar
estas historias la hacen merecedora del Premio Nadal 2020. Libro para “mimar”.
Os gustará.
“El medio para hacer cambiar de opinión, es el afecto no la ira.”
𝙼𝚎 𝚎𝚜𝚙𝚎𝚛𝚊𝚋𝚊 𝚖á𝚜 𝚍𝚎 𝚎𝚜𝚝𝚎 𝚕𝚒𝚋𝚛𝚘.
ResponderEliminar𝚄𝚗 𝚜𝚊𝚕𝚞𝚍𝚘