Primera
novela que leo de Jordi Llobregat y no será la última. “El secreto de Vesalio”
me espera tras esta primera incursión en la escritura de un auténtico narrador
del suspense. Junto con otros ejemplares, “No hay luz bajo la nieve” la elegí
en los momentos inmediatos al confinamiento que ya se ha convertido en el gran
antes y después de toda la Humanidad. Nada como los libros para evadirte de la
cruda realidad en la que nos encontramos, medicina y terapia para refugiarnos
de lo que hoy solo es incertidumbre y desasosiego.
Un hombre desnudo y maniatado,
con los párpados cosidos con un alambre, ha sido encontrado sumergido en las
aguas heladas de una piscina, durante las obras de la estación de esquí Vall de
Beau en el Pirineo: la infraestructura más emblemática de la candidatura
hispano-francesa para los próximos Juegos Olímpicos de Invierno.
La subinspectora de homicidios
Álex Serra y el teniente de policía francés Jean Cassel serán los encargados de
la investigación. Después de un tiempo apartada del cuerpo por un grave
incidente en el que Serra disparó a un compañero, sus superiores la envían a
las montañas a investigar el caso. Serra creció en un pequeño pueblo de la
zona, al otro lado del valle. Nadie como ella conoce aquel lugar.
Con su regreso, se reencuentra
con todo aquello que creía haber dejado atrás: una montaña inmisericorde, un
entorno opresivo dominado por los secretos y los recuerdos de un pasado que
todavía no ha superado. Ahora, además, un asesino inteligente e implacable la
pondrá a prueba.
Este será solo el primero de
una serie de crímenes que tienen que ver con una historia oculta durante
décadas. Solo quien la conozca podrá resolver el caso y dar con el misterioso
criminal.
Mientras tanto, la tormenta de
nieve más devastadora de los últimos veinte años está a punto de
desencadenarse.
Segunda novela de este valenciano que desde los doce años soñaba con ser
escritor. En ella se pueden reconocer todos
los ingredientes para que una vez empezado, te resulta difícil abandonar su
lectura. Entra en la calificación de “novelas pegamento”, quedas adheridas a
ellas e incluso no las disfrutas como otras por las ansias de llegar al final.
Hubo un conflicto en las primeras páginas que mejor
avisar a los lectores de este tropiezo que al parecer nos ha pasado a todos los
que ya la hemos leído.
Los primeros capítulos se despliegan ante nosotros
de una manera inconexa que nos sumergen en una confusión que a punto estuve de
dejar el libro. Nada tenía sentido y los personajes y las situaciones se sucedían
en diferentes líneas temporales que no hacían más que sumar caos e
incertidumbre a la historia. Pasados estos inicios y de manera muy dosificada
se va entendiendo y encajando todos y cada uno de los personajes y las
circunstancias que le rodean.
Argumento construido a la perfección con una trama
repleta de actores dibujados al milímetro, presentada en capítulos de extremada
brevedad, dice Jordi que no superior a 1.500 palabras, algo que le suma tensión
y dinamismo a la lectura, un puzzle que va apareciendo pieza a pieza y que el
escritor pretende que casemos con habilidad.
Desde el primer momento pensé que el culpable
estaba a la vista pero nada más lejos de la verdad. La trama tiene de todo,
pasados oscuros, secretos familiares, traumas infantiles, entornos
desestructurados, inspectoras inhabilitadas, monasterios y pasadizos, protestas
ecologistas, un diario, una mansión terrorífica, suicidas y hasta lobos que
adquieren un protagonismo relevante.
Ambientada en los Pirineos con descripciones
perfectas que no cierran la posibilidad a que cada uno de nosotros nos
imaginemos estos parajes entre la frontera franco-española y el telón de fondo
de unos juegos de invierno que están por celebrarse.
La subinspectora Alex arrastra el peso de la
narración y sobre ella recaen todos los giros argumentales de la misma, las
sorpresas van y vienen en cada capítulo y en todos, ella es el centro de la
acción.
Puede que nos encontremos ante una serie en torno a
este personaje y Jordi Llobregat nos deleite con sus casos en un futuro no muy
lejano.
Me ha recordado mucho a Dolores Redondo en la
manera de plantear el misterio y los recursos de los que echa mano para
desarrollar la historia, el nudo y el desenlace, con una prosa fluida, diálogos
ágiles y un ritmo que no decae en ningún momento sin que por ello sea
trepidante aunque sí para volar.
No quiero dejar pasar el acierto que ha tenido el
escritor con los capítulos que nos llevan al éxodo judío durante la Segunda
Guerra Mundial y la llegada de estos a España, es el rasgo histórico de esta
novela donde definitivamente hacen aparición diferentes géneros literarios.
La
resolución del caso es más que satisfactoria, un golpe en la mesa donde se
confirma lo que ya se intuía: Llobregat lo tenía todo atado y bien atado. Estamos
ante un grandísimo best seller, en
el sentido más positivo de la palabra: una obra que abarca un gran abanico de
temas pero que a la vez es tan accesible y engancha de tal forma que es
imposible no recomendar con entusiasmo. Os gustará.
“Todo el mundo sabe que
una bola de nieve en la cara es el comienzo perfecto de una amistad duradera”.
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