martes, 1 de agosto de 2017

Tres días y una vida, Pierre Lamaitre

Sin despreciar y mucho menos comparar a otros grandes escritores del género negro y policial, mi admiración por este guionista francés es un secreto a voces. Orgullosa de decir que he leído todo lo que ha escrito, y disfrutando sin límites de todas sus novelas; para mí su joya hasta ahora es “Nos vemos allá arriba”, por la que obtuvo el Premio Goncourt de 2013, la que recomiendo encarecidamente.
En esta ocasión, “Tres días y una vida” se sale de los clichés a los que nos tiene acostumbrados y mezcla el suspense y la tensión en una trama muy original que pretende conducirnos a una reflexión necesaria acerca de la condición humana, hurgando en un repertorio de emociones soterradas que piden “paso” en la atormentada vida del protagonista de esta breve pero intensa novela.
Antoine Courtin, doce años, vive junto a su madre en un pequeño pueblo francés rodeado de bosques. Su padre vive en Alemania y cumple con sus obligaciones de padre divorciado en la distancia: pagar pensión y enviar regalos en fechas señaladas. Una vida plácida en un pequeño entorno donde cualquier insignificante suceso tiene una gran repercusión. Cómo no va a tenerla que Rémi, seis años, desaparezca cerca de la  Navidad de 1999.
Con esta escueta sinopsis conocemos al personaje sobre el que recae el peso de la historia. El escenario es la asfixiante vida de provincias de un pueblo donde nunca pasa nada, en el que todos se conocen y allí donde un acontecimiento inesperado marcará la vida del mismo. Sin embargo, Pierre ha contado con su maestría habitual el relato vital de un adolescente de 12 años, que en un arrebato de mal genio y bajo una situación límite, provoca un hecho fortuito y desgraciado que condicionará toda una vida y la de sus vecinos. Este microcosmo social es utilizado por Lamaitre para contar en tres actos, un drama en el que lo verdaderamente importante son sus consecuencias y las repercusiones en el tiempo, verificando que “el pasado siempre regresa para pedir cuentas”.
Estructura narrativa sencilla y brillante, milimetrada y bien planificada. Tres momentos dividen la trama, presentadas en años, 1999, 2011 y 2015. Durante ese espacio de tiempo, Antoine ha crecido y con él su sentimiento de culpa, su vida atormentada y repleta de angustias, desasosiego y resignación, marcando profundamente su personalidad. En esta ocasión, el escritor nos presenta por adelantado al asesino, la investigación gira entorno a una desaparición que con el tiempo se va desinflando, describe paso a paso el proceso del destino de Rémi, el niño del que no se ha vuelto a saber nada y el crecimiento personal y social del protagonista, y  lo narra en tres días. Como novedad este genio del suspense, profundiza en el interior de Antoine, describe sutilmente sus movimientos y esfuerzos para vivir con el peso de esa culpa, que sin duda llega a ser la verdadera estrella del relato.
No quiero alargar la reseña porque la novela son doscientas páginas y podría descubrir la malla de mentiras, silencios, ignorancias y sorpresas que nos depara su lectura. Pierre Lamaitre es un gran organizador de historias capaz de presentarnos la felicidad y la desgracia en un único acto, provocador hasta hacernos empáticos con un culpable que no deja de ser una “víctima”, manipulador a través de vuelcos inesperados y generador de frases lapidarias inolvidables.
Recomendada sin reservas, el desenlace es digno del maestro que una vez más escribe una historia cerrada a la perfección, aunque con una pequeña fisura que regala al lector a modo de cuestionamiento moral; ¿Qué hubiéramos hecho cada uno de nosotros en el lugar de Antoine?. Os gustará… y mucho.

“La vida a veces depende de un solo instante, y ese momento fortuito puede convertirse en la clave de nuestro destino”.

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