Desde que conocí a este escritor no
he sido capaz de resistirme a su obra, confieso que es muy especial y que no
todo el mundo es amante de sus letras, en la mayoría de los casos esa mezcla de
realidad y surrealismo resulta incomprensible, pero es quizás esa originalidad
al escribir lo que define un estilo único, sorprendente e impactante.
“Perdidos en la inmensa metrópoli de
Tokio, tres personas se buscan desesperadamente intentando romper el eterno
viaje circular de la soledad; un viaje parecido al del satélite ruso Sputnik,
donde la perra Laika giraba alrededor de la Tierra y dirigía su atónita mirada
hacia el espacio infinito. El narrador, un joven profesor de primaria, está
enamorado de Sumire, a quien conoció en la universidad. Pero Sumire tiene una
única obsesión: ser novelista; además se considera la última rebelde, viste
como un muchacho, fuma como un carretero y rechaza toda convención moral. Un
buen día, Sumire conoce a Myû en una boda, una mujer casada de mediana edad tan
hermosa como enigmática, y se enamora apasionadamente de ella. Myû contrata a
Sumire como secretaria y juntas emprenden un viaje de negocios por Europa que
tendrá un enigmático final”.
Novela de algo menos de trescientas
páginas que lleva el nombre del primer satélite ruso que se lanzó al espacio
para girar alrededor de la Tierra. Publicada por primera vez en 1999, editada
en el 2008 es una muestra más de un relato de personajes que tienen en común la
búsqueda del amor.
Me resulta difícil animar a la lectura de
Murakami, para hacerlo diría que se trata de una bella historia cargada de
melancolía protagonizada por tres jóvenes que intentan descubrir el verdadero
amor. Comparten la ciudad de Tokio, sus vidas se entrecruzan pero curiosamente
apenas si se rozan. La amistad incondicional, el amor platónico, el papel de la
literatura y la obsesión por ser un buen novelista, marcan el perfil de esta
narración que en algunos momentos no resulta tan buena como parece.
Es la novela de un par de tardes,
entretenida y muy “Murakami”, historia de soledades, de desamor y desencanto
narrada por un profesor cuyo deseo es ser un escritor famoso. La invitación a
reflexionar sobre esas ausencias y las diferentes formas de percibir una misma realidad, se ajusta al
estilo de este japonés que a mi personalmente me tiene ganada.
No hay que entrar en comparaciones
entre sus novelas, cada una es igual y a la vez diferente en sí misma, lo
cierto es que en esta ocasión hay altibajos en el relato que combina momentos
que te atrapan según el personaje que cuenta su vida, y ratos algo tediosos y
repetitivos que cuestionan la buena nota de esta original historia entre el
mundo de los sueños y la cruda realidad.
La he disfrutado y desde la opinión de ferviente
seguidora de Murakami la recomiendo.
“Las personas son unos solitarios
pedazos de metal en la negrura del espacio infinito que de repente se
encontrarán, cruzarán y se separarán para siempre”.
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