En
ocasiones, me pierdo en mis pensamientos y hago una recopilación mental de
aquellas novelas que leí hace décadas y además de asustarme por los años que
han pasado, me sorprendo del grato recuerdo que guardo de muchas de ellas. “De
parte de la princesa muerta” es uno de estos libros inolvidables.
Quiero acertar que era por allá por 1989 cuando un amigo me la recomendó por su
temática histórica, conocedor de mi gusto por este género y mi especialidad
como docente de Historia. Ya entonces me pareció muy buena y en esta ocasión al
releerla, reconozco que la he saboreado de otra manera, pero sigo pensando que
es un precioso relato mezcla de realidad y de imaginación bajo el trasfondo
biográfico de nuestra autora.
“Estambul, 1918: esta historia comienza en la corte del último sultán del
Imperio otomano. La princesa Selma tiene siete años cuando ve cómo se desmorona
su mundo. Condenada al exilio, la familia del sultán se traslada a Líbano. Éste
será el principio del complicado viaje que Selma hará a lo largo de su azarosa
vida, un camino que la conducirá a la India y a París en el que encontrará al
amor de su vida... y lo perderá para siempre”.
Si
tuviera que “vender” la novela para convenceros de que la leáis, os diría que
es un paseo por la Historia, un emocionante recorrido por el siglo XX, por los
acontecimientos más relevantes de Europa y especialmente de Turquía, la caída
del Imperio Turco Otomano, sirve de escenario para narrar la reconstrucción de
la vida de la madre de Kenizé Mourad, la
escritora turco-india-francesa, autora de este viaje físico y emocional a modo
de homenaje a un personaje al que no tuvo oportunidad de conocer.
Son
seiscientas páginas que acobardan de entrada al lector, es justo por tanto
avisar que el principio es algo lento, pero la trama está muy bien planteada y
acaba enganchando. El ritmo es ameno, pero es cierto que algunos pasajes y
momentos de este periplo resultan áridos y densos, pero las descripciones de
las diferentes culturas, las costumbres y los escenarios, acaban supliendo ese
pequeño inconveniente. Quizás la parte primera me atrajo menos, tras la
infancia de Selma, la gran protagonista, todo es más interesante y atractivo.
Una
historia de vida que refleja la lucha por adaptarse a los cambios provocados
por el exilio, a la aceptación de las formas sociales de occidente en contraste
con la cultura turca. Bien documentada, no en vano está dividida en cuatro
partes, cada una en un territorio diferente; Turquía, Líbano, India y París, a
cual de todas descritas a la perfección según el proceso de adaptación vivido
por nuestra “princesa muerta”.
Solo
he encontrado un aspecto algo desaprovechado y es el papel de algunos de los
personajes, desde mi humilde opinión se podía haber sacado mucho más de ellos.
Sin duda me quedo con el eunuco Zeynel que representa tantos valores que mejor
que lo descubráis vosotros.
La
novela fue considerada en sus momentos como un gran bestseller, a mí me resulta
chirriante unir este concepto con el de novela histórica, pero imagino que
estará relacionado con el impacto de ventas que tuvo en sus inicios. En esta
segunda lectura he disfrutado más porque tuve la oportunidad de viajar a
Estambul, y reconocer calles y lugares que aparecen en la novela te permite
integrarte en el relato con más facilidad.
Os la
recomiendo sin “peros”, aunque reconozco que le pueden sobrar páginas no sabría
eliminar pasajes, en el fondo todos están justificados y prescindir de ellos
haría peligrar el armazón de la historia. Seguro que los amantes de la novela
histórica la consideran perfecta. Deseo que os guste.
“Los cambios vitales decisivos empiezan con pequeñas trasformaciones,
anodinas en apariencias, lo complicado no es conseguir hacer las cosas a la
vez, sino ser capaz de hacerlas todos los días”.
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