Quiero
avisar que aquellos seguidores de este controvertido escritor,
encontrarán la novela muy de su estilo, pero no garantizo que la
entiendan ni la acaben los que no son asiduos a la manera tan
original y exclusiva de escribir de Salman. Ahora bien, está muy
ajustada a los amantes de lecturas tipo a “El señor de los
Anillos” y “Juegos de tronos”.
Para
que nadie se llame a engaño os pongo la sinopsi:
Hace
siglos, Dunia, princesa del Peristán (mundo féerico), se enamoró
de Ibn Rushd, el filósofo aristotélico y le dio una amplísima
prole, cuya descendencia se distinguía por unos curiosos lóbulos de
las orejas. Cuando se rompen los sellos que separan el Peristán del
mundo físico y los yinns oscuros, en connivencia con el rival de Ibn
Rushd, Al Ghazali, tan muerto como él, planean sembrar de miedo y
caos la tierra para que los hombres conserven a sus dioses, Dunia
tendrá que regresar a la tierra y hacerse cargo, junto con sus
mágicos descendientes, de la amenaza.
Desde
el inicio, queda evidente la manera fantástica de relatar propia de
este enemigo del radicalismo islámico. Nos presenta una mezcla de
historias mágicas engarzadas, con una imaginación delirante,
mitología y amores eternos, dentro de la “Historia
de la Era de la Extrañeza”.
Para narrar los acontecimientos despliega todos los recursos
literarios conocidos por el autor.
He
entendido que era un cuento moderno acerca de los conflictos que
aquejan a la Humanidad; las raíces de este estilo narrativo,
empleado con los niños, se remonta a la antigua India, donde como
aquí, los relatos se contaban sin orden convencional ni en el tiempo
ni el espacio, pero con una lógica aplastante.
A
lo largo de las cuatrocientas páginas, Salman, confecciona una
novela con un repertorio incalculable de personajes al estilo de las
novelas corales del más puro realismo mágico; estos personajes,
entran y salen, avanzan y retroceden, desaparecen y dejan de ser
parte de la historia sin previo aviso; ninguno de ellos está lo
suficientemente desarrollado como para dejar marcas en el lector...
son las licencias de Rushdie.
Está
de más, que cuente que su literatura está plagada de temas que
defiende abiertamente y por los que ha estado perseguido durante
décadas; referencias al integrismo, homosexualidad, defensa del
feminismo, lucha entre la razón y la fe, dogmatismo y tolerancia;
estos últimos, pilares de la historia a modo de cara y cruz de los
dilemas éticos y morales de los hombres.
Una
tercera curiosidad es el hecho de comenzar la narración en Lucena
hace 900 años y terminarla mil años después con la destrucción de
la ciudad de Nueva York. El narrador que lo cuenta se encuentra en un
futuro muy lejano, relata lo que supuestamente ocurrió en esas mil y
una noches, la llegada de fenómenos insólitos y paranormales y como
terminó enfrentando a dos mundos capitaneados por seres mágicos
contra los humanos.
Auténtico
viaje al pasado y al futuro con continuas referencias culturales a
oriente y occidente. No es necesario decir lo abstracta que resulta
su lectura, es de gran dificultad, si no se está metida en esta
dinámica de creatividad exclusiva de algunos escritores, teniendo la
sensación de que escriben solamente para ellos.
Estoy
asustada de la reseña, casi tanto como del hecho de haber podido
terminar su lectura, no me gusta la ciencia ficción y esto se le
parece bastante. Aunque me gustaron “Los
hijos de la medianoche”,
no recomiendo en exceso “Dos
años, ocho meses y veintiocho días”;
mi opinión más sincera es que “no
es apta para todos los públicos”.
“Nadie
cuenta o contamos la realidad totalmente al pie de la letra;
inventamos o maquillamos lo que vivimos para hacerlo un poco más
interesante”.
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