Paula Hawkins, llega a nosotros
con otro gran éxito de ventas entorno a los más de 20 millones de ejemplares en
pocos meses, sinceramente todo un misterio para mi, y creo que para más de un
lector con el que he compartido mis impresiones acerca de ella. Publicada en
mayo de 2017 la dejé en reserva para el verano tal y como hice con “La
chica del tren” creo que hasta
en este pequeño detalle coinciden, aunque con ciertas diferencias claro.
Comparaciones aparte ninguna de las dos son para tirar “cohetes”, novelas de
drama y misterio, dentro de un género de ficción, thriller psicológico,
suspense…, vamos que abarca un poco de todo, pero desde mi humilde opinión muy
floja y cuestionable la aceptación que ha tenido, a no ser por esas buenas
campañas de marketing que demuestran que hay libros que se escriben casi por
encargo para garantizar buenos y seguros beneficios.
“ Pocos días antes de morir, Nel Abbott estuvo llamando
a su hermana, pero Jules no cogió el teléfono, ignoró sus súplicas de ayuda.
Ahora Nel está muerta. Dicen que saltó al río. Y Jules se ve arrastrada al
pequeño pueblo de los veranos de su infancia, un lugar del que creía haber
escapado, para cuidar de la adolescente que su hermana deja atrás. Pero Jules
tiene miedo. Mucho miedo. Miedo al agua, miedo de sus recuerdos enterrados
largo tiempo atrás, y miedo, sobre todo, de su certeza de que Nel nunca habría
saltado?”
Cuando leí la sinopsis me pareció
interesante, la ambientación en un pueblo, el regreso forzado de alguien que ha
de hacer frente a la desaparición de una hermana, escritora de renombre que
muere en extrañas circunstancias, asumir la responsabilidad de una sobrina que
se ha quedado huérfana, la aparición en escena de una “Poza de las ahogadas”,
un sitio donde todos padecen ocultar un secreto, un pasado opresivo, hasta
dosis de temas de brujerías…, lo tenía todo para engancharme y me convenció
esta trama con demasiados ingredientes y ahí estuvo la decisión de comprar el
libro para mis horas de sol y playa.
Mis expectativas se marcharon
igual que las horas de sol al caer la tarde. Cierto que atrapa en las primeras
páginas pero la trama se complica y una historia que podría haber sido buena,
se queda sin solidez argumental convirtiéndose en un relato superficial, con
muchos cabos sueltos, personajes poco trabajados y un final predecible y
precipitado.
La novela está estructurada en
cuatro grandes bloques que a su vez se dividen en capítulos, cada uno de ellos
narrados por un personaje diferente lo que enreda la trama e incluso colabora a
desinflar la expectación sobre el misterio inicial. La narración se presenta
con saltos continuos del pasado al presente llegando un momento en el que no
sabes en que “tiempo” te encuentras, las incógnitas quedan por resolver, la
historia no avanza, se empantana llegando a crear un ambiente demasiado
opresivo. Son once personajes que son igualmente narradores que nos hablan de
sus vidas y experiencias en esa “especial” localidad inglesa de secretos
ancestrales. Todo acaba por hundir la trama que se hace aburrida y tediosa.
En favor de la escritora, que el
estilo no dejar de ser sencillo y el lenguaje asequible, pero estos son
detalles insignificantes comparados con la falta de giros argumentales, la
tensión que decrece irremediablemente, el suspenso de la historia que no se
deja ver y la falta de linealidad cronológica que hubiera sido de gran ayuda.
Creo que el trasfondo de la historia es la relación tensa y después inexistente
entre dos hermanas que optaron por modos de vidas diferentes y alejadas la una
de la otra, y que el reencuentro dramático a sus orígenes desencadena una
historia “sin pies ni cabeza”. Mientras la leía me recordó a una serie de
televisión de mis años de adolescente que nunca acabé de entender y mucho menos
conocí su final; “¿Quién mató a Laura Palmer?”…, algún día lo descubriré.
Recomendada para los que tengan
mucho interés en perderse en una novela de la que no esperan nada o poco
disfrute. Me cuesta hablar mal de los libros, pero más me indigna que nos
“metan por los ojos” lecturas que lo prometen todo y nos quedan con la cara de
incrédulos como si esto de ser lectores no fuera un hecho a respetar. Es triste
sentirse engañados por las editoriales, pero nada es perfecto; como siempre hay
gustos para todos y lo mejor es que la decisión final sea vuestra.
“La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las
lágrimas o el mar."
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