El
mes de noviembre y diciembre han sido espectaculares en cuestión de
regalos de libros, la mayoría de los leídos en estos meses han sido
regalos de gente que sabe lo mucho que me gusta leer. En este caso,
Macarena se presentó una tarde algo “atravesada” para alegrarme
un rato que parecía no tener fin. Ella me dijo un día; “es el
libro más bonito del mundo, mi preferido”.
A
mi también me ha parecido imprescindible, es de esos libros que
deseas que tarde o temprano se crucen en tu vida y que sería una
pena que no fuera así.
Eduardo
Galeano nos dejó en el mes de abril, su pérdida es irreparable
puesto que su maestría como escritor no tiene duda.
A
lo largo de doscientas sesenta y cinco páginas comparte con nosotros
una serie de relatos muy cortos, de brevedad asombrosas en una mezcla
de cuentos, historias cortas,, poesías, documentos legales y
oficiales y fábulas, que se leen con gran rapidez.Todos te dejan una
gran impronta en el corazón y a todos es común las grandes dosis de
imaginación y fantasía. Su lectura logra aliviar el espíritu,
reconfortarte y robar sonrisas y lágrimas atrapadas en nuestros
sentimientos.
Galeano,
inicia un viaje en el que nos convertimos en su compañero de
andanzas, en este transcurrir, se funde en abrazos con grandes
personajes de la literatura universal, tales como Benedetti o Neruda
a través de un repertorio exquisito de ciudades latinoamericanas;
tal es así que podemos decir que se destila América por los cuatro
costados.
Las
lecturas de Eduardo siempre pretenden remover los sentimientos del
lector, utilizando un repertorio de temas inagotables; la muerte, el
amor, la vida, la pobreza, la desigualdad, la política, la
amistad... todo para provocar reflexiones acerca de los valores y los
defectos del mundo en el que vivimos.
Cada
relato viene acompañado de imágenes surrealistas pintada por el
escritor, además de frases con enseñanzas desprovistas de moralejas
explicitas, en un intento por parte del autor de implicar al lector
en el compromiso de buscarlas y por supuesto encontrarlas. Son frases
ácidas y puntiagudas de gran sencillez y calidad expresiva.
Los
“abrazos” sin dudas son para Galeano de diferentes tipos, los
fraternales, los de ausencias, los paternales y los de la amistad. El
autor de “Las venas abiertas de América Latina” deja patente en
sus diálogos el compromiso político que siempre le ha acompañado,
en un intento por hacer patente la realidad de muchas ciudades
presentes en estas letras y en el dolor acarreado por sus habitantes.
Me
ha gustado por la independencia que tiene a la hora de leerlo, al ser
relatos cortos aislados se pueden leer sin orden establecido y lo
mejor, tantas veces como queramos. Es un libro de compañía, sin
caducidad, para toda la vida y para releerlo sin prisas ni premura.
Son
muchos los amigos que gozan de este ejemplar en sus bibliotecas,
todos coincidimos en lo imprescindible que resulta para aprender y
engrandecer el alma y reconocemos que cada ocasión resulta única
porque descubres enseñanzas que se pasaron por alto, de manera que
nunca se termina de leer del todo.
Breve
en tamaño, inmenso en contenido. Podría recomendaros algunos de los
relatos pero eso es algo subjetivo, de manera que os invito a leerlo
y que hagáis vosotros mismos una elección en honor a este genio de
las letras universal.
“Hay
un traje que se amolda a todos los cuerpos; un abrazo”.
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