Cuando leí la sinopsis de esta
breve novela, me recordó a la “Tía Julia y el Escribidor” de Mario Vargas Llosa,
en la que los personajes de diferentes telenovelas se intercalaban con la vida
del escritor. Realmente no tiene nada que ver, una vez terminada la impresión
es tan breve como el relato, “ni frio ni calor”, se deja leer y poco más.
“La luz de mis días nos cuenta la historia de dos vecinas, Luisa y Marifé.
Cada día, Luisa le cuenta a Marifé en el rellano de la escalera lo que va
sucediendo en cada capítulo de una serie de televisión, y nosotros vamos
siguiendo la serie, que se llama Luz
de mis días, a través de sus ojos. Marifé es un ama de casa muy
desgraciada, y esos ratos con su vecina son la «luz de sus días”.
Trescientas
escasas páginas en las que asistimos a la vida de dos vecinas que viven
apasionadas por las vicisitudes de una telenovela que da nombre al libro; una
historia dentro de otra historia, en la que la excitación televisiva supera y
hace llevadera la realidad anodina de nuestras protagonistas.
Está
bien escrita, buenas descripciones, escenarios atrayentes especialmente en la
parte ficticia, cuenta con mezcla de dramatismo maquillado con situaciones
surrealistas que nos llegan a través de un doble hilo narrativo que se desarrolla
alternativamente por capítulos. Lo curioso es que ambas “realidades” acaban
confluyendo gracias al devenir de unos personajes demasiados planos de los que
seguro no guardaremos un inolvidable recuerdo.
Alejandro
Melero es un catedrático de periodismo
que lleva dedicado a la literatura muchos años y cuya especialidad son los
relatos cortos, tal vez por eso no le he acabado de coger la esencia de una de
sus primeras experiencias “largas”, habrá que seguir intentándolo, pero mejor
que cada uno lo decida. Espero que os guste.
"El tiempo saca a la luz todo lo que está oculto y encubre y esconde lo que ahora brilla con el más grande esplendor".
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