domingo, 5 de abril de 2015

La mujer loca, Juan José Millás

No es la primera vez que reseño una obra de Millás, de hecho la última fue “Lo que sé de los hombrecillos”; sin alejarse de su estilo más puro, el autor nos presenta una sencilla novela en la que premeditadamente aparece como protagonista de la misma, convirtiéndola en una mezcla de reportaje, relatos y biografía. Divertido e íntegro, invita al lector a diferenciar lo que es real de lo ficticio, para comprometerlo a fijar los límites de la realidad y la ficción a través de esta escritura provocativa cargada de fuertes connotaciones de denuncia social.
Juan José tiene que escribir un artículo o reportaje acerca del delicado tema de la eutanasia, para ello visita a una enferma terminal, Doña Emérita, deseosa de poner fin a su castigada vida y atendida con plena dedicación por su marido Serafín y por Julia; durante las reuniones en casa de Emérita, el escritor se plantea novelar la vida de Julia, personaje como poco curioso al que acechan las palabras y frases de construcciones gramaticales imposibles de descifrar. Es la justificación de un título como “La mujer loca”; mujer que dice “cosas cuerdas” muy ajustada al modelo de las mujeres de Millás.
El autor es a la vez narrador, reportero, escritor y protagonista. El resultado es una obra original, creativa y extraña que obliga al lector a reflexionar sobre la locura, la muerte digna, y otras preocupaciones de nuestra realidad más cercana. Me atrevería a decir que es un libro para todos, con diálogos bien dosificados, acertados y coherentes; a los que no les falta su toque habitual de humor surrealista que contrarresta lo dramático del tema principal de fondo.
El reducido número de personajes son los que dan voz a todos y cada uno de estos agudos e interesantes diálogos, consiguiendo al final del libro paladear un dulce sabor de optimismo ante las continuas e irremediables adversidades de la vida.
No quiero diseccionar a Julia ni a Emérita porque en ellas está la esencia de buena parte de la novela; la primera disfruta de una serie de sueños en los que las palabras necesitan de cirugía para encontrar sus propios significados y la segunda, Emérita, representa a través de sus demandas el derecho a morir dignamente.
Personalmente me gustaría avisar que no es de lo mejor que he leído de Juan José Millás y que acostumbrada a las disparatadas situaciones de surrealismo de sus últimas obras, no me ha resultado difícil terminarlo; pero salvando pequeños detalles, no deja un recuerdo imborrable a la altura de obras como “El Mundo”, más bien me ha resultado repetitivo con respecto a mis últimas lecturas reconociendo ciertos recursos y trucos ya conocidos del autor.
Como siempre termino animando a su lectura, nada es suficiente para despreciar un libro, luego su lugar en el recuerdo es algo personal e intransferible.
Nadie cuenta o contamos la realidad totalmente al pie de la letra; inventamos o maquillamos lo que vivímos para hacerlo todo un poco más llevadero”.

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