Para
cerrar un mes de lecturas muy variadas, me he parado delante de las estanterías
de libros leídos hace décadas y he decidido volver a disfrutar de “Chamán”, la
segunda entrega de la saga de médicos Cole que tuve la oportunidad de leer lo
que hoy me parece casi una eternidad.
“Escocés y vástago de una familia que ha practicado la medicina a lo largo
de generaciones, el doctor Robert Judson Cole debe dejar su devastada tierra
por razones políticas y emigrar a las nuevas tierras de América, tras llegar a
Boston y trabajar con el eminente cirujano Oliver Wendell Holmes, seguirá
camino rumbo al oeste hasta la frontera de Illinois y de allí a las tierras
castigadas por la guerra de Gettysburg, un territorio que los colonos todavía
no han podido arrebatar a los indios sauk, y donde le esperan las experiencias
más intensas su vida profesional y sentimental”.
El escritor Noah Gordon
es uno de mis preferidos, hoy por hoy creo haberlo leído todo, pero he de
confesar que comencé hace muchos años a seguir su trayectoria literaria y en
ocasiones me propongo reseñar novelas que dejaron en mí una sensación muy
agradable.
“Chamán” es una historia
de aventuras ambientada en la tierra de las oportunidades, en la colonización y
conquista del Oeste americano, allí donde los reductos de indios nativos
tuvieron que hacer frente a la llegada de oleadas de inmigrantes deseosos de
una vida mejor. La ambientación es impecable tanto que llegan a ser excesivas,
es quizás la parte más criticada de la novela aunque gracias al trabajo como
documentalista, Noah Gordon permite hacernos una idea del episodio secesionista
americano y dibujar un retrato de una época marcada por las relaciones
interraciales y culturales del extenso continente americano.
Narra dos historias de
dos generaciones de hombres dedicados al estudio de la medicina, padre e hijo,
el segundo conocido con el apodo de “chamán”. Se les consideran descendientes
de “El Médico”, aunque como lector chirria los siglos que han transcurridos
desde aquel hombre del medievo y los protagonistas que se mueven en el siglo
XIX. Esta, es una de las razones que hacen independiente la lectura de la
novela aunque las referencias familiares sean del todo coherentes.
Las comparaciones con
esa primera entrega son irremediables aunque no por ello acertadas. Está bien
escrito, narración que sigue las líneas habituales de este periodista americano
que tuvo sus inicios en los estudios de medicina que después abandonó y de los
que hay buena cuenta en sus relatos.
Es un libro bonito muy
recomendable para los que se inician en la afición por la lectura, seiscientas
páginas que podrían haberse quedado en algo menos pero que va narrando los
avances y transformaciones de la medicina tradicional desde su aparición, así
como los efectos de esos cambios a lo largo de los siglos. Además el argumento
tiene alguna que otra sorpresa que profundiza en las fracturas emocionales que
acarrearon la invasión de los colonos blancos en tierras habitadas por indios
que tuvieron que resistir ante su inminente extinción.
Entretenido, tal vez
algo más flojo que el anterior pero como lectora y no experta os animo a
leerlo, sin prisas sin exigencias y para disfrutarlo. Espero que os guste.
“No pierdas de vista
las raíces, los cimientos, las bases de tu existencia…todo lo que no se ve es
los que te sostendrá toda la vida”.
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