Cuando
descubro a un autor y su lectura ha quedado dentro de lo aceptable, suelo leer
otras novelas para acabar de identificarme con su estilo y saber si va a formar
parte de los escritores a seguir; con Mikel Santiago me ha ocurrido eso, tras “El
extraño verano de Tom Harvey”, quiero conocerlo más y que mejor que a
través de su escritura. “La isla de los cien ojos” ha sido
la segunda experiencia de este joven bilbaíno escritor de novelas negras y
relatos breves de corte entre mezcla de intriga y terror y enormemente
influenciado por la maestra del crimen, Agatha Crhistie.
“En un pueblo irlandés llamado Dowan, un médico de principios de siglo se
prepara para la fuerte tormenta que se avecina. Al día siguiente un aristócrata
requiere su presencia, algo ha aparecido traído por el mar.
Un bote de un barco hundido, el Fiorod. En su interior, un cadáver seco rodeado de algas. El olor a putrefacción hace que el médico ordene que lleven los restos del naufragio y los entierren, así se evitarían las enfermedades hasta encontrar a alguien que quisiera hacerse cargo del por ahora desconocido navegante.
«La tormenta lo trajo, Lo arrancó de donde nunca debió salir y lo dejó varado en nuestras playas. Ocurrió durante una terrible noche de viento y lluvia como no habíamos vivido en años. Los rayos partieron dos árboles en Santry Hill y las olas embistieron el puerto...»
Entonces aprecian que en el barco hay tallas. Toda la madera está llena de marcas, letras, palabras. Una historia contada en los últimos días de vida de un hombre que vagaba a la deriva por el mar.
¿Quién es el misterioso náufrago? ¿Qué cuenta la historia tallada en los bancos del bote? ¿Qué sucedió con el Fiorod?.”
Un bote de un barco hundido, el Fiorod. En su interior, un cadáver seco rodeado de algas. El olor a putrefacción hace que el médico ordene que lleven los restos del naufragio y los entierren, así se evitarían las enfermedades hasta encontrar a alguien que quisiera hacerse cargo del por ahora desconocido navegante.
«La tormenta lo trajo, Lo arrancó de donde nunca debió salir y lo dejó varado en nuestras playas. Ocurrió durante una terrible noche de viento y lluvia como no habíamos vivido en años. Los rayos partieron dos árboles en Santry Hill y las olas embistieron el puerto...»
Entonces aprecian que en el barco hay tallas. Toda la madera está llena de marcas, letras, palabras. Una historia contada en los últimos días de vida de un hombre que vagaba a la deriva por el mar.
¿Quién es el misterioso náufrago? ¿Qué cuenta la historia tallada en los bancos del bote? ¿Qué sucedió con el Fiorod?.”
Solamente
setenta páginas y algo menos de una hora me ha llevado leer este relato de
intriga, que sin ser bueno ni especial lo he terminado por mera curiosidad. Una
sinopsis que casi cuenta la historia en su totalidad, confieso que me pareció
que iba a ser mucho más interesante, pero aviso que es entretenida y punto.
Al
principio abrí los “ojos”, los dos que tengo, y pensé…, que buena trama para
tan pocas páginas, pero a pesar de estar bien planteada y redactada, la
desilusión ha sido monumental. He necesitado unas dosis de imaginación tremenda
para creerme la historia de un náufrago que escribe un auténtico testamento en
condiciones extremas y en un soporte como la madera cuando su vida pende de un
hilo. Me asaltaban los interrogantes, ¿cuántos días estuvo en la barca?,
¿cuánto media para poder escribir y escribir?, ¿cómo resistió el material de
escritura a tal documento gráfico?..., me ha parecido infantil sin llegar a ser
literatura juvenil, de manera que bastante inverosímil.
La
ambientación, el escenario en modo playa, arenas, naufragio, cadáver del
superviviente con dotes de escritor y otros detalles le dan cierto misterio a
este casi cuento de Mikel, en el que Irlanda está presente como referente a sus
años de vivencias en la isla.
No
puedo decir más, en el fondo podría haber dado para una novela con argumento
más sólido, en algunos párrafos he tenido la sensación de que se trataba del
esqueleto de una novela que no llegó a serlo y que murió como el náufrago
siendo relato. Recomendada si no se tiene nada mejor a mano, aunque
curiosamente no me arrepiento de haberla terminado. La última palabra es
vuestra
“Pasa mucha gente por nuestras vidas, de algunos de ellos no guardamos
apenas nada. Sin embargo, hay otras personas que, lo sepamos o no, nos la cambian para siempre”.
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