Me
enfrento a uno de los comentarios más complicados de los que he
realizado hasta ahora; esta novela llegó a mis manos a través de mi
amiga Macarena, fue regalo de cumpleaños y lo hizo con la intención
de que disfrutara con una novela histórica “a lo bestia”;
todo ello tras haber leído “Purga”, la anterior
publicación de la ecritora finlandesa Sofi Oksanen.
Hoy
en día es el libro más vendido en Finlandia; considerada un
trhiller policiaco con tintes históricos ambientada en Estonia
durante la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra.
Voy
a copiar el argumento para poder poneros en situación y a la vez
justificaros la sensación que me ha producido esta lluvia de
“palomas caídas del cielo”.
Los
protagonistas del relato son dos primos, profundamente distintos, que
viven en un pequeño pueblo no lejos de la capital, Tallin. Uno,
Roland, cuyo padre ha sido deportado a Siberia, es un joven valeroso y
honesto que se dedica a proteger a su primo de cada escaramuza con
los soldados en el bosque. El otro, Edgar, trapicheando siempre en su
provecho, es un cobarde, un desertor que solo busca salvar el pellejo
en cuanto la ocasión lo requiere. Está casado, en un matrimonio
casi inexistente, de puertas para afuera, con Juudit, prima de
Rosalie, la novia de Roland.
Un
día Rosalie aparece muerta en circunstancias no aclaradas. Pero con
los alemanes como nuevos señores de la tierra habrá pocas
esperanzas de esclarecer lo que Roland cree que es un crimen. En ese
momento Roland decide comenzar a escribir un diario dirigido al futuro,
al momento de reconstruir el país, cuando todo lo robado, destruido
y sacrificado regrese a su estado anterior, como una película
proyectada al revés. Lo malo es que el diario, años después, irá
a parar a las peores manos, dejando una infinidad de pistas, a pesar
de sus numerosos nombres escritos en clave. Pistas que los asesinos y
traidores que han sobrevivido a todas las etapas no están dispuestos
a que salgan a la luz.
“Casi
nada”, tenemos
todos los ingredientes al más puro estilo policíaco; oscuras
intrigas, relaciones amorosas, crímenes silenciados, idas y venidas
de espías, secretos de familia, identidades falsas,
colaboracionismo, ambiciones insaciables... y todo ello a través de
épocas y saltos temporales ayudados por esos tres personajes
arquitectónicamente construidos que mueren y se resucitan en el
relato gracias a su presencia en archivos y documentos hallados en
escondites impensables.
Mi
impresión al principio fue buena, engancha y tienes la sensación de
que va a ser fabulosa; pero a medida que avanzas la historia se
empieza a complicar y casi deja de tener “pies
y cabezas”...
se mezclan las voces, no sabes quien te habla, cuando se refieren a
los rusos y cuando a los alemanes, es difícil seguir la trama, los
continuos cambios espacio temporales añaden confusión a lo contado;
francamente muy enrevesado, tanto que le restó disfrute a un libro
que por muchos motivos me ilusionaba leer.
Narrada
en prosa con un lenguaje de gran dureza que roza lo soez, desprovisto
de adornos y floritura que lo hace desgarrador en casi toda la obra.
Para ello utiliza dos voces; la primera persona para los personajes y
la lectura del diario de Roland y la tercera persona para el
narrador omnisciente que se encarga de los momentos en los que se
contextualiza al resto de los actores de este impresionante retrato
coral.
He
querido interpretar la intención de la autora; ella es la voz de la
memoria, el grito que con su novela lanza al mundo es el grito de
reivindicación de aquellas zonas europeas olvidadas por la Historia
y que durante siglos han sido víctimas de sucesivas y bárbaras
ocupaciones, convirtiéndolas sin respiro en espacios sometidos a los
que no se les ha hecho justicia histórica. Alemanes y rusos son a
partes iguales los responsables de esta esclavitud de los Países
Bálticos objetos de la novela de Sofi. Treinta años recorre el
argumento en una revisión permanente de la historia más reciente de
la patria de su madre.
Sin
duda me ha gustado las reflexiones como apasionada de la Historia, la
autora nos presenta un alegato a la opresión de los nazis durante el
conflicto bélico y de rusos durante la Guerra Fría en la versión
más dura que fue la dictadura comunista. En este panorama y bajo
esta dura realidad muchas naciones demostraron su impertérrita
capacidad para superar las adversidades y convivir bajo el yugo del
opresor.
Me
ha resultado compleja en su estructura, innumerables veces he tenido
que volver hacia atrás para salvar el barullo de datos e intentar
desgranar las confusiones de personajes, acciones, ambientes y
situaciones que se me perdían entre víctimas y verdugos. El
suspense era evidente en determinados momentos para perderse en
malas dosis que acaban en un final infantil y precipitado.
No
quiero terminar sin decir dos cosas; la primera es que la autora se
ha servido para configurar el personaje de Edgar, de la figura de un
traidor y siniestro militar estonio que llegó a estar a las órdenes
de cinco agencias de espionajes distintas y que curiosamente salió
airoso de esta forma de vida, y la segunda, es mencionar el origen de
tan lírico título; al parecer los estonios se alimentaron de
palomas en los años de más hambre durante la ocupación de los
nazis, de ahí que las palomas “cayeran” y no
“volaran”...
Me
gustaría que la reseña no desanimara a nadie pero como es costumbre
cuento con sinceridad lo que me ha parecido y sin despreciar a ningún
lector, preferiría que los valientes decididos supieran que se
enfrentan a una lectura “recomendada para pocos públicos”.
“El
pasado es un monstruo que tarde o temprano te acaba atrapando”.
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