Refrescante
título el de la primera y pequeña novela de Xisela López, tan sólo
ciento cincuenta páginas que se leen de “una sentada” como
popularmente decimos entre lectores. No por ser breve es menos
interesante, la conocí a través de otros blogs y le pedí a mi
hermana que me la localizara, ella muy atenta siempre a mis demandas
lo hizo, lo mejor de todo, fue que se presentó con el libro, en
mano, envuelto y para que disfrutara en unos momentos que de
entretenimiento y tranquilidad. De
manera que en esta ocasión, la dedicatoria es para mi “Wei”
como yo la llamo, gracias por ser intensa y pequeña y por estas
“naranjas” que has puesto en mi biblioteca.
Por
el contrario, es el segundo libro que leo a modo de mensajes cortos,
tipo “sms” o “whatsap”, ambas son
adaptaciones de realidades familiares o emocionales a las nuevas
tecnologías que nos han invadido en todos los ámbitos de la
sociedad. Hoy podríamos decir que es la forma más rápida y
cotidiana de comunicación, pero también la más fría, escueta y
desprovista de sentimientos; la cara y la cruz del desarrollo social.
Cuenta
la historia de amor descubierta en un móvil, supuestamente perdido,
entre un hombre y una mujer, que no se conocen, y que han escrito sin
pudor una serie de mensajes cruzados que exponen sus inquietudes y
sentimientos.
Todo
llega a manos de una agente de policía que ha acudido a un accidente
de tráfico con victimas, en ese lugar con la implicación de varios
vehículos y ante el fallecimiento de una pareja, se realiza el
atestado y la investigación correspondiente.
Uno de los efectos que tiene que analizar es un teléfono móvil.
Mira las últimas llamadas y mensajes por si se recibió o realizó
alguna en los momentos anteriores al accidente, lo que podría
implicar un despiste por parte del conductor. La curiosidad es tal
que tras recontar la nada despreciable cifra de setecientos sms, los
imprime, ordena y lee una bonita historia de amor a golpe de mensajes
de texto .
Prosa
narrativa a través de sms, de lectura rápida, sencilla y ágil,
un lenguaje abreviado que no le resta belleza a la narración. Es
necesario destacar que los hechos tienen lugar cuando la aplicación
whatsap aún no estaba en nuestros teléfonos móviles, año 2008, y
que aunque parezca imposible, no hay faltas de ortografías ni
abreviaturas, tal vez para reforzar el tono íntimo de los mensajes.
Dos
protagonistas del intercambio y una tercera actuante que es Alex, la
agente de Lugo que transcribe la historia para hacerla un poco
suya... podría ser real y pasarnos a cualquiera. La autora utiliza
un esquema limpio, encabezado, texto y fecha; uno con nombre propio y
otro con número telefónico.
El
título cobra sentido hacia la mitad de la historia y junto con la
foto de portada nos traslada a momentos algo “retro”,
a un pasado que parece no ser tan lejano, unas referencias a
pequeños momentos familiares que pasan de puntillas por nuestro día
a día, pero que recogen grandes emociones de convivencia y amor.
Cuando lo leáis lo entenderéis.
Las
pretensiones literarias de Xisela han sido muy valientes, en una
novela justa y breve, de lenguaje cómodo ha conseguido llegar al
lector y al menos a mi, hacerme reflexionar acerca de los
comportamientos y relaciones entre nuestros semejantes. Sin olvidar,
lo moralmente cuestionable que es invadir la vida de los demás, sin
permiso y las consecuencias que ello puede acarrear.
Se
lee en un par de horas escasas, tiene sorpresas en el centro y al
final, y aunque la sinopsis pueda resultar dramática, lo compensa
con un desenlace inesperado que borra ese comienzo agridulce y
sobrecogedor.
Creo
que tiene mucho mérito contar una historia de amor bajo este
formato, ha sabido expresar todo tipo de emociones utilizando el
móvil y los sms a modo de sismógrafo de sentimientos bajo la capa
del más absoluto anonimato.
Quiero
animaros a leerlo en un rato de esos que descansamos entre lectura y
lectura, e invitaros a pensar la dependencia tiránica que tenemos de
este pequeño e imprescindible aparato que se ha hecho el compañero
inseparable, el baúl donde almacenamos cientos de datos personales e
íntimos, esa vida en imágenes y en palabras que paseamos
alegremente sin ser consciente del drama que supondría que cayeran
en manos ajenas. La sensación de desconcierto que sufrimos cuando
simplemente no sabemos dónde lo hemos puesto. No quiero ponerme
trágica, la autora también introduce notas de humor que aligeran lo
triste de algunos momentos.
Aunque
parecía poca cosa, “Volverán las naranjas” me ha
dado para una reseña, no puedo mandarla por sms, ni por whatsap, de
manera que completar lo que os cuento leyéndola. Espero que os
guste.
“Al
principio mi marido me preparaba un zumo cada mañana...desde hace
dos años nunca hay naranjas en casa”.
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