Nuevamente
Petros Markaris es el autor elegido para ir cerrando un mes de lecturas que ha
tenido “de todo un poco”. Tuve la ocasión de conocerlo hace años con “Muerte
en Estambul” y este verano con “Liquidación final”; en esta ocasión
he recuperado “Noticias de la noche” la primera novela escrita en el año 1995
en la que nos da a conocer al comisario de policía griego Kostas Jaritos,
personaje que inaugura una serie de cuatro obras con las que acabaremos
familiarizándonos hasta llegar a simpatizar con él, y mira que eso resulta algo
imposible.
“Poco después del asesinato de un matrimonio de inmigrantes albaneses, un
hombre, también de origen albanés, se confiesa autor del crimen. El caso, en
apariencia cerrado, se desvela mucho más sórdido y complejo cuando aparece
asesinada Yanna Karayorgui, la periodista especializada en sucesos del Hellas
Channel, una de las cadenas de televisión más importantes del país. Jaritos,
comisario del departamento de Homicidios de Atenas, recibe el encargo de
dirigir la investigación. Genuino antihéroe de novela negra, recurrirá a su
intuición, cinismo y experiencia para desentrañar una turbia trama de comercio
clandestino, en la que están en juego intereses económicos de importantes
organizaciones no solo albanesas, sino también griegas. Y, de paso, tendrá que
descubrir al asesino de Yanna Karayorgui”.
Ambientada
en Atenas y con personajes de los países colindantes, el autor teje una trama
en apariencias compleja pero fácil de seguir, en la que aparecen temas de
evidente actualidad a pesar de hacer décadas que la escribió. Sin duda la
radiografía de la sociedad griega está bien construida, descrita con agudeza,
atreviéndose a dejar plasmada una crítica mordaz sobre los valores en crisis
así como la economía, la política, la corrupción y el brutal e impactante papel
de los medios de comunicación en la actualidad.
Respecto
a estos temas que dan cobertura al argumento, no es la primera vez que aparecen
como hilo conductor de novelas de género negro, la trata de blancas, el tráfico
de órganos, la inmigración, las bandas organizadas y el crimen de Estado; de
manera que no me ha resultado muy original en ese aspecto, tal vez la sencillez
y claridad del relato ha hecho la historia llevadera y por supuesto
entretenida. Cuenta con un inicio “pegamento”, nos encanta iniciar la lectura
con un buen asesinato y un propósito de búsqueda del asesino en cuestión, el
ritmo es continúo, la tensión equilibrada, los giros argumentales adecuados y algo justos, las dosis de intriga bien
administradas, hasta los detalles irónicos y humorísticos resultan acertados y
recibidos con agrado, con todos los ingredientes de la novela clásica griega.
Tengo
que poner algunos “peros”, lo primero que no tiene nada que ver estas novelas
mediterráneas con las nórdicas de los autores de los que también soy seguidora,
Mankell, Larsson, Mari Jungstedt o Camila Lackberg, se notan rasgos que
diferencian a unos de otros por algo más que por las latitudes a las que
pertenecen; reconozco que me parecen más intensas las segundas, pero sobre gustos
no hay nada escrito. Lo segundo, es el repertorio de nombres propios de la
narración, ha sido de enorme dificultad reconocer si eran de hombres o de
mujeres y si estos estaban repetidos o eran diferentes, la grafía era tan
parecida que me ha supuesto un reto innecesario y cansino. Y la última crítica
es para la pobreza de los personajes secundarios, ninguno parece sobresalir ni
en cualidades ni en acciones, tratados muy sutilmente dejan bastante que
desear, demasiado papel otorgado a Jaritos con el que me ha costado simpatizar,
por no decir que creo que no lo he hecho.
Recomendable
porque a pesar de ser algo predecible la intriga se mantiene hasta el final,
cuenta con buenos diálogos y un lenguaje directo y sencillo, con un trasfondo
social al que ya estamos más que acostumbrados y una narración que no me ha
aburrido a lo largo de sus más de trescientas páginas. Espero que Petros
Markaris sea a partir de ahora uno más de los autores a tener en cuenta entre
los maestros del suspense y la intriga.
“La noche sugiere, no enseña. La noche
nos encuentra y nos sorprende por su extrañeza; ella libera en nosotros las
fuerzas que, durante el día, son dominadas por la razón".
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