Escuchar
el nombre de Alicia Giménez Bartlett como ganadora del Premio
Planeta 2015, me llenó de satisfacción. La “madre
literaria” de la inspectora Petra Delicado, me hace
disfrutar de este placer de la lectura, sin que cuente en su
expediente ninguna decepción por mi parte. No siempre el jurado de
estos otoñales premios aciertan en sus fallos, de manera que tras
leer la novela puedo aconsejaros que la coloquéis en la lista de
“lecturas pendientes”.
Tenía
intención de comprarla, pero un grupo de amigas que me han estado
mimando últimamente se adelantaron; de manera que contar con
“Hombres desnudos” en
mi casa es un mérito que se lo debo a ellas.
Últimamente,
muchos de nuestros escritores de renombre, han tomado como tema
habitual para sus argumentos los efectos sociales y económicos de la
crisis que padecemos desde hace años. Nadie mejor que ellos, para
recrear el ambiente de descontento y desánimo, de una situación que
afecta sin discriminación a todos las capas sociales y cuyos
estragos se han dilatado tanto en el tiempo, que las secuelas
aterradoras marcan los destinos y decisiones, de colectivos muy
dispares que nunca imaginaron que tendría que enfrentarse a
soluciones impensables.
Alicia
es la escritora contemporánea de novela negra mejor reconocida de
las últimas décadas, en estas casi quinientas páginas, se ha
tomado la licencia de dar vacaciones a su investigadora Petra
Delicado, de manera que ha elegido a cuatro personajes con nombres
propios para edificar su novela y creo que la arquitectura y pilares
de la misma es sin duda la personalidad y construcción perfecta de
estos; independientes cuando son presentados, a medida que avanza la
trama se mezclan en una potente batidora que acabará en un auténtico
cóctel de sorpresas.
Respecto
a los modelos o estereotipos sociales, no escatima en nada, un
repertorio muy reconocible de seres, tienen un pequeño espacio en
este argumento que comienza algo flojo y que gana en dinamismo en
cuanto los acontecimientos se “desmadran”.
Alicia, nos presenta cuatro conciencias desorientadas en un mar caótico de
emociones, en el cada una de ellas lucha por salir con sus propias
armas; eso si, a pesar de las grandes diferencias entre los cuatro
personajes, estos caminan en una dirección común y hacia un mismo
final. Se reconocen en este hilo conductor temas como la hipocresía
social, las miserias, los escándalos, el peso del dinero, las
traiciones, el desempleo, la pérdida de dignidad y en general una
quiebra de la estructura primaria de valores imprescindibles para
sobrevivir.
Bien
estructurada, con narrativa ágil y sencilla, no presentada en capítulos
pero perfectamente señalados los cambios de intervención de cada
personaje; estos, cuentan sus vidas pasadas y presentes a modo de
monólogos, que en algunas ocasiones resultan muy largos, aburridos y
repetitivos. Es por ello que los diálogos son más escasos y
cíclicos y solo puntualmente excesivos.
Cuenta
con un lenguaje rico en todos los sentidos ya que cada uno de estos
“actores” habla y se expresa de acuerdo a su estatus
social y demuestra el gran trabajo de esta maestra de las letras.
Este vocabulario en algunos momentos soez y duro, ayuda a madurar las
acciones descritas, por lo que yo al menos lo doy por bien recibido.
Mi
impresión general es bastante buena; ahora bien, no nos descubre a
estas alturas ningún universo desconocido para nosotros. Sabemos que
existe el mundo de la prostitución masculina, una doble moral
social, hombres y mujeres sin perjuicios para los que “todo
vale”, momentos de desesperación que mejor superar que
caer en ellos, mentes retorcidas y gusto por lo prohibido. Después
de leerla la titularía “Corazones desnudos”,
aunque el título elegido por la autora está más que justificado...
La
novela gana en intensidad casi al final, a lo largo de la trama las
situaciones se van haciendo más complejas e incontroladas y la
relación amorosa y desigual de Javier e Iréne deriva en una
dependencia sexual y tóxica que provocará un final “de traca”,
para mi impensable, pero lo mejor de la novela.
Francamente
la salvo con nota, pero aviso que nadie tenga una expectativas
desmedidas sobre la misma; es buena, te hace pensar que existen
segundas oportunidades, pero no es lo mejor que he leído de ella.
“No
hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta
de como has cambiado tú”.
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