Lo
que más claro me ha quedado tras leer este curioso libro es que
nuestra vida es un puzzle que vamos completando a medida que avanza
el tiempo y que por mucho que nos esforcemos no siempre encajan todas
las piezas con la exactitud para las que han sido creadas; muy al
contrario, en no pocas ocasiones, las piezas se resisten a encajar
ordenadamente y siempre hay una que acaba perdiéndose para
definitivamente condenar la estampa oculta en un “cuadro
incompleto” de lo que debía haber sido y no fue.
Entre
novelas de setecientas páginas, siempre busco algunas que me
permitan descansar de esos volúmenes y buscando, buscando encontré
“Corrientes marinas”, una sinopsis curiosa y una
portada colorista me ha permitido disfrutar un par de tardes de esta
mezcla de drama y suspense de la mano de un autor de cuentos y del
que no había leído nada hasta ahora.
Un
accidente de autobús, la muerte de un hijo y un puzzle inacabado,
desencadenan varias historias de diferentes registros dentro del
mismo argumento. Narrado en primera persona por Alberto, personaje
que lleva el peso de la historia y gracias al cual se avanza en la
novela por caminos que desarrollan temas tan variados como la
relación de pareja, el drama de la muerte inesperada, el duelo, la
sectas satánicas y la resolución de un misterio.
Planteado
en partes muy bien diferenciadas, Félix hace una exhibición de
imaginación que le permite incluir en la realidad cotidiana todo los
elementos fantásticos a su disposición, llegando a mezclar todo con
tanta habilidad que dudas de lo que es realidad y aquello que es
claramente ficción.
Al
principio el relato se estanca en la muerte de Sergio y sus
compañeros, las consecuencias de un drama de tal magnitud y la
manera de afrontarlo por nosotros los mortales. Posteriormente, se
asiste al cambio narrativo y se inicia una historia de suspense e
intriga motivada por la necesidad de esclarecer las causas del
accidente, para finalizar con un misterio resuelto y un final algo
novelesco y de cine.
Personajes
bien creados y definidos por sus papeles, adornados con sus
sufrimientos, emociones, defectos y virtudes. Su participación en la
historia están muy bien justificados y eso ayuda a dar sentido a las
partes más ficticias de la novela.
Me
ha gustado especialmente la parte en la que cuenta la historia del
excéntrico Duncam Madox, es como si de manera aislada nos contara un
cuento acerca de la vida de un personaje de esos de vida extraña que
sufre y muere por sus extravagancias de vida.
Reconozco
que sin buscarlo me he encontrado con un relato entretenido que
crecía a medida que avanzaba en su lectura, no exento de notas de
humor negro, con buenos cambios narrativos que oscilaban entre el
dolor y la intriga, en el que se aprecian los rasgos de un
“contador de cuentos” , con un lenguaje asequible y un
epílogo digno de aplauso.
“La
vida está hecha de pequeñas casualidades que en no pocas ocasiones
se nos revelan con atronadora e imprevisible ironía”.