El hecho de
leer tanto y contar con poco tiempo supone un desafío a la hora de llevar al
día el blog en el que comento mis lecturas; es por eso que faltando a mi
costumbre de no copiar sinopsis de los libros, me veo obligada a utilizarlas al
menos hasta que consiga acortar el número de comentarios pendientes.
“A finales de los setenta, Víctor Yagüe y Juanpe
Zamora fueron algo más que simples compañeros de clase. Su amistad, llena de
confidencias y juegos, de alegrías y miedos, rebasó las paredes del aula y se
extendió por las conflictivas calles de la Ciudad Satélite. Hasta el 15 de
diciembre de 1978. Hasta el día en que un suceso trágico sacudió la conciencia
de los vecinos. Hasta el momento en que los chicos se vieron obligados a
escoger entre la lealtad y la salvación.
Treinta y siete años después, ambos vuelven a
encontrarse en ese mismo escenario. Sus vidas han corrido suertes opuestas.
Juanpe es un hombre a la deriva, sin futuro y con un presente turbio; Víctor,
en cambio, puede considerarse un triunfador. Quizá por eso se siente
extrañamente en deuda con su viejo amigo y decide enfrentarse a los claroscuros
de un caso cerrado que, sin embargo, sigue envuelto de inquietantes preguntas
que nadie quiere responder.
Pero lo que Víctor y Juanpe ignoran es que alguien,
en la sombra, está escribiendo la historia de ese crimen. Un relato revelador
que, tal vez, ninguno de los dos debería leer”.
La
sinopsis de este libro atrajo mi atención desde el primer momento, tuve la
sensación de encontrarme ante una historia de suspense psicológico que abordaba
los sentimientos de la culpa y la expiación. Ha resultado ser una elección de esas que sin estar segura de qué me iba a
encontrar cuando la empecé fue imposible abandonar.
La novela comienza de una
forma espectacular, con un prólogo en el que a través de los recuerdos fugaces
de la mente de un anciano que padece Alzheimer somos testigos del hallazgo del
cuerpo sin vida de su hijo hace casi cuarenta años. Este principio nos avisa de
una trama intensa y llena de secretos. Los años setenta para
el asentamiento de miles de familias de clase trabajadora que buscaban un
futuro mejor para los suyos, será el escenario elegido por el autor para
ambientar una novela que se desdobla en dos hilos temporales: el primero,
narrado en primera persona y el segundo por un narrador omnisciente, ambos
escritos de manera cuidada e interesante.
La novela tiene de todo, intriga, personajes muy humanos,
historia bien tejida, que te engancha desde el principio, con un ritmo
narrativo que no decae a lo largo de sus páginas hasta el final. Desenlace
inesperado para esta trama coral donde los personajes se mantienen atrapados en
un conflicto marcado por la lealtad, el silencio y la venganza.
La historia destaca por su sencillez, por su narración,
ambientación y por el trabajo interior de sus protagonistas. Igualmente nos
lleva del pasado al presente de una manera muy hábil. Habla de la amistad, del
recuerdo, del olvido, de las maldades de la infancia, pero también del amor,
del arrepentimiento, del destino y de las segundas oportunidades; es por ello
que me ha parecido muy completo a pesar de lo tenso y angustioso de su inicio,
sin olvidar la invitación a reflexiones acerca de temas de candente actualidad
como la violencia familiar y el acoso en el ámbito educativo.
Toca el tema del
bullying en las aulas, un tema duro pero real, al que siempre se intenta
justificar y quitar importancia a estos acosos... en esta novela lo aborda desde las consecuencias graves que
puede ocasionar el bullying en el futuro de quien lo padece e incluso de
quien lo ocasiona. Además se atreve con la afirmación de su existencia desde
que el mundo es mundo y como las actitudes de padres y profesores son
determinantes en el cese de estas conductas y los efectos invisibles de las
mismas.
La historia consigue tenerte en un mar de incertidumbres,
sin saber bien como trascurrirá, cuál será su desenlace y mi curiosidad me
mantuvo en vilo y deseosa de conocer el misterio que encerraba.
No puedo decir nada malo en cuanto a su estructura, su
redacción, el lenguaje asequible y la capacidad para entretener. Me ha parecido
que tocaba varios estilos que nos pasea entre las historias de familias, la
crónica social y la novela de suspense; sea como sea conseguí meterme en el
libro y me ha parecido un acierto, no voy a olvidar a estos personajes de
barrio ni a sus descendientes tras esa mezcla tan particular que ha logrado
nuestro escritor. Os gustará.
“El mismo martillo que rompe el cristal, forja el acero.”
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