Aunque es sobradamente conocida mi
predilección por Susana Tamaro, debo confesar que acostumbrada a la belleza de
su escritura, “Respóndeme” me ha encogido en sobre manera el “corazón”. Es una
novela de personajes desesperados que nunca abandonan ante sus amargadas vidas,
a las que ante todo están agradecidos. La portada es triste y poco afortunada,
la sinopsis muy dura y las expectativas de disfrutar de una obra a lo más puro “Tamaro”,
toda una utopía; pero no me desanimé y al ser muy corta decidí darle una
oportunidad. A pesar de lo dicho, me alegro de haberla leído.
“Rosa, una adolescente huérfana de una
prostituta, evoca en «Respóndeme» el calvario de una vida transcurrida entre
monjas sin corazón, parientes que la odian, y un perverso padre adoptivo. La
joven no se detendrá en su carrera hacia la autodestrucción, entre alcohol,
drogas y agresividad... «El infierno no existe» es el monólogo de una esposa
que se dirige a su marido muerto, un tirano doméstico, psicótico y cruel,
responsable de la muerte de su propio hijo. En «El bosque en llamas», un marido
celoso y obsesivo no acepta que su esposa deje de depender emotivamente de él y
supere un estado depresivo crónico mediante la fe”.
Una triada de historias contemporáneas, de realidades
novelada, cotidianas, de esas que todos conocemos si no en primera persona por
allegados, tres relatos de una dureza difícil de olvidar.
Narrativa que nos pone frente a la maldad de la sociedad
actual, de sectores donde la violencia se ha convertido en patrimonio de una
humanidad despiadada, que al final convierten en habituales los códigos más
infames de vida.
He empezado el verano con estas doscientas páginas
engatusada por ser la italiana de “Donde el corazón te lleve” la que firmaba su
autoría, pero he tenido conocimiento que Susana Tamaro, tuvo que hacer frente a
una demanda de plagio ante la denuncia de otra escritora italiana muy amiga
suya, quien la había hecho participe de este proyecto. Desconozco como terminó
el litigio, lo cierto es que estos
registros no son a los que nos tiene acostumbrados la autora de Trieste, de
manera que no ha resultado la obra que yo esperaba, lo que no le resta calidad
narrativa y fuertes dosis de invitaciones a reflexionar sobre la actitud de
estas conductas y la pasividad de quienes las contemplamos.
Recomendada para respiros de “entre novelas” como yo digo
y en buenos momentos de ánimo.
“Un paisaje me llevaba a otro; la cima
de una colina, a otra cercana, en la mitad del condado, y ya que mi respuesta
no podía ser más que la de mover una palanca, dejé que el condado fluyera bajo
mis ruedas”.
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