sábado, 7 de noviembre de 2015

El bar de las grandes esperanzas, J.R Moehringer

Que título tan sugerente, “Bar” y “Esperanzas”... desde hace semanas, esta novela autobiográfica de J.R Moehringer se encuentra en todos los escaparates de las librerías, eso casi siempre es buena señal, yo prefiero leerla y luego contaros si el libro es tan bueno como lo venden o si solamente es una gran operación de marketing. Mi primera impresión tras leerla es deciros que tiene todos los rasgos de las novelas norteamericanas, y que me ha recordado mucho al escritor Paul Auster en su forma de narrar y mostrar la realidad con melancolía y buenas dosis de intimidad. Para cerrar este apartado de recuerdos, mi memoria ha recuperado la serie “Cheers”, ese bar con personajes muy peculiares que nos hacían participes de sus vidas todas las mediodías de hace ya muchas décadas.
Como viene siendo habitual últimamente, os cuento brevemente de qué diría yo que va el libro: “es el relato de un chico y las peripecias que sufre desde la edad de siete años hasta que alcanza la madurez por allá por los treinta y seis; sus deseos de triunfar son una motivación a lo largo de estos años, periodo marcado por la ausencia de su padre y la presencia de su madre; al primero lo escucha a diario en un programa de radio y cariñosamente lo apoda la “Voz”. Pero sin duda la impronta más relevante en su carácter y formación la recibe del bar que da título a la novela, el D ickens o Publicans, llamado de ambas maneras, al que el propio J.R, lo trata como el personaje estelar, fuente de sabiduría y madurez, cuya huella será imborrable en la vida del chico”.
Escrita con una estructura muy sencilla, lineal y cronológicamente ordenado, texto muy llano y asequible, entretenida, repleta de anécdotas protagonizadas por los hombres que asisten al bar, todos tratados con mucha ternura y bajo un trasfondo sentimental que derrocha sensibilidad en las casi quinientas páginas de la novela.
El autor ha relatado su propia vida, la falta del referente paterno le hizo buscar ese patrón masculino en el bar regentado por su tío Charlie. Ambientada en un barrio cercano a Nueva York, narra desde 1972 hasta el 2001 su vida durante estos años; es por eso que me atrevería a decir que son unas memorias noveladas, a las que no le faltan guiños a los acontecimientos más relevantes del siglo, tales como el atentado a las Torres Gemelas, bofetada sin mano que provoca el despertar de nuestro protagonista a la realidad más dura.
Dividida en cuarenta y seis capítulos, cuenta con el detalle de presentarlos con el nombre del personaje que lo va a protagonizar; este volumen de capítulos se distribuye en dos partes, siendo la primera cerrada con el dedicado a su madre, la otra gran estrella del relato. La presencia de diálogos amenizan la prosa y contribuyen a dar agilidad a un relato pausado que no llega por suerte a ser tedioso.
Mi impresión general es que todo lo que se narra es aparentemente una vida muy normal y hasta simple, he de reconocer que no me ha enganchado como yo esperaba, lo que no quiere decir que no lo haya disfrutado, pero se ha quedado corto para las expectativas que me había creado. Tal vez le falte emoción, realmente no pasa nada impactante, es un paseo por su existencia con sus experiencias sencillas, contadas sin adornos y con bastante honestidad.
Entiendo que la intención de J.R ha sido dar un homenaje al bar Dickens, para él la auténtica universidad de la vida, el escenario donde se reunían grandes contadores de historias y por qué no de mentiras, realismo social muy bien tratado, donde no faltan los temas estrellas; amor, amistad, superación, crisis políticas, deportes y como no, libros.
A grandes rasgos la recomiendo, me gustan las novelas corales donde poco a poco cada personaje acaba desnudándose ante nosotros, tiene buenas dosis de humor socarrón e ironía y lo mejor de todo es “Made in USA”, para mi que estos bares tal como nos lo presenta Moehninger, son exclusivos de aquellas latitudes, los nuestros con su esencia especial, distan mucho de estos.
Personalmente, una buena campaña publicitaria y un momento adecuado para las ventas, no son garantías suficientes de éxito; pero en honor a la verdad, vale la pena leerlo y disfrutarlo.

Mucho antes de servirme copas, el bar me sirvió de salvación”.

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