sábado, 22 de julio de 2017

Los ritos del agua, Eva Gacía Sáenz de Urturi


Una vez leída “El silencio de la ciudad blanca”, sobraban motivos para seguir con esta trilogía que tanto me ha hecho disfrutar en su primera entrega. Aprovecho para contar que sus lecturas pueden hacerse independientes, pero lo recomendable es seguir el orden cronológico en el que la escritora los ha contado, muchas de las referencias del segundo están vinculadas a lo acontecido en el primero, incluso el inicio de “Los ritos del agua” hilvana con el desenlace de la anterior novela, pero eso son decisiones últimas del lector que “sabe lo que se trae entre manos”.
“Ana Belén Liaño, la primera novia de Kraken, aparece asesinada. La mujer estaba embarazada y fue ejecutada según un ritual de hace 2600 años: quemada, colgada y sumergida en un caldero de la Edad del Bronce. 1992. Unai y sus tres mejores amigos trabajan en la reconstrucción de un poblado cántabro. Allí conocen a una enigmática dibujante de cómics, a la que los cuatro consideran su primer amor. 2016. Kraken debe detener a un asesino que imita los Ritos del Agua en lugares sagrados del País Vasco y Cantabria cuyas víctimas son personas que esperan un hijo. La subcomisaria Díaz de Salvatierra está embarazada, pero sobre la paternidad se cierne una duda de terribles consecuencias. Si Kraken es el padre, se convertirá en uno más de la lista de amenazados por los Ritos del Agua”.
En esta ocasión la ambientación se amplía a Cantabria y por supuesto la ciudad de Vitoria, que sigue siendo una protagonista de cinco estrellas. Al tener dos momentos temporales, dichos escenarios se combinan con las idas y venidas del pasado al presente respectivamente. En lo concerniente a la autora pocas novedades que no se hayan dicho en la reseña de “El silencio de la ciudad blanca”; prosa limpia y elegante, sencillez del lenguaje, tensión narrativa bien gestionada, diálogos administrados a la perfección, intriga, suspense, puesta en escena cuidada y la demostración en sus páginas de una gran labor de documentación y dominio de la psicología criminal.
Siguiendo la estructura de su anterior entrega y enlazando el final con el momento actual, el argumento se divide en dos tramas que cuentan con una diferencia de 25 años entre ellas; de manera que en el presente iremos conociendo la actualidad de Kraken y la investigación del misterio que vuelve a castigar a Vitoria, y en el pasado la autora narra los acontecimientos de un verano inolvidable vivido por nuestros protagonistas. Es imprescindible no perder detalle del pasado para que encajen las piezas de este puzzle en el presente. Aquí sigue destacando la labor de Eva a la hora de construir los personajes, especialmente porque los coloca en situaciones reales que llegan a ser muy creíbles.
Estructura de la novela dividida en un prólogo inicial y 70 capítulos de corta duración, Kraken sigue en primera persona tirando de la novela en los momentos presente, y un narrador omnisciente, que todo lo sabe de antemano y todo lo ve, en tercera persona va dando a conocer las vivencias extremas de aquel poblado cántabro. El uso de esta combinación de voces narrativas aporta tensión al relato que adquiere tintes de thriller de misterio con pinceladas mitológicas y mucho de cultura celta.
A lo largo de más de cuatrocientas páginas el entretenimiento y suspense han sido muy similares en intensidad a “El silencio de la ciudad blanca”, pero hay ciertos detalles que me han chirriado y que me han descolocado con respecto a los cuidados que vi en la primera; la mejoría repentina de nuestro inspector que resulta imposible de creer, la cantidad de pistas falsas que va dejando la autora para que saquemos nuestras propias conjeturas y que desmerecen a mi gusto el hilo narrativo y por poner otra pega, el final algo rebuscado.
Son solo pequeñas apreciaciones que para nada ensombrecen la novela, es más hay temas de fondo muy trabajados como la importancia de la paternidad y maternidad y una reflexión acerca de nuestros actos en el pasado que siempre acaban pasando factura en el presente más inminente.
Sobra decir que la recomiendo en los mismos términos que la primera, sin día ni hora, ni fecha en el calendario… esperando la tercera de la saga que espero nos haga disfrutar como estas dos. La última palabra es vuestra.

Comprendí que el dolor también une a las personas, tal vez más que las alegrías, porque de esas, como buenos desagradecidos que todos somos, nos olvidamos pronto”.

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