Esta
novela con nombre de mujer os va a quedar de piedra. Conocí a Pierre
Lemaitre cuando leí “Nos
vemos allá arriba”;
francamente su manera de narrar me atrapó desde la página número
uno, de manera que siguiendo las recomendaciones de una apasionada
del género, me embarqué en las obras de novela negra-policíaca de
este escritor contemporáneo francés, galardonado con el prestigioso
Premio Goncourt de las letras.
Si
tuviera que venderos “Iréne”,
diría que es una novela con un asesino en serie que escenifica cada
uno de sus asesinatos evocando crímenes de otras novelas clásicas,
de ahí que reciba el sobrenombre del “novelista”.
Para resolver estas brutales muertes entra en escena un inspector
atípico, el mismo que sin quererlo verá salpicada su vida privada a
medida que ordena y se acerca peligrosamente a la resolución del
caso.
Con
este breve resumen os garantizo tensión, suspense y misterio desde
el principio hasta el final. Narrada en tercera persona, dividida en
dos partes que a su vez, se presentan en capítulos cortos cargados
de acción, para finalizar con un epílogo que cierra la trama
brillante de manera poco convencional. Su extensión es diferente y
la presentación bajo este formato ayuda a su lectura. Trepidante,
ágil y “muy
negra”.
Confieso
que en algunos momentos el exceso de descripciones de los asesinatos
se hacen insufrible; por lo tanto no la recomiendo “a
todos los públicos”,
su puesta en escena supera a muchas películas, detalles que hacen
hincapié en la perfección cuidada del asesino a la hora de ejecutar
sus actos.
Argumentalmente
está muy bien construida, ahora bien, no hay sorpresas respecto al
final ya que se intuye y desinfla un poco lo que podía haber sido un
remate de vértigo. He querido reconocer en el argumento dos cauces
diferente; por un lado la propia investigación de las muertes y por
otro la vida privada del inspector que no queda al margen de los
acontecimientos.
El
gran potencial de “Iréne”
es
sin duda la magistral construcción de sus personajes. Camille
Verthoeven es el inspector que aparecerá en las novelas de Pierre
Lemaitre y que aquí asume la responsabilidad de casar todas las
piezas del rompecabezas; para ello se rodea de un equipo de policías
con personalidades muy bien definidas y con rasgos muy humanos.
Termina el repertorio con personajes de nivel secundario y por
supuesto con el asesino en serie que representa un gran homenaje a
todos los “malos”
del género negro.
Me
ha gustado la mezcla de drama y felicidad que van progresando en vías
diferentes como trenes que acabarán en una misma estación. A partir
de la mitad se intuye que la desgracia, pero no puedo contar más...
Imagino que el autor no es amigo de finales felices.
Hay
que leerlas en orden, primero “Iréne”,
“Alex”
y “Vestido
de novia”;
de no ser así, se romperá la magia de la primera y la segunda. Casi
cuatrocientas páginas para disfrutar, tanto que se hace imposible no
leer las restantes. Espero que os gusten tanto como a mi.
“Lo
que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos
profundamente se convierte en parte de nosotros mismos”.
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