domingo, 6 de abril de 2014

La fórmula preferida del profesor, Yoko Ogawa

Por primera vez y sin que se convierta en una cómoda costumbre voy a inaugurar el comentario de esta “joya” con el resumen de la misma, más que nada porque me parece que será de ayuda para comprender la historia que en
ella se nos cuenta delicadamente .Una madre soltera entra a trabajar como asistenta en casa de un viejo y huraño profesor de matemáticas que perdió en un accidente de coche la memoria (mejor dicho, la autonomía de su memoria, que sólo le dura 80 minutos). Apasionado por los números, el profesor se irá encariñando con la asistenta y su hijo de 10 años, al que bautiza «Root» («Raíz Cuadrada» en inglés) y con quien comparte una gran afición, la pasión por el béisbol.
Pertenece al género de literatura japonesa y según dicen las notas biográficas fue un auténtico fenómeno editorial. Narrada en primera persona por la asistenta todo el relato carece de una trama predeterminada, su desarrollo es “el día a día” que se sucede en las visitas diarias al domicilio del profesor y aquello que tiene lugar durante los 80 minutos que su memoria a corto plazo permite. Cada mañana se revive el mismo inicio y así avanza el relato desprovisto de intrigas, secretos, suspense, misterios por descubrir, pasiones ocultas o cualquier ingrediente que pueda enganchar al lector.
No por estar ausentes de dichos elementos la narración queda mutilada de elegancia, sencillez y ternura. Un tema se lleva el protagonismo; las matemáticas, disciplina que ha marcado la vida del profesor desmemoriado; eso y el béisbol, ambas modalidades servirán para crear unos vínculos personales entre los miembros de este curioso triangulo, al que nos es imposible nombrar por no aparecer nombres propios para ninguno de sus miembros; solamente el niño recibe un apodo relacionado con el mundo matemático, el resto se diferencian por sus condiciones profesionales, una variedad poco habitual en las novelas al estilo tradicional.
Considero que es una historia entrañable acerca de la vida cotidiana, en ella las matemáticas interpretadas por el profesor intentan dar justificación al movimiento universal de las cosas que nos rodean; pero mi lectura es más sencilla... los personajes reflejan valores defendidos como seña de identidad del pueblo nipón: sentido del deber, generosidad, honradez, compromiso, lealtad, sinceridad y discreción. La asistente representa el valor de la mujer en situación de madre soltera que se defiende ante las trabas de la sociedad, el niño presenta un grado de madurez poco frecuente en el mundo occidental y el profesor es el reflejo de la soledad física y emocional en el que está sumido rutinariamente tras 80 minutos de vida.
La autora ha confeccionado una tela de araña reforzada por vínculos de necesidades comunes a los tres, dando respuestas a las mismas a lo largo del relato. Se asiste a desafíos personales, a un acercamiento entre personajes que nunca van más allá de lo estrictamente permitido, el cariño tiene las fronteras definidas; gran profundidad la que despide el triangulo que crean ese especial trío y que siempre se percibe hasta donde van sus aspiraciones... lo puramente real nunca debe superar los deseos del corazón.
Yo no soy experta en matemáticas y reconozco que cuesta comprender las explicaciones del profesor e integrarlas en las justificaciones que da acerca de ciertos temas; ahora bien, como la historia me tenía emocionada cuando los números me superaban, saltaba y buscaba el párrafo que me conectaba con lo que yo comprendía de la historia que quería seguir leyendo; de manera que no puedo afirmar que gracias a la novela le he cogido cariño a los números ni mucho menos.
La recomiendo a los apasionados de las matemáticas, de los problemas de lógica, de los entretenidos en desvelar ecuaciones y por supuesto a los que quieran disfrutar de una historia de ternura y amistad con un final conciso, real y tan esperado como bien recibido.

Ver el mundo en un grano de arena y el cielo en una flor silvestre” 
“Tener el infinito en la palma de la mano y la eternidad en una hora”.

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