Me llaman poderosamente la atención los libros
de “pasta blanda”, me resultan más cómodos a la hora de tenerlos entre las
manos y esa atracción, más lo llamativo de su portada hizo que durante meses me
detuviera delante de “La sustancia del mal”. Respecto al
título, nada del otro mundo me presagiaba una historia potente, el autor no fue
determinante, su primera novela y la sinopsis aunque curiosa, no era tampoco
para “tirar cohetes”; de todas maneras, seleccionando las lecturas del verano y
confiando en la buena promoción que se estaba haciendo de él, lo compré. Cada
vez estoy más convencida del hecho que aquello libros que te los “entran por
los ojos” cansinamente, acaban siendo una evidente decepción y una vez más
queda tristemente confirmado.
“En 1985, durante una terrible tormenta, Kurtz
Schaltzmann, Markus Baumgartner y su hermana Evi son brutalmente asesinados en
el Bletterbach, un enorme cañón tirolés cuyos fósiles cuentan la historia del
mundo.
Treinta años más tarde, Jeremiah Salinger, un documentalista estadounidense recientemente instalado en una aldea de la zona junto a su mujer Annelise y su hija pequeña, se obsesiona con ese caso nunca resuelto. Todos a su alrededor, desde su suegro Werner, exdirector del Socorro Alpino y uno de los hombres que descubrieron los cuerpos mutilados, hasta la propia Annelise, son sospechosos de alguna manera y nadie desea remover el pasado. Sin embargo, es como si aquel sangriento acontecimiento arrastrara una maldición y en el Bletterbach hubiese despertado algo espantoso, tan antiguo como la misma tierra, que se creía desaparecido.
¿Podrá Salinger descubrir la verdad y sobrevivir a ella?, sigo una maldición, y todos parecen esconder secretos inconfesables.
Treinta años más tarde, Jeremiah Salinger, un documentalista estadounidense recientemente instalado en una aldea de la zona junto a su mujer Annelise y su hija pequeña, se obsesiona con ese caso nunca resuelto. Todos a su alrededor, desde su suegro Werner, exdirector del Socorro Alpino y uno de los hombres que descubrieron los cuerpos mutilados, hasta la propia Annelise, son sospechosos de alguna manera y nadie desea remover el pasado. Sin embargo, es como si aquel sangriento acontecimiento arrastrara una maldición y en el Bletterbach hubiese despertado algo espantoso, tan antiguo como la misma tierra, que se creía desaparecido.
¿Podrá Salinger descubrir la verdad y sobrevivir a ella?, sigo una maldición, y todos parecen esconder secretos inconfesables.
A lo largo de casi quinientas páginas, el autor italiano
desarrolla una trama que en un principio prometía ser una buena novela negra,
de intriga y suspense; vamos la típica historia adictiva que te cautiva hasta
su final. Nada más lejos de la realidad, sin dejar de ser entretenida y ayudada
por el entorno playero conseguí acabarla, pero siendo honesta no puedo hacer
una reseña positiva de la misma, más que nada porque aunque reconozco que
escribir es una tarea que no todos podemos hacer, adquirir los libros también
es un esfuerzo económico como para desperdiciar el dinero y sumar decepciones
tras cientos de buenas recomendaciones publicitarias.
El argumento tiene tres líneas definidas, la historia en sí,
la leyenda y la ambientación; lo que se traduce en el enigma del crimen, la
resolución y la autoría en unas carismáticas montañas del Tirol Alpino
conocidas como “Las Dolomitas”. La intriga con estos elementos promete momentos
muy interesantes, así el principio es bueno, engancha porque presenta la
esencia del misterio, pero el relato se resquebraja mucho antes de la mitad y
derrapa irremediablemente a medida que nos acercamos al desenlace, siendo
necesario un esfuerzo tremendo para digerir un final tan fantástico,
francamente impredecible a pesar de lo previsible de los acontecimientos y lo
pesado de la narración. Creo que ni con la generosa ayuda del momento “playa y
sol”, “La sustancia del mal”, se libra de ser una novela que ni a veraniega
llega.
Es un enigma que me lo haya leído pero tiene recursos que te
ayudan a no abandonarla. El primero de ellos fue la obsesión por descubrir al
autor de los asesinatos, fui pasando de un sospechoso a otro hasta que no me
quedó ninguno, y claro no me iba a quedar con esa duda… Y después otros
factores me ayudaron a sentir un conformismo hacia ella; la importancia
otorgada a la naturaleza con descripciones muy buenas de los nichos ecológicos
y paisajes, que disfrutas junto a las alusiones al folclore de la zona, sus
costumbres, leyendas, etc. Su lectura es fácil, los capítulos cortos, no hay
una sola trama, más bien subtramas y el estilo es directo y sencillo.
Hasta ahí puedo hablar bien, el resto es infumable, ritmo
lento, lenguaje muy pobre, multitud de personajes mal construidos y pobremente
explotados, ambiente opresivo y cerrado que no ayuda a oxigenar el relato y
giros argumentales insostenibles. No quiero seguir con esta reseña de una de
las novelas que se prometía como el éxito del género negro del verano, las editoriales
nos engañan muchas veces, o más bien somos nosotros los que depositamos
demasiadas expectativas en el disfrute de la lectura.
Por supuesto no la recomiendo, aunque si os la dejan quién
sabe, igual la que os decepciona soy yo.
“Cuando mejor es uno, tanto más difícilmente llega a
sospechar de la maldad de los otros”.
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