Que
título tan sugerente, “Bar” y “Esperanzas”...
desde hace semanas, esta novela autobiográfica de J.R Moehringer se
encuentra en todos los escaparates de las librerías, eso casi siempre
es buena señal, yo prefiero leerla y luego contaros si el libro es
tan bueno como lo venden o si solamente es una gran operación de
marketing. Mi primera impresión tras leerla es deciros que tiene
todos los rasgos de las novelas norteamericanas, y que me ha
recordado mucho al escritor Paul Auster en su forma de narrar y
mostrar la realidad con melancolía y buenas dosis de intimidad. Para
cerrar este apartado de recuerdos, mi memoria ha recuperado la serie
“Cheers”, ese bar con personajes muy peculiares que
nos hacían participes de sus vidas todas las mediodías de hace ya
muchas décadas.
Como
viene siendo habitual últimamente, os cuento brevemente de qué
diría yo que va el libro: “es el relato de un chico y las
peripecias que sufre desde la edad de siete años hasta que alcanza
la madurez por allá por los treinta y seis; sus deseos de triunfar
son una motivación a lo largo de estos años, periodo marcado por la
ausencia de su padre y la presencia de su madre; al primero lo
escucha a diario en un programa de radio y cariñosamente lo apoda la
“Voz”. Pero sin duda la impronta más
relevante en su carácter y formación la recibe del bar que da
título a la novela, el D ickens o Publicans, llamado de ambas
maneras, al que el propio J.R, lo trata como el personaje estelar,
fuente de sabiduría y madurez, cuya huella será imborrable en la
vida del chico”.
Escrita
con una estructura muy sencilla, lineal y cronológicamente ordenado,
texto muy llano y asequible, entretenida, repleta de anécdotas
protagonizadas por los hombres que asisten al bar, todos tratados con
mucha ternura y bajo un trasfondo sentimental que derrocha
sensibilidad en las casi quinientas páginas de la novela.
El
autor ha relatado su propia vida, la falta del referente paterno le
hizo buscar ese patrón masculino en el bar regentado por su tío
Charlie. Ambientada en un barrio cercano a Nueva York, narra desde
1972 hasta el 2001 su vida durante estos años; es por eso que me
atrevería a decir que son unas memorias noveladas, a las que no le
faltan guiños a los acontecimientos más relevantes del siglo, tales
como el atentado a las Torres Gemelas, bofetada sin mano que provoca
el despertar de nuestro protagonista a la realidad más dura.
Dividida
en cuarenta y seis capítulos, cuenta con el detalle de presentarlos
con el nombre del personaje que lo va a protagonizar; este volumen de
capítulos se distribuye en dos partes, siendo la primera cerrada con
el dedicado a su madre, la otra gran estrella del relato. La
presencia de diálogos amenizan la prosa y contribuyen a dar agilidad
a un relato pausado que no llega por suerte a ser tedioso.
Mi
impresión general es que todo lo que se narra es aparentemente una
vida muy normal y hasta simple, he de reconocer que no me ha
enganchado como yo esperaba, lo que no quiere decir que no lo haya
disfrutado, pero se ha quedado corto para las expectativas que me
había creado. Tal vez le falte emoción, realmente no pasa nada
impactante, es un paseo por su existencia con sus experiencias
sencillas, contadas sin adornos y con bastante honestidad.
Entiendo
que la intención de J.R ha sido dar un homenaje al bar Dickens,
para él la auténtica universidad de la vida, el escenario donde se
reunían grandes contadores de historias y por qué no de mentiras,
realismo social muy bien tratado, donde no faltan los temas
estrellas; amor, amistad, superación, crisis políticas, deportes y
como no, libros.
A
grandes rasgos la recomiendo, me gustan las novelas corales donde
poco a poco cada personaje acaba desnudándose ante nosotros, tiene
buenas dosis de humor socarrón e ironía y lo mejor de todo es
“Made in USA”, para mi que estos bares tal como nos lo
presenta Moehninger, son exclusivos de aquellas latitudes, los
nuestros con su esencia especial, distan mucho de estos.
Personalmente,
una buena campaña publicitaria y un momento adecuado para las
ventas, no son garantías suficientes de éxito; pero en honor a la
verdad, vale la pena leerlo y disfrutarlo.
“Mucho
antes de servirme copas, el bar me sirvió de salvación”.
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