viernes, 13 de noviembre de 2015

Volverán las naranjas, Xisela López

Refrescante título el de la primera y pequeña novela de Xisela López, tan sólo ciento cincuenta páginas que se leen de “una sentada” como popularmente decimos entre lectores. No por ser breve es menos interesante, la conocí a través de otros blogs y le pedí a mi hermana que me la localizara, ella muy atenta siempre a mis demandas lo hizo, lo mejor de todo, fue que se presentó con el libro, en mano, envuelto y para que disfrutara en unos momentos que de entretenimiento y tranquilidad. De manera que en esta ocasión, la dedicatoria es para mi “Wei” como yo la llamo, gracias por ser intensa y pequeña y por estas “naranjas” que has puesto en mi biblioteca.
Por el contrario, es el segundo libro que leo a modo de mensajes cortos, tipo “sms” o “whatsap”, ambas son adaptaciones de realidades familiares o emocionales a las nuevas tecnologías que nos han invadido en todos los ámbitos de la sociedad. Hoy podríamos decir que es la forma más rápida y cotidiana de comunicación, pero también la más fría, escueta y desprovista de sentimientos; la cara y la cruz del desarrollo social.
Cuenta la historia de amor descubierta en un móvil, supuestamente perdido, entre un hombre y una mujer, que no se conocen, y que han escrito sin pudor una serie de mensajes cruzados que exponen sus inquietudes y sentimientos.
Todo llega a manos de una agente de policía que ha acudido a un accidente de tráfico con victimas, en ese lugar con la implicación de varios vehículos y ante el fallecimiento de una pareja, se realiza el atestado y la investigación correspondiente. Uno de los efectos que tiene que analizar es un teléfono móvil. Mira las últimas llamadas y mensajes por si se recibió o realizó alguna en los momentos anteriores al accidente, lo que podría implicar un despiste por parte del conductor. La curiosidad es tal que tras recontar la nada despreciable cifra de setecientos sms, los imprime, ordena y lee una bonita historia de amor a golpe de mensajes de texto .
Prosa narrativa a través de sms, de lectura rápida, sencilla y ágil, un lenguaje abreviado que no le resta belleza a la narración. Es necesario destacar que los hechos tienen lugar cuando la aplicación whatsap aún no estaba en nuestros teléfonos móviles, año 2008, y que aunque parezca imposible, no hay faltas de ortografías ni abreviaturas, tal vez para reforzar el tono íntimo de los mensajes.
Dos protagonistas del intercambio y una tercera actuante que es Alex, la agente de Lugo que transcribe la historia para hacerla un poco suya... podría ser real y pasarnos a cualquiera. La autora utiliza un esquema limpio, encabezado, texto y fecha; uno con nombre propio y otro con número telefónico.
El título cobra sentido hacia la mitad de la historia y junto con la foto de portada nos traslada a momentos algo “retro”, a un pasado que parece no ser tan lejano, unas referencias a pequeños momentos familiares que pasan de puntillas por nuestro día a día, pero que recogen grandes emociones de convivencia y amor. Cuando lo leáis lo entenderéis.
Las pretensiones literarias de Xisela han sido muy valientes, en una novela justa y breve, de lenguaje cómodo ha conseguido llegar al lector y al menos a mi, hacerme reflexionar acerca de los comportamientos y relaciones entre nuestros semejantes. Sin olvidar, lo moralmente cuestionable que es invadir la vida de los demás, sin permiso y las consecuencias que ello puede acarrear.
Se lee en un par de horas escasas, tiene sorpresas en el centro y al final, y aunque la sinopsis pueda resultar dramática, lo compensa con un desenlace inesperado que borra ese comienzo agridulce y sobrecogedor.
Creo que tiene mucho mérito contar una historia de amor bajo este formato, ha sabido expresar todo tipo de emociones utilizando el móvil y los sms a modo de sismógrafo de sentimientos bajo la capa del más absoluto anonimato.
Quiero animaros a leerlo en un rato de esos que descansamos entre lectura y lectura, e invitaros a pensar la dependencia tiránica que tenemos de este pequeño e imprescindible aparato que se ha hecho el compañero inseparable, el baúl donde almacenamos cientos de datos personales e íntimos, esa vida en imágenes y en palabras que paseamos alegremente sin ser consciente del drama que supondría que cayeran en manos ajenas. La sensación de desconcierto que sufrimos cuando simplemente no sabemos dónde lo hemos puesto. No quiero ponerme trágica, la autora también introduce notas de humor que aligeran lo triste de algunos momentos.
Aunque parecía poca cosa, “Volverán las naranjas” me ha dado para una reseña, no puedo mandarla por sms, ni por whatsap, de manera que completar lo que os cuento leyéndola. Espero que os guste.

Al principio mi marido me preparaba un zumo cada mañana...desde hace dos años nunca hay naranjas en casa”.

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