domingo, 10 de junio de 2018

El hombre de tiza, C.J Tudor


Un éxito más de los muchos que inundan las librerías en los momentos previos al verano. Confieso que cuando quiero leer algo que me entretenga y no me decepcione, elijo los thrillers psicológicos que me convencen a la primera tras leer su sinopsis. El dibujo me recordó al juego del “Ahorcado” que en horas de aburrimiento llegábamos a jugar incluso en la escuela. No es ningún novelón pero ha resultado entretenido y me ha traído recuerdos de una gran película, “Mystic River”, especialmente la parte centrada en las correrías de este grupo de amigos.

Echando la vista atrás, todo comenzó el día del terrible accidente durante la feria, cuando Eddie, de doce años, conoció al Hombre de Tiza.
Fue el Hombre de Tiza quien le dio la idea de los dibujos: una manera de dejar mensajes secretos entre el grupo de amigos.
Fue divertido hasta que los dibujos condujeron al cuerpo sin vida de una niña.
Después de treinta años, Eddie cree haber superado y olvidado aquel episodio, hasta que recibe por correo una carta con una tiza y un dibujo de un muñeco. El resto de sus amigos también han recibido el mismo mensaje. Todo hace pensar que se trata de una broma. Pero pronto Eddie se da cuenta que no lo es y que el juego en realidad no ha terminado. Salvar su vida se convertirá en la única forma de saber qué fue lo que pasó hace tantos años.
Thriller de “verano” con buen planteamiento y trama aceptable. Inicio acertado aunque le falta algo de sorpresa, de todas maneras engancha porque la tensión y el ritmo se mantienen con la misma intensidad a lo largo de todo el relato.
Toda la historia se desarrolla a partir de unos hechos acaecidos hace treinta años y cuyo misterio está aún por resolver. De forma inesperada el pasado irrumpe en las vidas de todos aquellos que formaron parte de aquel verano cuando las andanzas de una pandilla de niños protagonizaron momentos que habían quedado en el olvido. La intriga aparece dosificada gracias a los secretos, las confusiones, las escenas desagradables y otros detalles que mantienen el suspense de lo acaecido en una pequeña localidad durante los años 80 y cuya reaparición altera seriamente de todo un pueblo.
Estructurada en capítulos alternativos que nos llevan del pasado al presente a través de dos líneas temporales distintas y que acabaran confluyendo cerca de las últimas páginas. La brevedad de los capítulos es adecuada y todos terminan con un giro argumental que provoca curiosidad, gracias a que se cierran con ese planteamiento de intriga respecto a lo que está por venir. Es una mezcla poco original de pasado y presente que sin quererlo acaba en un final muy predecible.
Estilo sencillo y ágil, personajes bastante planos e insulsos, parecen quedar a medias en su construcción y hay claras diferencias entre el peso que asumen unos con respecto al resto.
Como novela para la época estival es adecuada, hay muertos, escenas de horror, tensión lógica, crímenes por resolver y la originalidad planteada entorno al código de los mensajes con tizas. Os la recomiendo para un par de días al sol, sin grandes pretensiones pero con la garantía de ser entretenida y rápida de leer.
Espero que os guste. No hay que olvidar que es mi humilde opinión de aficionada, en muchos blogs de lectura la ponen “por las nubes”, prefiero no dejar de pisar el suelo.
“Todos tenemos secretos. Todos somos culpables de algo y los niños no son siempre tan inocentes”.

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